Fútbol
El City de Guardiola escenifica el cambio de monarquía goleando al Madrid
Dos goles de Bernardo Silva. uno de Militao en propia meta y otro de Álvarez tumban a los de Ancelotti
Fermín de la Calle
El Manchester City confirmó que el momento ha llegado. Un Real Madrid esplendoroso en este último lustro se arrodillaba ante los ingleses en un partido que debe leerse como un punto de inflexión para ambos. Los blancos despedirán como se merece a una generación excelsa y el City de Guardiola acudirá a Estambul a tratar de inaugurar una saga triunfal en Europa. Siete años lleva Pep tejiendo este equipo con paciencia y brillantez, siete temporadas en la que este Madrid, el de Ancelotti y Zidane, se coronaba cuatro veces en la Champions. La goleada final dimensiona la distancia real entre unos y otros. Entre el presente y el pasado.
Bernardo Silva encuentra la fisura
El partido empezó cómo se esperaba. El Madrid surfeando el tsunami local. Guardiola buscaba el KO, pero Carletto se sentó a jugar al ajedrez (con negras). La agresividad de los de Pep aculó al Madrid en su área peligrosamente. En el minuto 12 Grealish sirvió un centro que goteaba gol, pero Courtois evitó el tanto cantado de Haaland. El Madrid se aferraba al belga, que en 20 hizo una parada prodigiosa, de esas que valen títulos. Otro testarazo de Haaland que desvió con las yemas de los dedos. Esperaba el Madrid que rebajase el galope el City, pero los ingleses percutían una y otra vez por el costado de Camavinga, donde localizaron una fisura ante la falta de contundencia del eventual lateral. Hasta que un pase filtrado dejó a Bernardo Silva solo ante Courtois. Corría el minuto 23 y el Madrid había dado 25 pases. Justicia poética.
A la media hora se desperezó el Madrid. Un pase a la espalda provocó el primer cara a cara de Vinicius con Walker, segundos después Benzema casi corona un servicio de Rodrygo, y en el 34 Kroos silenció el Etihad con un latigazo que se topó con el larguero. El Madrid había llegado al partido. Sin embargo, otro error defensivo blanco permitía a Bernardo marcar el segundo en el peor momento, cuando los blancos comenzaban a crecer. Decía Ancelotti, “si nos van a marcar, que lo hagan pronto”. Temprano o tarde, tenía 55 minutos para resolver el desafío más complicado.
Fuera Modric y Kroos
Con la llegada de la segunda parte roló el viento. El Madrid, que no hizo sustituciones, se hizo con la pelota y el City comenzó a perder el sitio. Hasta el punto que Guardiola abroncó a De Bruyne por su indolencia y el belga se revolvió encarándose con el técnico. Alaba hizo trabajar a Ederson en una falta en un tramo inicial en el que el Madrid era más reconocible y el reloj el principal rival. El partido estaba en un gol, el que ansiaba Ancelotti, el que temía Guardiola. Un gol que no marcaría Modric, quien dejó su sitio a Rudiger en un sustitución de enorme peso significativo. El Balón de Oro daba paso al especialista defensivo. La salida del alemán empujó a Alaba al lateral y desató a Camavinga, que se fue al medio a hacer pesar su exuberancia física. En realidad Carletto le entregaba al francés los galones del croata.
Empujaba y empujaba el Madrid a un City que lo fiaba todo a una contra. Conquistada la ventaja Guardiola trabajaba para conservar la renta. Si el cambio de Modric por Rudiger fue un síntoma, el de Asensio por Kroos fue la constatación del relevo generacional. Si el Madrid quería pisar la final de Estambul sería gracias al fragor de los jóvenes no al oficio de los veteranos. Courtois y el larguero evitaron el tercero en un remate de un aciago Haaland, pero Militao acabó marcando de forma dolorosa en propia meta en un centro mal defendido. Julián Álvarez redondeó la goleada. El destino guardaba un crudo epílogo al reinado blanco.
El epílogo de una dinastía
Pasarán los años y se contará que había equipos más completos con delanteros más rápidos y defensas más fuertes. Pero ninguno fue capaz de entender el fútbol como este Real Madrid. Un equipo que competía siempre, en cualquier contexto y ante todos los rivales. Sufría cuando el partido lo requería y disfrutaba cada segundo que tenía la pelota. Mientras los demás jugaban a ganar, ellos ganaban jugando. Así forjaron una leyenda y construyeron una dinastía ganadora que levantó cinco Champions mientras Modric y Kroos domaban la pelota, Benzema susurraba goles y Courtois coleccionaba milagros en la portería.
Pero el tiempo pasa inexorablemente para todos y el Madrid se ha hecho mayor. Ha envejecido al ritmo que maduraba el Manchester City, un equipo mayúsculo reunido a golpe de talonario y forjado con mimo por Guardiola. City y Real Madrid han escenificado el cambio de guardia en el fútbol europeo. Gloria al City, honor al Madrid.
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