Gallagher y Julián ya son tan soldados de Simeone como Griezmann

Aunque es seguro que no lo sabían, Conor Gallagher y Diego Pablo Simeone estaban destinados a unir sus caminos en algún momento. Y eso que es posible que, junto a Kieran Trippier, el recién fichado sea de los pocos ingleses que ven con buenos ojos al Cholo después del mítico episodio del pisotón a Beckham cuando el técnico argentino aún era jugador. Pero eso fue hace ya 26 años, en 1998, y Conor nació ya en el nuevo siglo, así que no llegó ni a verlo. Y no es lo mismo que te lo cuenten a vivirlo.

Así que Gallagher ha decido dejar de lado las rencillas de la aspera relación Argentina-Inglaterra y enrolarse a pleno desde el primer día en las filas de Simeone. Y apunta a ir subiendo rangos en el escalafón a base de derroche y de goles, como el que abrió la lata en la victoria del Atlético ante el Valencia. Da la sensación de haber encontrado en Madrid y en su nuevo técnico el ecosistema idóneo para explotar como futbolista y llegar a cotas incluso más altas de las que había llevado a su fútbol en ese Chelsea de entreguerras del que salió este verano.

Coreado en la grada y alabado por su entrenador a partes iguales desde el primer día, tiene unos metros por delante en el campo, si es que lo necesitara, que no lo parece, el ejemplo perfecto de lo que puede ser su estancia Madrid. En Griezmann, el otro goleador de la noche (suma y sigue) tiene el espejo de lo que puede elevar a un futbolista Simeone. Entre los dos resolvieron un partido plácido para los rojiblancos, que siguen a cuatro puntos del liderato.

Un Valencia inoperante

El partido era, como todos desde que el Barça ha optado por impriimir un ritmo de infarto con pleno de victorias, otra trampa. Aunque en este caso, algo benévola. Enfrente estaba un Valencia que, sin delanteros tras el caso Rafa Mir y la lesión de Hugo Duro, apenas inquietó a los rojiblancos durante todo el choque, y acabó cayendo de maduro en cuanto recibió el primer tanto.

Un gol que, por otro lado, templó a un Atlético que parecía vivir, hasta el minuto 40, un deja vú de lo que fue el partido contra el Espanyol. Buen juego, ocasiones, dominio, pero poco acierto con un Sorloth renegado con el gol, fallón en el mano a mano y en el remate. Pero cuando casi se enfilaban los vestuarios el inglés aprovechó un gran balón filtrado de De Paul para con la llegada desde segunda línea, una de sus especialidades, batir a un Mamardashvili vendido y finiquitar la contienda con su gol, porque el partido se acabó con el primer golpe.

Lo certificó Griezmann nada más arrancar la segunda parte con un gol de listo, otro de tantos en su cuenta, aprovechando un mal remate de Lino para mandar el balón a la jaula. Y de paso, permitió a los suyos descansar antes de afrontar el rubicón que se viene en los próximos días. A todos menos a Julián, que tras cruzar el charco y salir desde el banquillo se estrenó como goleador tras una gran jugada de Riquelme y abrió la lata de una cuenta goleadora que se espera, a tenor de lo pagado, crezca mucho desde este momento.