El Girona suda para ganar un punto ante el Celta

El Girona ha perdido la frescura y exuberancia de la pasada campaña, cuando todas las monedas que tiraba al aire caían cara. Ahora todo cuesta más. Donde antes todo era fluidez y los engranajes parecían permanentemente engrasados, en estos momentos el juego avanza a ratos chirriando. Y ganar cuesta horrores. Ante el Celta bordeó el triunfo, pero a falta de 10 minutos Iago Aspas, el superhéroe de Balaídos, ahogó al cuadro catalán. Un empate quizá agridulce, pero nada injusto (1-1).

Michel se encuentra en un proceso de reconstrucción, dirigiendo un equipo parcialmente nuevo. En la banda debe desgañitarse más de lo acostumbrado, él que de por sí no es un técnico contenido. "Calma, calma", gritaba ante un inicio titubeante de sus jugadores, incómodos en general con el balón en sus pies.

Oriol Romeu se desgarró el músculo de su pierna derecha antes del cuarto de hora y eso incrementó el nivel de estrés del entrenador de Vallecas. El Celta ha empezado el campeonato como un equipo más competente de lo habitual y demostró que tiene mejores aspiraciones que librarse de la lucha por el descenso. Empujó y puso la ansiedad en el estómago del conjunto catalán, al que le costó desplegarse hacia arriba.

Cuando lo hizo, en una de esas contadas incursiones, marcó por mediación de un remate de cabeza de Yangel Herrera tras un dulce pase de Daley Blind (m. 38). Tanto que se ha quejado Míchel de la falta de efectividad de sus hombres y en una de las pocas avanzadillas crucificó a Vicente Guaita. Un gol que fue mano de santo, porque el equipo adquirió la serenidad que reclamaba su entrenador, al menos durante un rato.

Luego, en la segunda parte, y a medida que al Celta le pudo la presión del marcador, el Girona vio laminada su posesión del balón. Pero se supo defender. Le faltó volumen de juego, no solidez y amarre al campo. Eso debió ser del agrado de Míchel, que logró apropiarse de la confrontación con un triple cambio a 20 minutos del pitido final. John Solís, Bryan Gil y Portu domaron a los vigueses. O eso parecía.

Golpe de Aspas

En su peor momento, el Celta igualó con una triangulación precisa que culminó Iago Aspas, el delantero que cumplía su partido 501 en Liga. Gol 159 de su cosecha. Se ganó el homenaje que todo Balaídos quiso dedicarle con un golpeo de jugador de billar, de tan quirúrgico que fue.

Y al Girona se le descontroló la brújula. "Teníamos el partido bastante controlado, pero el gol nos ha dejado tocados. Hemos sufrido un poco más a partir de entonces", admitió Iván Martín, posiblemente uno de los más firmes en la medular gerundense.

Cargados de adrenalina, los celestes se vinieron arriba, casi siempre empujados por Hugo Álvarez, habilidoso producto de la cantera que percutió con imaginación y personalidad por la izquierda.

Aún tuvo un golpe de orgullo el Girona, que en el tiempo de descuento trató de deshacer el empate a través de Solís, tras un córner, y Tsygankov, con un violento disparo desde fuera del área. El empate permaneció, y el precio a pagar fueron las lesiones musculares de Romeu y Blind y una sensación de que este año el camino se ha empinado.

"El año pasado teníamos mucho más llegada. Cuando el partido estaba atrancado, al final encontrábamos la forma de que cayera de nuestro lado. Solo queda seguir trabajando. Los resultados seguro que llegarán", valoró Martín. Poco a poco.