Fútbol

Un Real Madrid gris sobrevive en Balaídos al ataque de entrenador de Ancelotti

Los goles de Mbappé y Vinicius, sumados a las paradas de Courtois, permiten a los visitantes sumar tres puntos tan sufridos como injustos ante un Celta que mereció el empate

Fermín de la Calle

Fermín de la Calle

El Real Madrid se enfrentará la próxima semana a Borussia Dortmund y Barcelona, dos rivales de jerarquía. Y lo hará confirmando que Ancelotti no da con la tecla de un equipo que sobrevive aferrado al dibujo de la pasada temporada y a los galones de Modric, que pasados los 39 años, es el jugador más decisivo del equipo. En Balaídos un ataque de entrenador del italiano estuvo a punto de costarle muy caro a un Madrid tan gris como su uniforme al que salvaron los chispazos de Mbappé, Vinicius y Courtois. Muchas dudas en los madridistas, tantas como certezas en este valiente Celta al que penalizan sus errores atrás.

Proponerle un partido al Real Madrid con el balón en los pies y atacándole puede entenderse como un ejercicio de personalidad o como un suicidio. El Celta de Giráldez lleva demostrando desde que arrancó la temporada que carácter le sobra, pero había dudas sobre si saldría a morder arriba al Madrid, dejando metros a la espalda de su zaga que Bellingham, Vinicius y Mbappé pudieran rentabilizar en las transiciones. Y vaya si lo hicieron los celestes.  

El Celta cogió a los de Ancelotti por la solapa desde el principio y pudo encontrar premio en los primeros minutos, en los que Borja Iglesias dejó solo a Swedberg ante Courtois para abrir el marcador. Pero el belga, que regresaba al once, salvó a los suyos a los siete minutos desviando el disparo del sueco. Los blancos se relamían aceptando el cara a cara con el Celta, pero lo hicieron con una disposición caótica en el campo. Carletto insistía con un 4-4-2 que se convertía por momentos en 5-3-2 con Tchouameni metido entre Militao y Rudiger. Y en el medio el italiano acostaba a Bellinhgham a la derecha para tapar la banda, mientras Vinicius ayudaba en la izquierda a Fran García, elegido en el carril izquierdo. En el derecho aparecía un Lucas que se estrenaba en el rol de capitán por el lesionado Carvajal. 

Gol de Mbappé

Andaba Ancelotti en la banda explicando en la banda a Tchouameni cómo reorganizar el desaguisado cuando un mal pase de Fran Beltrán terminó en los pies de Mbappé, que desde 30 metros la clavó en la escuadra de Guaita. Falló el Celta y marcó el Madrid. Falló o Williot Swedberg (o acertó Courtois) y no perdonó Mbappé. La eterna historia del fútbol. Por eso el Real Madrid tiene 15 Copas de Europa en sus vitrinas. El gol rebajó la efervescencia local y asentó a los blancos, en este partido luciendo un gris espantoso. 

Al descanso, Mbappé había pescado en el río revuelto de Balaídos y eso eran magníficas noticias para un Real Madrid que sigue deambulando tácticamente por el campo con Bellingham hipotecado en la derecha, Tchouameni tirado atrás como central, Rudiger dando pelotazos largos desde atrás, y con Valverde y Camavinga encadenados al doble pivote. Además, el inglés, que le afeó una finalización a Vinicius en la que le acompañaba, comienza a dar síntomas de frustración en este arranque de temporada vulgar en el que ha perdido la brújula y el martillo. Ni asiste ni marca. 

El resultado maquillaba muchas carencias del Madrid, y varias de ellas quedaron retratadas en la jugada del empate, en el minuto 50, cuando un balón de Mingueza al corazón se encontró solo a Williot Swedberg, que esta vez no falló. Tres centrales y ninguno cubrió al delantero ni la zona del corazón del área. Un error grosero que evidenciaba que el ataque de entrenador de Ancelotti estaba pasando factura a los suyos.

Sale Modric, gol de Vinicius

Reaccionó Carletto sacando del campo a Camavinga y Valverde, el doble pivote, para armar un 4-2-3-1 mucho más natural, con Modric junto a Tchouameni, por delante Rodrygo, Bellingham y Vinicius, y arriba Kylian. La presencia de Modric ordenó automáticamente a los suyos y el croata, que se convertía en el jugador más viejo del Madrid en jugar superando a Puskas, regaló una asistencia a Vinicius al espacio, que el brasileño convirtió en el segundo gol blanco. Las cosas pasan por algo y devolver al equipo a su dibujo natural bajo el gobierno de Modric, jugador fundamental, operaron un efecto inmediato en el Madrid.

No se desanimó el Celta, que buscó más piernas y pulmones en su banquillo, pero al que le falta gol para compensar tanto entusiasmo. Merecieron más los vigueses, que por momentos sometieron a los de Carletto y pudieron igualar en el marcador en el descuento con una ocasión de Douvikas que el griego perdonó. Pero el fútbol no es meritocracia, son goles y paradas. Y en eso el Real Madrid no tiene rival. Flick habrá sacado conclusiones, Ancelotti debería sacarlas.