Mallorca - Barcelona (1-5)

El Barcelona goza su absurdo talento

Las genialidades de Lamine Yamal y los goles de Raphinha revitalizan al equipo de Flick en Son Moix ante la redención de De Jong

Francisco Cabezas

Quienes hacen apología del equilibrio quizá estén muertos por dentro. Quizá no sepan apreciar cuán divertido es echarse a los brazos de la locura. No es que, en este caso, el equilibrio sea imposible, sino que pocos lo desean. Un Barça gobernado por Joan Laporta sólo puede tener continuidad en el campo con este equipo rebelde, emocional. Un grupo que encuentra su mayor placer viviendo al límite de la cordura y que disfruta del talento absurdo de Lamine Yamal, que ejerce de genio con cara de recién despertado de la siesta.

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Raphinha, el orgulloso capitán del Barça, empujó a su equipo después de un irregular primer tiempo cerrado en 1-1, cuando peor pintaba la cosa en Son Moix. Tomó dos goles el brasileño, uno tras un penalti inocente de un Mojica desquiciado y que cayó en la trampa de Lamine Yamal; y otro, después de que la estrella adolescente exhibiera la grandeza del exterior de su pie izquierdo. Después, Frenkie de Jong, rescatado con todo resuelto para ejercer de mediapunta liberado ante los socavones defensivos del Mallorca, pudo darse el gustazo de marcar a puerta vacía y de ceder el quinto a Pau Víctor

Tras la caída en Anoeta, el empate en Balaídos, y el derrumbe ante Las Palmas, el Barça hizo lo que debía en Son Moix, capaz de restituir su imagen tras 45 minutos de desconcierto ante el Mallorca. Escogió, eso sí, un mal momento para integrarse tan bien en los grotescos acontecimientos del amanecer. Con Lewandowski por primera vez esta temporada en el banquillo de inicio, todo pasaba por que Ferran Torres, nueve de excepción, acertara alguna. Lo intentó varias veces, aunque sólo lo logró una. Y fue después de que el Mallorca protagonizara una acción surrealista en defensa. Mojica, a saber por qué, se desentendió de su portero y arreó un pelotazo sin sentido hacia su compañero Valjent. Ferran estuvo en su sitio para ver cómo la pelota burlaba al pobre Leo Román.

Jagoba Arrasate adiestró a su Mallorca para tirar una y otra vez balones a la espalda de la línea avanzada de Flick. Antes del desastre final, aquello funcionó hasta que a sus futbolistas les aguantaron las fuerzas. Habían llevado los locales al Barça durante un rato al caos, aprovechando que los azulgrana no estuvieron acertados en el primer tiempo. Y en una acción episódica, a Iñigo le faltó dar un paso más al frente; Samu Costa se hizo el despistado y el menudo Maffeo, que aguardaba su turno, corrió como un demonio para aprovechar la estepa y regalar el tanto del momentáneo empate a Muriqi, al que se le debió hacer raro eso de rematar bien, y a gol, con el pie, no con la cabeza.

Pero Lamine Yamal, quien más rápido piensa en una película que siempre parece ir a cámara lenta, aprovechó que Mojica corría como un caballo desbocado hacia el área para forzar un penalti que cambiaría por fin el guion.

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Luego, no hubo más que recrearse con esas caricias con la zurda repletas de contradicciones de Lamine que obligan a los defensores al estrabismo, y con ese ejercicio de redención tardío de Frenkie de Jong, al que bien falta le hacía empanciparse de su tormento.

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