FC Barcelona 0-1 Leganés
El Barça rechaza ser feliz y pierde contra el Leganés
El equipo azulgrana sufre una tétrica derrota en Montjuïc ante un rival que aún no había ganado fuera de casa
Francisco Cabezas
Al Barcelona se le plantó un cuervo en Montjuïc que vendría a ser como el que brotó de la atormentada mente de Poe. El pajarraco se hizo famoso porque torturaba a un pobre chaval que había perdido a su amada repitiéndole una y otra vez "nunca más". Aquel cuervo, claro, se intuye que sería negro, no azul, que es el que pone el dinero en ese Leganés (el holding estadounidense Blue Crow) que se negó a irse de la montaña hasta que no ganó al Barça, convirtiendo el duelo en un terrible suplicio. "Nevermore".
Jeff Luhnow, el presidente del Leganés nacido en México que llegó a ser director general de los Houston Astros de la liga estadounidense de béisbol, debió estar más que satisfecho viendo cómo su equipo ganaba por primera vez fuera de casa en esta Liga. Y porque el partido, repleto de interrupciones, se hizo tan lento como cualquiera de la Major League Baseball.
Nada que ver con Dortmund
El alegre y vivaracho Barça que deslumbró en Dortmund nada tuvo que ver –aunque repitieran todos menos Cubarsí, suplido por un notable Eric García– con el equipo que asomó en la noche de Montjuïc. Fue un grupo ojeroso y con el mismo lenguaje corporal pétreo de Marcus Sorg, que era quien ofrecía las instrucciones en la banda mientras el sancionado Hansi Flick observaba el desastre desde la cabina de los analistas.
El técnico alemán –el de arriba, pero también el de abajo– se revolvió al ver lo ocurrido en los primeros cuatro de minutos, prólogo adecuado al descenso a los infiernos que vendría a continuación. Balde, en Babia, se desentendió de Munir. Para fortuna del carrilero azulgrana, el delantero del Leganés disparó al bulto.
Pero aquello no fue más que una advertencia en la que ningún azulgrana reparó. En el córner posterior, Sergio González se ocultó tras una montonera en el área. No hubo futbolista del Barça que reparara, ya no en su marcaje, sino en su simple presencia. Al ver volar el balón, el central del Leganés no tuvo más que salir de su guarida y cabecear solo a gol.
Grada ciclotímica
Se abría así de par en par la caja de Pandora, provocando un estado de nerviosismo en Montjuïc que alcanzó a los futbolistas del Barça, pero también a un árbitro novato –Quintero González nunca había arbitrado al equipo azulgrana en esta temporada de debut en Primera–, y también a una grada ciclotímica. A los cinco minutos, desde sectores cercanos a la Grada de Animación cerrada por la directiva y ocupada ahora por peñistas varios, comenzaron a escucharse esos gritos que tanto molestan al presidente: "Barça sí, Laporta no". De poco servía esa mini-charanga que trataba en la gélida noche de animar un ambiente de lo más tétrico.
Entre trompicones, pérdidas de tiempo, una patada tremenda de Neyou a Lamine y continuas pérdidas en una garganta del campo que Borja Jiménez , técnico del Leganés, congestionó, el Barça pagaba su escasa traza en el disparo.
Porque a pesar de que el juego no fuera lúcido y de la escasa proyección por las bandas –Lamine Yamal, dolorido, buscó más las posiciones interiores–, todo se hubiera aclarado con una mayor contundencia en el área en el primer acto.
Las paradas de Dmitrovic
Dmitrovic, el portero serbio del Leganés, le hizo la vida imposible a Lewandowski. Le arrebató dos tantos al polaco, que acabó sustituido por Ferran Torres a 25 minutos del final y después de rematar fuera con el hombro. También supo Dmitrovic negar a Raphinha, al que le sacó una manopla antes de que la pelota se estrellara en el larguero.
El Leganés, que tuvo que recurrir a Brasanac después de que Tapia pidiera el cambio por lesión en el añadido del primer tiempo, se encerró aún más en un segundo acto angustioso. Pedri y Olmo –sustituido por Fermín– no tenían claridad, y Lamine Yamal, que evitaba encarar, no podía ocultar que el tobillo le incomodaba. Por si fuera poco, Koundé cruzó demasiado en el ocaso.
El Barça perdió la oportunidad que le brindó el Madrid tras su empate en Vallecas. Y perdió también la ocasión de alargar su buenaventura, como si la felicidad le incomodara. En el minuto 51, el cuervo azul del Leganés desplegó las alas y se largó de Montjuïc. Lo de "nunca más" no sirve para el Barça.
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