LOS ROSTROS DEL AÑO

Saúl Craviotto, mucho más que "ese que ganó seis medallas"

El palista catalán se convirtió en París 2024 en el español más laureado de la historia de los Juegos Olímpicos, aumentando un legado que va mucho más allá

Saúl Craviotto se convirtió en París 2024 en el deportista español con más medallas olímpicas.

Saúl Craviotto se convirtió en París 2024 en el deportista español con más medallas olímpicas. / Nacho García

Sergio R. Viñas

Sergio R. Viñas

En Saúl Craviotto tendemos a reparar cada cuatro años porque España por desgracia es así, tan futbolera y poco más (los Nadal, Alcaraz, Alonso...), tan desapegada de esos héroes olímpicos a quienes, llegada la cita cuatrienal en cuestión, se les exige desde el sofá y ante la televisión como si hubiéramos hecho algo, como país, para que nos tengan que dar algo a cambio.

Lo bueno, para nosotros, también para él, es que Craviotto lo sabe, lo asume y lo relativiza. Tener 40 años y observar de lejos la adolescencia ayuda. En otro país, incluso en alguno no muy lejano, el palista sería una estrella pop, en su condición de deportista con más medallas olímpicas de la historia de España, un total de seis tras el bronce logrado el pasado mes de agosto en París 2024, en el K-4 500 que compartió con Marcus Cooper, Carlos Arévalo y Rodrigo Germade.

"Me paran por la calle y me dicen: ‘¡Anda, por ahí va Saúl Craviotto, el cocinero!’. Yo pienso: ‘¡Manda narices que después todos sea por lo que me conozcan!’. Pero me lo tomo a risa", explicaba a El Periódico de España antes de esa cita olímpica, consciente que su paso victorioso por el programa Masterchef le ha reportado más fama que cualquier de sus medallas olímpicas, incluso que la suma de todas ellas.

La sexta medalla, en París

Por entonces, Craviotto todavía estaba empatado en la cima olímpica española (la paralímpica, a años luz, la posee Teresa Perales) con su predecesor, mentor y amigo David Cal, ambos con cinco metales. La historia se terminó de girar definitivamente a su favor en una tórrida mañana de agosto, en el espectacular canal olímpico de Vaires-sur-Marne.

Y, como merece una gran gesta, la intriga fue la protagonista de aquel día, ante la mirada del ministro Félix Bolaños, presente en el canal mientras Carles Puigdemont hacía una visita clandestina y exprés a Barcelona y el Parlament de Cataluña se preparaba para hacer 'president' a Salvador Illa unas horas más tarde.

El bote español, con Craviotto en la proa, tomó la delantera en el arranque de la prueba. Un ímpetu inicial que el cuarteto nacional no pudo sostener durante los 500 metros de la regata, pero que les sirvió para sumar el que era el segundo bronce del piragüismo español en 30 minutos, tras el logrado por el C2 200 de Joan Antoni Moreno y Diego Domínguez.

Carlos Arévalo, Marcus Cooper, Saul Craviotto y Rodrigo Germade ganaron el bronce en K4 500.

Carlos Arévalo, Marcus Cooper, Saul Craviotto y Rodrigo Germade ganaron el bronce en K4 500. / AP

Había, en fin, seis medallistas españoles en la orilla del canal olímpico. Pero todas las miradas, claro, se posaban en este policía en excedencia que acababa de convertirse en el mejor español de la historia de los JJOO. Quien esperara a un protagonista con el pecho hinchado, claro está, se equivocaba. "No quiero que se me recuerde como, 'mira este, que ganó seis medallas'. Me gustaría que me viesen como un tío que siempre ha tenido claro su propósito y que se ha sabido rodear por toda la gente que tengo a mi alrededor, por mis compañeros... Yo creo que ese es el mejor legado que puedo dejar".

"Un padre normal"

Ese día dijo más cosas, como que no quería ni ver una piragua "a 50 kilómetros de distancia" en un buen tiempo y que a corto plazo aspiraba a "hacer cosas de un padre normal" con sus tres hijas. Aunque buena parte de lo que ha hecho en estos meses ha sido acudir a galas y entregas de premios que solicitaban su presencia. Y, a diferencia de muchos otros deportistas, ha estado en presente en casi todas las que le han requerido, si no en todas.

He ahí su legado, parte de él. El de un deportista consciente de su trascendencia social, aunque no haya recibido durante su extensa y brillante carrera el reconocimiento popular que merecía. Craviotto juega en la liga de los Nadal, Gasol o Carolina Marín. Por eso es mucho más que "ese que ganó seis medallas".

¿Habrá opción a una séptima en Los Ángeles 2028? Por difícil que suene, dado que Craviotto alcanzaría esa cita con 43 años, él no termina de cerrar la puerta. "No me lo planteo, ahora lo que me planteo es ir año a año", ha dicho en las últimas semanas. De otro se podría pensar que se está haciendo el interesante. Con Craviotto solo cabe pensar que su honestidad habla por él: "Lo que me gustaría que quedara de mi legado es que he sido un tío constante y luchador. Y ya está". Sea.

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