Sequía
Horizonte de obras para el sector arrocero: 240 millones de euros de inversión y cinco años de espera
La Confederación Hidrógráfica del Guadalquivir proyecta diversas actuaciones para llevar el agua de la presa de Peñaflor (Sevilla) a las marismas con el objetivo de paliar los efectos de la sequía en el cultivo
La situación de sequía persistente ha dejado al sector del arroz de Sevilla, principal productor nacional históricamente, al borde del abismo una campaña más. Esta perspectiva hace que tanto arroceros como habitantes de las marismas de Guadalquivir miren directamente a las administraciones públicas en busca de una respuesta que salvaguarde el cultivo más allá de las inclemencias meteorológicas.
La Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) es el organismo estatal encargado de la gestión y explotación de los recursos, aprovechamientos e infraestructuras hidráulicas de dominio público en la cuenca. El pasado enero, la CHG anunció la licitación de la redacción de los proyectos de cinco actuaciones -que cuentan con una inversión de 240 millones de euros- que repercutirán directamente en el cultivo del arroz por parte del Ministerio de Transición Ecológica y el Reto Demográfico, así como la licitación de una obra enfocada a la rehabilitación del tramo origen del Canal del Bajo Guadalquivir.
Evitar la salinidad del agua: el objetivo
Las previsiones que baraja la CHG apuntan a que estas obras estén finalizadas en unos cinco años, es decir, en 2029. Estas intervenciones permitirán transportar agua procedente de la presa de Peñaflor (Sevilla) a la zona arrocera de las marismas a través del recrecido del Canal del Bajo Guadalquivir para aumentar su capacidad de transporte desde esa presa. Además, se acometerán nuevos canales de distribución de la zona arrocera de la margen derecha.
Esto permitirá que el agua llegue con una salinidad bastante inferior a la procedente de la desembocadura del río. Hay que tener en cuenta que, hasta Alcalá del Río, las mareas afectan a dicha salinidad del Río Guadalquivir y, por tanto, a los cultivos.
Las medidas afectarán positivamente a las dos márgenes del río, según la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir. La margen izquierda cuenta con avances en este sentido, ya que desde 2008 se viene ensayando con éxito, según la propia CHG y como reconocen los agricultores, el riego de la parte arrocera con ‘agua dulce’ procedente del Canal, aislándose del río en sí.
Desde la CHG reconocen que la tramitación ambiental y los distintos procesos de licitación y adjudicación de cada una de las obras no permiten que las nuevas infraestructuras hidráulicas estén listas antes de ese periodo de un lustro
Tanto alcaldes de la zona como los propios arroceros miran este anuncio con cierto recelo, ya que se habla de “redacción de proyectos, unas actuaciones que pueden eternizarse cuando eran bien sabidas las necesidades del sector desde hace años y que no da respuesta a la situación de sequía que ya es insoportable”, destaca el alcalde de Isla Mayor, Juan Molero.
Desde la CHG reconocen que la tramitación ambiental y los distintos procesos de licitación y adjudicación de cada una de las obras no permiten que las nuevas infraestructuras hidráulicas estén listas antes de ese periodo de un lustro.
Más de 37.000 hectáreas de arrozal
No en vano, la infraestructura hidráulica que más afecta al arroz de la marisma es el Canal del Bajo Guadalquivir que, teniendo su origen en la presa de Peñaflor y discurriendo a lo largo de unos 150 kilómetros hasta la presa de Lebrija, suministra agua a tres importantes Zonas Regables, entre ellas la del Bajo Guadalquivir con casi 70.000 hectáreas de riego.
Del tramo final del Guadalquivir, desde la presa de Alcalá del Río hasta la desembocadura, depende en la actualidad el riego de unas 37.100 hectáreas de arrozal
Asimismo, del tramo final del Guadalquivir, desde la presa de Alcalá del Río hasta la desembocadura, depende en la actualidad el riego de unas 37.100 hectáreas de arrozal. “Este tramo se ve sometido a la influencia de marea y por ello al proceso de intrusión salina”, como explican desde la propia CHG.
Esta circunstancia condiciona de forma muy acentuada la gestión de las campañas de riego, obligando a aportaciones de caudales superiores a los necesarios para alcanzar las dotaciones aprobadas, encaminadas al control de los niveles de salinidad en el estuario.
Precisamente para optimizar estos recursos invertidos en cada campaña de riego y aislar al sector arrocero de los efectos de la salinidad, “la mejor alternativa pasa por realizar el transporte de los recursos hídricos hacia esta zona a través del Canal del Bajo Guadalquivir”, aseguran desde la CHG. De ahí la necesidad de estas obras, aunque aún tardarán un lustro en estar disponibles.
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