VICEPRESIDENTA DE TRANSICIÓN LIMPIA, JUSTA Y COMPETITIVA

Allanar grandes fusiones y ser aún más verde sin frenar la economía, los retos de la ‘supercomisaria’ Ribera

Nuevo peso pesado de la Comisión Europea, la española asume la potente cartera de Competencia para modernizarla tras años de mano dura y tendrá que impulsar la transición ecológica sin que la industria europea pierda aún más competitividad

La nueva vicepresidenta de la Comisión Europea y comisaria de Competencia y Transición Limpia, Teresa Ribera / EFE

David Page

Teresa Ribera desembarca en la nueva Comisión Europea y lo hace convirtiéndose en un auténtico peso pesado y asumiendo carteras que serán puntales cruciales en la estrategia de futuro de la Unión Europea. La presidenta Ursula von der Leyen la ha elegido para ser una de sus vicepresidentas ejecutivas -hay otros cinco, pero no todos con funciones de mismo calado político- y para ponerse al frente de departamento de Transición Limpia, Justa y Competitiva, asumiendo también la potentísima cartera de Competencia, una de las más relevantes en la acción política de la UE.

La Unión Europea ha asumido el carácter fundamental, casi de pura supervivencia, de volver a ser una potencia industrial, de acabar con la permanente pérdida de competitividad de sus empresas frente a las de EEUU y China, y hacerlo impulsando al máximo la transición ecológica como vía irrenunciable. La nueva Comisión Europea pretende volcarse en el mandato que ahora arranca y hasta 2029 en conseguir estos objetivos interconectados. Y en todas estas tareas el nuevo departamento comandado por Teresa Ribera, hasta ahora vicepresidenta española y ministra para la Transición Ecológica, se adivina como un centro de liderazgo y coordinación (a la espera de ver cómo se resuelven en la práctica los equilibrios de poder y eventuales solapamientos con otras vicepresidencias y otras comisarías).

Puntal del futuro verde

Von der Leyen ha encomendado explícitamente a la nueva ‘supercomisaria’ Ribera tareas estratégicas para hacer posible la transición energética y ecológica de la Unión. En la carta de misión de la presidenta de la Comisión Europea encarga a Ribera “dirigir los trabajos para garantizar que la UE se mantiene en la senda para conseguir los objetivos del Pacto Verde Europeo”, la hoja de ruta verde con la que el continente aspira a reducir un 90% las emisiones de efecto invernadero en 2040 y alcanzar las emisiones netas cero a mitad de siglo.

“Uno de los grandes retos para nuestra competitividad y para la capacidad de crecer de nuestras industrias son los altos precios de la energía”, subraya Von der Leyen, y por eso pide a Ribera “comandar los trabajos para conseguir reducir los precios energéticos y desprendernos de nuestra dependencia de los combustibles fósiles”, al tiempo que le encomienda impulsar la “inversión en infraestrucutras de energías limpias y abordar la pobreza energética en Europa como parte del reto de la crisis de vivienda”.

La energía se ha confirmado como un elemento clave para impulsar la reindustrialización de la UE y para romper su pérdida de competitividad, debido a los elevados precios energéticos que registra (los europeos y sus empresas industriales soportan precios de la electricidad entre dos o tres veces más caros que en EEUU y China, y unos precios del gas cinco veces más altos que en EEUU), a su volatilidad y a la incertidumbre sobre su evolución, y también como consecuencia de la heterogeneidad regulatoria y fiscal en este campo entre estados miembros. La nueva Comisión Europea se enfrenta al reto de seguir impulsando la transición energética, acelerar el despliegue de energías limpias, y hacerlo como vía para ganar competitividad y no para perderla.

Modernizar la política de competencia

Además de colocarla en el centro de la política ambiental e industrial del nuevo Ejecutivo comunitaria, la presidenta de la Comisión Europa ha reservado para Teresa Ribera también las funciones de la potente cartera de Competencia. El encargo explícito a la nueva comisaria es “modernizar” las políticas europeas de competencia y hacerlo con una “revisión de las directrices de control de fusiones”. El objetivo: permitir dar el “peso adecuado a las necesidades más acuciantes de las economías europeas en relación a la resiliencia, eficiencia e innovación, los horizontes temporales e intensidad en inversión para competir en determinados sectores estratégicos, y en un cambiante escenario de defensa y seguridad”.

En los últimos años el departamento de Competencia de Comisión Europea -comandado por la poderosa Marghrete Vestager- ha mantenido una política dura en relación a las grandes fusiones de escala continental por su impacto en la competencia de sus sectores y por los potenciales perjuicios para los clientes finales. Tras varios vetos de grandes operaciones, desde algunos sectores, singularmente el de las telecomunicaciones y en algunas actividades de la gran industria, se ha venido reclamando a la a Bruselas abrir la mano y flexibilizar la política de competencia para que las empresas europeas pudieran ganar tamaño para competir con sus rivales globales.

El informe elaborado por Mario Draghi, expresidente del BCE, sobre la competitividad de la economía europea alertaba reclamaba una revisión de las políticas de competencia, alertando especialmente de que las tecnológicas y telecos europeas no tienen el tamaño suficiente para impulsar su propia tecnología e invertir lo suficiente para hacer frente a sus rivales norteamericanos y asiáticos, y poder competir así en el despliegue máximo de redes de banda ancha de alta velocidad y 5G, en materia de computación e inteligencia artificial y tampoco en la fabricación de microchips.

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Para la nueva Comisión Europea la vinculación entre las políticas de competencia y la transición energética pretende ser muy directa. Por ello, entre los retos fundamentales encomendados por Von der Leyen a Ribera se encuentra el desarrollo de un nuevo marco regulatorio de las ayudas estatales para acelerar el despliegue de las energías renovables, garantizar la descarbonización de la industria y rearmar la capacidad europea de producir tecnologías limpias.  

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