ELABORADA CON LÚPULO

Hijos de Rivera crea Lupia, su primera marca en 30 años cultivada con lúpulo de Abegondo

Es la tercera firma de la compañía tras Estrella Galicia y 1906. Las plantaciones de lúpulo se empezaron a recuperar en 2004 como homenaje al fundador de la cervecera

Hijos de Rivera / Carlos Pardellas

Ana Carro

Lupia es la nueva marca de cerveza de Hijos de Rivera: la tercera de su historia —tras Estrella Galicia y 1906— y la primera en tres décadas. Se trata de una cerveza limitada porque “depende de la cantidad de lúpulo que se coseche”, como explicó en la presentación el presidente de la Corporación Hijos de Rivera, Ignacio Rivera. El objetivo de este lanzamiento es “dar un puñetazo sobre la mesa” para “transmitir” lo que es esta compañía cervecera. “Amamos la cerveza y somos artesanos”, manifestó. 

Rivera reconoció que este nuevo producto “es un cervezón”, pero lo que lo hace especial es que está hecho con lúpulo cultivado en Abegondo. Ese proyecto que arrancó hace 20 años para recuperar estas plantaciones locales. “En 2004 recuperamos el cultivo de lúpulo como homenaje al fundador de Estrella Galicia, José María Rivera Corral, que fue la primera persona que trajo el lúpulo a Galicia”, recordó el gestor de proyectos de I+D de Cosecha de Galicia, José Luis Olmedo, en una visita a estas plantaciones. “Es nuestro kilómetro cero”, indicó.

Nace Lupia, la primera nueva marca de Hijos de Rivera (Estrella Galicia) en 30 años. / LOC

Dos cervezas

Así nace una cerveza de cosecha que tiene dos variedades: la nugget y la magnum. Según detalló el maestro cervecero Luis Alvar, la primera “tira a terroso, con notas herbales y un toque picante” mientras que la otra “más aromática, más floral y un poco cítrica”. 

La nugget está inspirada en la histórica rebelión de los taberneros de Pilsen en 1838 para mejorar la calidad de la cerveza, por lo que toma como referencia el estilo de una cerveza clásica checa. Por otro lado, la magnum, sigue el estilo de una cerveza típica de la ciudad de Colonia. 

Por ahora, comentó Rivera, no se han marcado “una cantidad de producción” sino que van “con el ritmo de la cosecha”. “Es un producto que se va a acabar, creo que hay gente que no va a poder tomarla”, reflexionó. Por eso es una “cerveza limitada”. “La producción dependerá de la cantidad de lúpulo que se coseche”, repitió, y señaló que no descarta que en un futuro se hagan “colaboraciones” con otros lúpulos.

Alvar expuso que, con el tiempo, verán “qué lúpulos se dan mejor en el campo” y eso le irá “guiando” en el proceso. “Depende bastante de la climatología”, señaló, y agregó que espera que, con el tiempo, el cliente reconozca “qué lúpulo lleva cada cerveza”. 

El nombre

La nueva marca de Hijos de Rivera es la tercera de su historia. La primera, Estrella Galicia, fue la carta de presentación en el año de su fundación, 1906. Pasó mucho tiempo hasta que llegó la siguiente marca: Cervezas 1906, en 1993. Ahora, 30 años después, irrumpe en escena Lupia. “Queremos que marque la diferencia con una nueva categoría de cervezas en el mercado nacional”, comentó Luis Romero, de Hijos de Rivera. Fue el encargado de explicar el nombre de la cerveza. “Lupia conecta semánticamente con el lúpulo, que es su materia prima. Por otra parte, lupus en latín es lobo, y es una cerveza que tiene colmillo”, relató. 

El diseño moderno y actual de las latas —llenas de coloridos y dibujos— está pensado para atraer al “público joven y con sensibilidad por el impacto positivo”.

La plantación

En Abegondo se encuentra la plantación de lúpulo que se utiliza para Lupia. Son unas 11 hectáreas en las que se pueden ver las altísimas plantas de lúpulo, “la materia prima esencial para la fabricación de cerveza”. Olmedo detalló que “la planta crece 20 centímetros cada día”. Una vez llega a su tope, “saca los brotes laterales, donde están las flores”. La planta se corta, se lleva a una peladora y se separa la flor, que hay que secar para poder conservarla y, después, utilizarla en la fabricación de cerveza. Para un litro de cerveza hace falta un gramo de lúpulo, que son unas cinco flores.

Algo muy curioso es lo que separa a una plantación de otra. “En lo que llamamos calle, plantamos grelos”, informó el miembro de Cosecha de Galicia. Esto permite “controlas las malas hierbas para evitar herbicidas”. Pero hay otros motivos detrás: “si en el momento de la cosecha, una planta cae al suelo, cae sobre un manto verde y no se mancha la flor”. Además, indicó Olmedo, “al final del desarrollo de los grelos, se cortan, se trituran y se utilizan como abono verde”.

En esta plantación, el riego es por goteo. Las plantas, en altura, están enganchadas con “un producto biodegradable”. “No es plástico ni alambre, como en otros lugares. Aquí, cuando se recoge, el cordón se manda a compostar y se utiliza de abono para las fincas”, precisó.

Los ensayos de todos estos cultivos se realizan en el Centro de Investigaciones Agrarias. Ahora, está en marcha un nuevo proyecto. Lo reveló José Luis Olmedo: “Estamos intentando hacer un cultivo indoor para darle las condiciones idóneas al lúpulo”. La compañía decidió probar este sistema porque “en los últimos años han aparecido muchas plagas”. “Las condiciones están cambiando mucho”, alertó, e incluso comentó que las plantas sufren con fenómenos como el de ayer, cuando el sol se tiñó de rojo y apareció polvo en el aire por los incendios de Portugal.

Pulsa para ver más contenido para ti

El profesional de Cosecha de Galicia reconoció que el lúpulo sigue siendo “el oro verde”, como se le llamaba a principios del siglo XX, cuando José María Rivera Corral lo introdujo en Galicia, en la zona de Betanzos. “Yo creo que mi bisabuelo vería esto como algo natural, porque lo llevaba en su ADN”, confesó el presidente de la compañía.

Pulsa para ver más contenido para ti