Agricultura

María Morales, nueva presidenta de Asaja-Sevilla: "Piso mucho campo y no voy a dejar de hacerlo"

La nueva dirigente de la organización agraria sustituye a Ricardo Serra tras 32 años en el puesto con "ilusión, ganas de trabajar, aunque sé que tengo mucho que aprender"

María Morales, nueva presidenta de Asaja-Sevilla, en su explotación de cítricos.

María Morales, nueva presidenta de Asaja-Sevilla, en su explotación de cítricos. / Asaja-Sevilla

Clara Campos

Clara Campos

"Entusiasta" y "práctica", pero, por encima de todo, "agricultora". Así se define María Morales, nueva presidenta de Asaja-Sevilla, que sustituye en su cargo al frente de la organización agraria a Ricardo Serra tras 32 años -y que continuará su labor al frente de la regional-.

Transmite sus ganas de aportar en este nuevo puesto con una energía que le desborda. "Llego con mucha ilusión, con muchas ganas de trabajar, aunque sé que tengo mucho que aprender". En cualquier caso, lo tiene claro: "Piso mucho campo y no voy a dejar de hacerlo".

Apegada al campo por tradición familiar

La vida de Morales, que fue este jueves refrendada por la Asamblea General para dirigir Asaja-Sevilla, ha estado siempre apegada al campo. "Lo he vivido toda la vida, para lo bueno y para lo malo". Ya su abuelo trabajaba la tierra y su padre, ingeniero de Caminos, le transmitió el gusanillo por la producción agrícola. "Compró una finca y la transformó en regadío y empecé a admirar su labor: al final, con el ejemplo, es con lo que se educa", asegura.

Su dedicación a los estudios la separó durante un tiempo de la agricultura, aunque a los 22 años volvió a posar sus ojos en este sector. Un curso internacional sobre comercio exterior le permitió viajar a Corea y Taiwán y aprender en temas de comercio internacional, en su caso, buscando usos para los productos del campo. "Fue un hito en mi seguridad personal y profesional brutal", reconoce.

A partir de ahí se dedicó específicamente a conocer el mundo de la naranja y cursó estudios en la Comunidad Valenciana. Después estuvo unos años a comercializar este producto y también fruta de hueso "a puerta fría" por toda Europa. "Me levantaba a las 4 de la mañana y me iba a los mercados a esperar que acabara la compraventa; de hecho, cuando ahora entro en Mercasevilla el olor me encanta y me recuerda a aquella etapa de mi vida".

Su paso decisivo fue el de la comercialización a la actividad primaria "pura y dura". Ahí se dio cuenta de las dificultades que entrañaba una explotación y que en "la comercialización se ganaba mucho dinero, pero el agricultor no ganaba nada". De eso han pasado ya 20 años. Cuando falleció su padre, en 2016, se quedó al frente de la empresa. En la actualidad, está al frente de dos explotaciones familiares situadas en la provincia de Sevilla. La primera de ellas es una finca de 100 hectáreas dedicadas al cultivo de naranjos en el término de Villaverde del Río y, la segunda, de 130 hectáreas, en El Priorato (Lora del Río) centrada en el cultivo de la almendra y donde también produce maíz, algodón, trigo y girasol.

La unión hace la fuerza

"Me di cuenta de que en el campo había mucho recorrido, muchas cosas por hacer". Con el ímpetu que la caracteriza, transformó tierra calma en arboleda -70 hectáreas de almendro- y empezó a ver posibilidades, a investigar variedades para llevar a cabo una de sus premisas: "salir de la zona de confort". En 2008 fundó la Sociedad Agrícola de Transformación (SAT) Citrus Nostrum, integrada por 40 agricultores para comercializar cítricos, frutas y hortalizas. En total, son 2.500 hectáreas situadas en Andalucía y la Comunidad Valenciana que comercializa 40 millones de kilos de cítricos tanto nacional como internacionalmente, además de almendras, tomates, zanahorias y otros productos hortícolas.

"La unión es importantísima en un sector que está muy, muy atomizado. Cada uno intenta vender como puede y eso lo aprovechan la agroindustria y los grandes distribuidores y no nos lo podemos permitir", abunda.

Principales retos a los que se enfrenta

La situación del sector no le va a permitir ni un momento de relajación al frente de la organización agraria que ahora lidera. Cuestiones como las cláusulas espejo, la construcción de obras hidráulicas que hagan frente a la sequía, la falta de relevo generacional o la escasez de mano de obra son solo algunos de los problemas que va a tener que afrontar Morales. Un conjunto de diatribas que ya han llevado a las organizaciones a pelear juntas a través de movilizaciones en carreteras de todo el país durante los pasados otoño e invierno.

También lamenta que la agricultura y la ganadería "no tengan su sitio" y que desde Bruselas no se tenga en cuenta la opinión del sector primario. "La agricultura y la ganadería se tienen que empoderar: la ciudadanía tiene que saber que puede levantarse un día sin pan o sin cereales; necesitamos del apoyo de las administraciones" e "implicar a la sociedad en el campo". Es por ello que reclama "llegar al núcleo de la toma de decisiones para ser un interlocutor válido y que se nos tenga en cuenta".

Con respecto a su organización, de la que ha sido previamente vicepresidenta, destaca el trabajo del personal técnico a la hora de ayudar a los agricultores y ganaderos y aconsejarles en momentos de duda. "A mí me ha ayudado siempre mucho (...) Si no existiera, habría que inventarla", concluye.