JOSÉ ANTONIO JAINAGA, DUEÑO DE SIDENOR

El discreto industrial vasco que aspira a pilotar la nueva Talgo

El dueño de la siderúrgica Sidenor activa de nuevo su ‘radar’ y ahora sopesa entrar en el accionariado del fabricante ferroviario con el respaldo de Moncloa y del Gobierno vasco

El presidente de Sidenor, José Antonio Jaianaga. / Sidenor

David Page

Lleva toda su carrera, toda una vida, trabajando en y por la gran industria. Del mismo Bilbao y con 70 años, José Antonio Jainaga llevaba décadas ocupando cargos ejecutivos en gigantes industriales, hasta que se decidió a montar el suyo propio. Discreto y afable, el propietario del grupo siderúrgico Sidenor ahora sopesa entrar como gran socio industrial de Talgo, el histórico fabricante de convoyes ferroviario que tan necesitado está de mayor capacidad de producción para atender los pedidos récord que acumula.

Tras el veto a la opa millonaria lanzada por el grupo húngaro Magyar Vagon por sus vinculaciones con Rusia, el Gobierno central y el Ejecutivo vasco impulsan una solución para reordenar el accionariado de Talgo y dar salida al fondo estadounidense Trilantic (que controla de manera indirecta algo menos de un 30% del grupo a través de su participación del instrumento Pegaso Transportation, que cuenta con un 40% de Talgo).

El plan ideal que maneja Moncloa es una operación conjunta en la que participe directamente la estatal SEPI, junto al Gobierno vasco a través de su fondo público Finkatuz, sumar a Criteria -brazo inversor de la Fundación LaCaixa- y que esté liderada por un socio industrial preferentemente vasco. Y es este papel el que está dispuesto a jugar José Antonio Jainaga a través del fondo de inversión Mirai, que comparte con otros directivos de Sidenor, para ponerse a los mandos de Talgo.

Un 'radar' en busca de operaciones

José Jainaga siempre tiene en su radar analizar operaciones con objetivo de permanencia y especialmente en el sector industrial”, explican fuentes del entorno del ejecutivo bilbaíno, que confirman que negocia fórmulas para articular una oferta para convertirse en socio de Talgo. “Él ya tiene experiencia porque ya se hizo en Sidenor, pero es demasiado pronto para hablar de nada más. Seguiremos trabajando con la discreción que siempre nos caracteriza”.

Jainaga es ingeniero industrial, e industrial ha sido toda su vida profesional. Empezó trabajando en el grupo de ingeniería y tecnología Sener, luego pasó dos décadas en el gigante de los neumáticos Michelin, y en 1998 recaló en el grupo siderúrgico Sidenor. Y llegó para quedarse. Desembarcó con el cargo de director general cuando era propiedad de inversores vascos y en 2005 fue nombrado consejero delegado cuando el grupo fue absorbido por el gigante siderúrgico brasileño Gerdau. Una década después, Jainaga lideró a un grupo de otros directivos de Sidenor que se lanzaron a la adquisición la compañía y cerraron la compra por 155 millones de euros.

El fondo que mira al ‘futuro’

Jainaga no se ha conformado con pilotar Sidenor y ha ido montando un pequeño imperio industrial junto a otra veintena de directivos de la compañía a través del fondo Mirai (que significa ‘futuro’ en japonés), y que sería el instrumento para entrar como accionista de Talgo. “De acuerdo con nuestra voluntad de gestionar e intervenir activamente en nuestras compañías, no tomamos posiciones minoritarias”, se advierte desde la web corporativa de Mirai, anticipando que en Talgo también aspira a tener mando en plaza, a pesar de la prevista participación directa de Gobierno central y vasco.

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Mirai cuenta con plan estratégico hasta 2026 que contempla inversiones por 200 millones de euros con la idea de entrar en una quincena de empresas de diferentes sectores industriales, y ha cerrado varias operaciones en el último año con las que ha alimentado su cartera de sociedades repartidas en las divisiones de transformación metálica, electrónica, agroindustria, y salud, nutrición y belleza. El siempre operativo ‘radar’ de Jainaga se activó el año pasado con la intención de tomar el control del grupo químico catalán Celsa, pero la operación no salió. Ahora puede resarcirse con el paso de gigante que supondría ser el piloto de una nueva Talgo.  

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