SALIDAS A BOLSA

La compañía de energía y agua Cox se desploma por encima del 10% en su primer día en el parqué

Enrique Riquelme, presidente ejecutivo de la empresa, cree que el precio de salida del grupo no refleja el valor del negocio: "Tendremos que ir demostrando lo que valemos trimestre a trimestre"

El presidente ejecutivo de Cox, Enrique Riquelme, y Alberto Zardoya, uno de los principales accionistas, tocan la campaña en el estreno bursátil de Cox este viernes. / Xavier Amado

El grupo de agua y energía Cox ya cotiza en la Bolsa española. El presidente ejecutivo de la compañía, Enrique Riquelme, y Alberto Zardoya, uno de los principales accionistas del grupo, han sido los responsables de dar el tradicional toque de campana con el que la firma debuta en el mercado, tras haber captado más de 175 millones de euros, además de una sobre asignación de otros 10 millones de euros, aproximadamente, lo que permitirá continuar con los ambiciosos planes de crecimiento de sus responsables. Una ambición que ya demostraron al hacerse con los activos de la antigua Abengoa hace ahora un año y medio durante el concurso de acreedores que protagonizó la multinacional andaluza.

Eso sí, tras las dificultades que ha tenido para llegar a puerto, el estreno de la acción ha comenzado con caídas del 0,7% en sus primeros cambios, tras haber fijado su precio de salida en 10,23 euros. La compañía cede un 10%. Riquelme ha destacado que el grupo es hoy una empresa más sólida de lo que lo eran sus partes", en referencia a esta integración, y ha dado su compromiso "personal de que estamos preparados para cumplir con el plan estratégico" que han trazado.

En este sentido, ha definido al grupo como una empresa "con un negocio simple", basado en las energías renovables y el agua, de la que ha señalado que espera que sea su oportunidad de crecimiento. Tras un proceso de colocación en el que el grupo se ha visto obligado a rebajar sus expectativas para garantizar su debut en un mercado que la propia firma ha definido como "altamente complejo", finalmente Cox ha salido con un precio por acción de 10,23 euros, en la parte más baja de la horquilla que había previsto en el mercado. 

En buena medida, el éxito de la salida se ha debido al apoyo de los inversores ancla que buscó la compañía, que decidieron elevar sus compromisos de inversión iniciales para asegurar que la firma pudiera cerrar los libros y salir al mercado. Así, el presidente de la firma, Enrique Riquelme, ha suscrito 25 millones de euros frente a los 15 anunciados, la firma española Cunext finalmente desembolsará 23 frente a los 20 millones previstos y Alberto Zardoya, a través de Ondainvest, ha comprado un paquete por 19,5 millones, frente al máximo de 10 millones que se anunciaba en el folleto. Por su parte, la firma dubaití Amea Power se ha mantenido con los 30 previstos. 

En este sentido, Enrique Riquelme ha señalado que no cree que el precio de salida del grupo "refleje el valor de la compañía", pero también ha asegurado que son "conscientes de que tenemos que ir demostrando ese valor trimestre a trimestre, con la cuenta de resultados".

Así, para el alicantino ya supone "un éxito" haber debutado hoy en el parqué. "Muchas compañías muy buenas han estado en este mismo proceso a nivel global y sabéis que el mercado está complicado, con turbulencias y elecciones en todos los sitios", ha apuntado, antes de asegurar que en ningún momento se plantearon abortar la operación. 

Para el empresario, es especialmente significativo que los inversores ancla -"los que conocemos bien la compañía", ha afirmado- hayan redoblado su apuesta, lo que considera un aval a sus planes. Y, de hecho, se ha mostrado convencido de que superarán las previsiones de los analistas con sus cifras de negocio y sus resultados

Aspiraciones de llegar al Ibex 35

De esta forma, Riquelme mantiene intactas sus aspiraciones a que el grupo Cox llegue a formar parte del Ibex 35 en el medio plazo. "Si seguimos cumpliendo el plan de negocio como está esperado en los años 2025 y 2026, la compañía tendrá un valor que el mercado reconocerá", ha señalado al respecto. 

En cuanto a esos planes de negocio, el empresario ha afirmado que tienen definido "donde va a ir el capital en los próximos años, tenemos ya (concretados) el 90% de los activos donde se va a invertir cada euro que entra en la compañía, tanto de esta ampliación de capital, como de la caja de la misma".

Así, ha destacado los planes para ampliar el negocio de la desalación, donde asegura que la combinación de actividades del grupo le da ventaja, ya que el principal gasto de las desaladoras es la energía, un coste que ellos pueden mitigar con proyectos combinados con fotovoltaica, como ya han hecho en más de una ocasión. 

Además, ha insistido en que se trata de negocios con ingresos recurrentes importantes, lo que favorece el flujo de caja. Riquelme también ha destacado que la compañía sale a Bolsa prácticamente sin deuda, lo que también le permite recurrir a esta vía en caso de ser necesario. Por último, ha mostrado su pesar por la catástrofe provocada por la DANA en València, que no ha dudado en vincular a las consecuencias del cambio climático.

Valoración de 800 millones

Tras la ampliación, Cox alcanza una valoración superior a los 800 millones de euros, una cifra notable aunque lejos de los 1.200 millones que se llegaron a estima en un primer momento. En cualquier caso, con la operación consigue el capital necesario para cubrir algo más del 40% de sus necesidades para desarrollar los proyectos que tiene en cartera y las oportunidades de inversión en agua y energía.

Se trata de la segunda ocasión en que Enrique Riquelme toca la campana en la bolsa española, ya que en julio del año pasado la compañía sacó a cotizar en el BME Growth su filial de energía, Cox Energy. Lo hizo en dual listing, ya que esta sociedad ya cotizaba en la bolsa de valores de México. En la actualidad tiene una capitalización que ronda los 290 millones de euros. 

Miembro de una importante familia empresaria de Cox dedicada a la construcción y el inmobiliario, Enrique Riquelme empezó su andadura en solitario en 2010 cuando, tras la crisis del ladrillo en España, decidió marcharse a Panamá en busca de oportunidades. Allí montó una compañía que se dedicó a suministrar arena para la construcción de la ampliación del canal interoceánico. 

Más tarde se fijó en el potencial que podía tener la producción de energía fotovoltaica y decidió crear una empresa para el desarrollo, construcción y gestión de este tipo de proyectos. El primero fue en Guatemala, para expandirse más tarde por diversos países de Sudamérica y Europa. 

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Finalmente, el empresario vio una nueva oportunidad en la subasta que el juzgado organizó para adjudicar los activos de una treintena de filiales de Abengoa. Una subasta en la que logró imponerse a Urbas y a fondos como terramar con una oferta de 564 millones de euros.

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