Consumo

No diga cava Recaredo, diga corpinnat Recaredo

La bodega de Sant Sadurní d’Anoia impulsa junto a otras 12 firmas el reconocimiento de un modo de elaborar vino espumoso que no se obsesiona con crecer por crecer 

Ton Mata, consejero delegado de Recaredo.

Ton Mata, consejero delegado de Recaredo.

Martí Saballs Pons

Martí Saballs Pons

No es habitual encontrarse a un empresario que diga "no queremos crecer más" o "me cuesta pensar en niveles empresariales" o "nos movemos con decisiones basadas en el corazón" o "nunca seremos una gran empresa a nivel de volumen" o "nos sentimos muy cómodos en este territorio". Expresa estas opiniones Ton Mata (Sant Sadurní d’Anoia, 1970), consejero delegado de Recaredo, mientras enseña las cavas de la bodega fundada por su abuelo. Estas se alargan escondidas en los subterráneos del centro de una población donde se concentran algunas de las grandes marcas de espumosos catalanes. Justo, a pie de tierra, ha vivido la familia y se encuentran hoy sus oficinas.

Fue hace cien años que su abuelo, Josep Mata Capellades, con 13 años, empezó a trabajar en el sector especializándose en el degüello a mano de las botellas, la operación que sirve para extraer la levadura o los sedimentos que forma el vino durante su fermentación. Aprendió el negocio, entonces llamado xampán, y comenzó a trabajar para varias bodegas de la zona. En los años 30 del siglo pasado, sopesó la posibilidad de dedicarse al fútbol y llegó a jugar en el Sabadell, el Espanyol y Martinenc. Fue a final de la Guerra Civil, ya en 1940, cuando decidió emprender su aventura como bodeguero y desarrolló el primer cava Recaredo con viñas que fueron creciendo y pequeñas adquisiciones de bodegas locales. ¿Por qué ese nombre? Es el otro con el que se conocía a su padre, León Mata, en honor del primer rey visigodo. A la familia se la conoce como Can Credo y las cavas han mantenido el apelativo.

Marca colectiva

¿Cava? Aquí surge la primera disyuntiva para el bebedor de este espumoso. No, Recaredo hoy no es un cava sino un corpinnat, una marca colectiva creada oficialmente en 2017 que reúne a 13 bodegas de esa región y que persigue diferenciarse de la denominación de origen (DO) cava que incluye a las reconocidas bodegas de Codorníu, Freixenet y Juvé & Camps, entre otras.

Las marcas de corpinnat (sucedáneo de acrónimo que atiende a corazón del Penedès) quiere distinguirse del cava por elementos distintivos que van desde el sistema de control y cosecha de los viñedos propios hasta la vinificación y el sistema de embotellamiento. El precio de sus distintas gamas también es superior al del cava tradicional. Su ambición máxima es la defensa del territorio y rehuyen ambiciones fuera de su terreno de juego. El espejo en el que se miran: las bodegas francesas que se definen por el área del cultivo de sus viñedos.

A Mata (junto a su primo Josep y a su tío Josep, que ejerce de presidente y mantienen la saga), le ha quitado el sueño estos años la sequía iniciada en 2021 y que considera finiquitada al menos hasta finales de 2026. No ha visto nunca tal efecto en las viñas. "Nadie recuerda una sequía como esta, de 2021 a 2024, desde comienzos de siglo XX", dice. En 2024 solo han podido recolectar 2.950 kilos de uva por hectárea (cuenta con 100 hectáreas de viñedo propio), cuando el objetivo son unos 6.000 y el máximo aspirable 12.000. Esto obligará a tirar de las existencias de las bodegas -"estamos vaciando estoc", dice Mata- y anticipar la salida de botellas más añejas para poder suministrar a un mercado muy centrado en restaurantes y tiendas especializadas, y donde empieza a tener más peso la exportación. Una innovación de este año ha sido la presencia de una nueva marca, L’Infinit, en los distintos eventos sociales organizados durante la Copa America de vela disputada en el litoral de Barcelona.

A las 250.000 botellas de corpinnat al año se le unen la previsión de lanzar 150.000 botellas de vino tranquilo. Los precios empiezan a partir de 17 euros para las primeras y de 8 euros para las segundas. ¿Objetivo en cifra de negocios en 2024? Alrededor de 5,5 millones de euros, estima Mata. La distribución de las ventas es: 60%, dentro de Cataluña; 15%, resto de España, y 25%, exportación, que representaba cero en 2007. El reto es que los mercados exteriores supongan el 35%, con mayor énfasis en Estados Unidos, Alemania, los Países Bajos y el Reino Unido.

"Nos movemos con el corazón y, por esta razón, a veces estamos en contradicción con las leyes del mercado. Hacemos y haremos el vino que nos gusta elaborar. Nunca seremos una empresa grande a nivel de volumen", subraya Mata, que recuerda que, a pesar de estar en la misma población, corpinnat y cava viven en "dos galaxias" muy distintas. 

Los volúmenes anuales de las marcas de cava pueden llegar a 250 millones de botellas, frente a los 2,5 millones que ronda el corpinnat. "Queremos incentivar que los viticultores hagan su propio vino. Tener un viñedo es tener un tesoro previo a tener la propia bodega", ambiciona Mata, que desea aumentar el número de bodegas de corpinnat. Recuerda su última salida al campo y dice, con más optimismo que hace solo 12 meses: "Habrá una explosión de flores". Una buena señal para la buena cosecha que ya se vislumbra para 2025.

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