El calvario de Abengoa viene de largo, pero hoy se verá si el Domingo de Resurrección es también el día de su salvación. Mañana, Lunes de Pascua, se conocerá si empieza a engendrarse la nueva Abengoa o si, por el contrario, protagonizará el mayor concurso de la historia de España. Fuentes de la negociación aseguran que hay optimismo, «señales» que dan «sensación de confianza» y «buenas vibraciones». Pero hasta que no se caza la piel del oso...
Tras casi cuatro meses de negociaciones, impagos, varias inyecciones de liquidez y tensiones de todo tipo, la compañía andaluza agota mañana, 28 de marzo, el plazo que otorga la ley a las empresas que presentan preconcurso de acreedores para pactar un plan de pagos o entrar en concurso. Sin embargo, la sevillana no hará ni una cosa ni otra, aún.
Aducirá ante el juez que ha desaparecido la causa de la insolvencia que le obligó a buscar el amparo judicial en noviembre y pedirá más tiempo: siete meses, si bien la intención de Antonio Fornieles, nuevo presidente del grupo, es tenerlo todo atado a finales de abril.
Hasta hace unos días contaba con el apoyo del 40 por ciento de los acreedores que suman los bancos –el bautizado como G-6– y bonistas. Si certifica ante el juez contar con el sí de más del 60 por ciento del pasivo financiero, ganará una prórroga –standstill– para elevar las adhesiones hasta el 75 por ciento de la deuda, el porcentaje que marca la Ley Concursal para permitir la homologación judicial del acuerdo de refinanciación y obligar a todos los acreedores financieros a asumir las mismas condiciones pactadas por la mayoría.
¿Y qué hace pensar que obtendrá estos apoyos? Por un lado, la compañía andaluza tiene dinero en caja para atender a sus pagos más urgentes (nóminas y suministros) gracias a la nueva línea de liquidez de 137 millones de euros lograda de sus bonistas esta misma semana. Un préstamo que para la empresa demuestra «la confianza» tanto de los bonistas como de los bancos que avalan tales créditos. «Son señales positivas», remarcan.
Además, todo apunta a que no habrá nuevas tensiones con la banca y los bonistas. Sin embargo, no sólo las grandes gestoras de fondos compraron bonos de Abengoa. Una parte de los 3.300 millones en esta deuda está bajo el control de particulares. La banca, por su lado, les ha pedido que vayan al rescate, según la plataforma de perjudicados por el grupo, que también avisó de posibles riesgos.
Por ello, la actividad de la compañía y sus asesores es frenética para lograr el mayor número posible de adhesiones. No se trata de llegar al mínimo sino de transmitir un mensaje de confianza al mercado. Fuentes próximas a la empresa aseguraron que hay confianza total en pasar holgadamente del 60 por ciento de apoyo. Sin embargo, otras partes de la negociación claman prudencia.
El auditor de Abengoa, Deloitte, hará el recuento oficial hoy mismo por la tarde y mañana está previsto que la empresa acuda al juzgado de Sevilla a presentar toda la documentación.
Si finalmente se ejecuta el plan de viabilidad, la Abengoa que saldrá de este proceso no tendrá nada que ver desde el punto de vista de su balance y en otros muchos aspectos con la que se derrumbó en 2015. En primer lugar, no estará ya Felipe Benjumea, su anterior presidente y factótum, con una querella que sigue su curso en la Audiencia Nacional, que le impuso una fianza de 11,5 millones y le retiró el pasaporte.
La compañía será a partir de ahora de sus antiguos acreedores financieros, que capitalizarán el 70 por ciento de su deuda a cambio del 35 por ciento del grupo; de los prestatarios que inyecten 1.500 millones de capital en esta fase (55 por ciento); de los que se conviertan en avalistas de otros 800 millones de deuda (5 por ciento) y de los actuales accionistas (5 por ciento).
La nueva Abengoa resultante de la reestructuración reducirá su deuda corporativa un 47 por ciento, hasta situarla en 4.923,1 millones, desde los 9.306,2 millones actuales. De esa cifra total, 3.740,3 millones corresponderán a deuda antigua y 1.182,8 millones a las nuevas líneas de financiación.
Respecto al plan de negocio a cinco años, que contempla un valor de la compañía de 5.395 millones, Abengoa no prevé un resultado bruto de explotación (Ebitda) positivo en sus cuentas hasta 2017, cuando lo sitúa en 20 millones. Para este ejercicio, prevé un Ebitda negativo de 244 millones.