«Buscamos ideas de biotecnología que necesiten financiación»

Salieron de Abengoa con la intención de aprovechar el tirón del I+D y la biotecnología y desde entonces los dos socios de esta firma sevillana se han propuesto ser puente entre las universidades y el mercado, situándose como referente en innovación

14 nov 2015 / 18:48 h - Actualizado: 14 nov 2015 / 21:09 h.
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  • Pablo Valera, en uno de los despachos de Cabana Genetics en plena Plaza Nueva de Sevilla. / Manuel Gómez
    Pablo Valera, en uno de los despachos de Cabana Genetics en plena Plaza Nueva de Sevilla. / Manuel Gómez

¿Cómo nació Cabana Genetics?

—La fundamos en 2010 Óscar Pereles y yo, socios al 50 por ciento. Nos gusta mucho la tecnología y la innovación y, estando en una reunión estratégica en Puerto Rico, nos propusimos hacer algo relacionado con la biotecnología y el I+D. Allí mismo, como estábamos en una cabana en la playa, nació Cabana Genetics. Su objetivo es hacer proyectos propios de biotecnología e invertir en start ups actuando como business angel. Tenemos un grupo de empresas centradas en tres sectores: renovables, medicina-biotecnología con Cabana Genetics y otra de música, cine, televisión y congresos.

¿Tienen presencia internacional?

—Cabana Genetics, con sede en Sevilla y Madrid, se mueve mucho por la costa este de Estados Unidos, pero la inversión es casi toda española. Pronto haremos una ampliación de capital. El grupo nuestro, incluido ATA (Astrom Technical Advisors) de renovables, tiene oficinas en México, Chile, Sudáfrica y Roma. Si bien tenemos clientes en Australia, China, Japón, Estados Unidos, Paraguay, Panamá... viajamos constantemente.

¿Qué proyecto destacaría?

—Tretraneuron, que trata de curar el alzhéimer con una terapia innovadora fruto de un proyecto de Instituto Cajal del CSIC. Licenciamos una patente de ellos, que la podemos explotar nosotros, e hicimos un contrato de tres años de I+D con una empresa de la que Cabana Genetics es accionista mayoritaria. Se basa en parar la tetraploidia neuronal para evitar la muerte neuronal en el hipocampo y en el neocortex y evitar así el avance del alzhéimer. El propio Obama dijo el año pasado que esta enfermedad está entre las diez más inhabilitadoras y más costosas y que en breve será la líder. Se prevé que para 2030 haya 105 millones de pacientes en el mundo. Por eso cualquier cura o investigación innovadora tiene mucho interés. De hecho, nuestro proyecto despertó el de grupos de inversión y farmacéuticas.

¿Cómo van las pruebas?

—Los resultados con ratones son excelentes, mejor de lo esperado, y las pruebas con cerebros humanos donados por una fundación de pacientes ya fallecidos confirman nuestras hipótesis. Estamos en una fase preclínica.

¿Cuánto durará el proceso?

—La fase preclínica durará un año o año y medio, después vendrán los ensayos clínicos, entre tres y cinco años más.

¿Cuánto han invertido?

—Ya hemos invertido medio millón de euros.

¿Trabajan con administraciones?

—La única que nos ayuda es la Junta a través de Extenda para promoción y ayuda técnica, pero tenemos cero subvenciones. Huimos de ello. Toda nuestra inversión es privada.

¿Qué otros proyectos destaca?

—Estamos también en la fase inicial el desarrollo de un kit de detección de alérgenos del huevo y la leche porque el tema de las alergias alimenticias, sobre todo en niños, cada vez es mayor. Buscamos diagnóstico para que, in situ, se pueda comprobar que esas personas pueden comer esa comida. Además, hicimos un prototipo de neurorehabilitación para la Universidad de Laguna para el parkinson. Un dispositivo electrónico para que los enfermos puedan caminar cuando se quedan bloqueados. Pero está en fase de pruebas y hay que afinarlo.

¿Tienen algún proyecto en Andalucía?

—Hicimos uno relacionado con la coenzima Q10 y la muerte programada de células con el grupo de investigación de José Antonio Sánchez, de la Universidad Pablo de Olavide, pero no continuamos porque aún está en una fase muy inicial. Es un grupo de investigación muy potente y no descartamos en un futuro hacer algo con ellos.

Sois un puente entre la universidad y el mercado.

—El principal problema de la universidad española es ese, que no tiene orientación empresarial. Algunos departamentos sí, y en Sevilla se crean más start up que en ningún sitio, pero la mayoría no tiene conocimiento empresarial y no hay aplicación comercial tras ese desarrollo. La clave es esa, identificar qué investigación se puede trasladar al mercado.

Buscan talento.

—Estamos buscando gente que investigue sobre el diagnóstico precoz del cáncer. Buscamos grupos o investigadores que se dediquen a ello para invertir y también que hagan CRISPR, una técnica muy innovadora para editar el DNA y poder curar mutaciones. Esto puede revolucionar la medicina en los próximos años. Y hacemos una llamada a gente joven con ideas en el sector de la biomedicina o biotecnología para desarrollar start up que necesiten financiación para su primera fase. Queremos hacer dos o tres inversiones así el próximo año. Y también nos interesa mucho la ingeniería biomédica. A las universidades les cuesta tener visión comercial y encontrar financiación. No se enseña a ganar dinero, pero la ciencia necesita el negocio.

Los gurús internacionales aseguran que la biomedicina del futuro ya está aquí y que revolucionará la medicina.

—Sí, hay empresas que te dicen tu edad biológica, por ejemplo, y ya se puede diagnosticar la predisposición a ciertas enfermedades.

Pero eso aún es elitista.

—Sí. La tecnología existe y revolucionará la medicina, pero no se aplica a nivel público, es caro y se hacen aún análisis locales, no globales. Requiere aún mucho trabajo.

¿Cuándo dejará la medicina de ser curativa para ser preventiva?

—En 25 o 30 años lo veremos y llegará antes a Estados Unidos.