Cosmética de naranja para vender al mundo el aroma de Sevilla

Una joven sevillana crea una marca que aprovecha la esencia de naranja amarga y de azahar para elaborar cremas y jabones 100% naturales

29 feb 2016 / 20:52 h - Actualizado: 29 feb 2016 / 21:14 h.
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  • Ana García sostiene uno de sus productos, a la venta en locales como Dale un capricho. / El Correo
    Ana García sostiene uno de sus productos, a la venta en locales como Dale un capricho. / El Correo

Si hay un olor característico de Sevilla es el de su azahar. Un aroma que desprenden durante pocos días al año los 25.000 naranjos que tiñen de color la capital hispalense. Naranjas amargas que en su gran mayoría son recogidas del suelo con la intención de que no ensucien las calles y que sólo se aprovechan en una pequeña proporción para elaborar mermelada.

Durante uno de sus paseos por la ciudad, Ana García sintió curiosidad por saber qué se hacía con esa naranja. En el transcurso de su investigación descubrió que la naranja amarga además de para uso gastronómico, pienso o combustible, «también tenía cabida en la cosmética, dadas las propiedades del aceite esencial que se extrae de la cáscara de la fruta», explica García. Cáscara que en vez de quedarse en casa, en Sevilla, se vende a países nórdicos e Inglaterra para que la transformen. Así fue como empezó a gestarse Bendita Luz, una empresa de cosmética multisensorial creada hace cinco años por esta joven sevillana.

«Como amante de la cosmética no entendía por qué todas esas naranjas las enviaban fuera», apunta. Entonces empezó su periplo para buscar un laboratorio que le cediera una muestra de aceite esencial para elaborar su producto, «pero era una chica de 27 años con mil euros que estaba loca», relata García. Al final un laboratorio a terceros, «al que debió llegarle al corazón la idea de vender Sevilla desde su aroma», le cedió una muestra para echar a andar su proyecto. La idea es que la cosmética de Bendita Luz se venda como un souvenir diferente, «con todo el respeto a las castañuelas y el abanico».

Conseguida la materia prima, que es cien por cien sevillana, y después de tanto luchar, García optó por cruzar la frontera andaluza en busca de apoyo. Sin embargo, desechaban la idea de empezar con una pequeña muestra. El problema era que los laboratorios «querían tiradas de producto enormes; aquí no miran el más allá, sino ganar dinero en el momento», apunta. Después de llamar a una treintena de laboratorios, un onubense afincado en Barcelona apostó por Bendita Luz. Pero después de doce meses de investigación, el laboratorio quebró y el proyecto se quedó a cero.

Sin embargo, como dice la propia García, no hay mal que por bien no venga. Dio la casualidad de que la empresa que le elaboró los envases trabajaba con un laboratorio a terceros valenciano que le permitió retomar su proyecto e incluso mejorarlo. Y es que el producto era «de mayor calidad», sostiene. Empezó con una tirada de 200 unidades y hoy en día elabora más de 5.000 de un producto que respira Sevilla por los cuatro costados.

Los productos de Bendita Luz se comercializan en pequeños establecimientos repartidos por toda España. «Están colocados en espacios gourmet, en oleotecas, también en espacios de stock concept, en una galería de arte de Estepona, en una tienda de decoración en Palma de Mallorca, así como en tiendas que apoyan el desarrollo rural». También se encuentran en un punto de venta en Inglaterra y en otro de Francia, aunque le llegan pedidos desde Canadá, Suecia o Estados Unidos. A partir de ahora, también podrán disfrutar de Bendita Luz en Corea del Sur.