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Coronavirus

Crisis, desglobalización y Covid-19

24 may 2020 / 06:00 h - Actualizado: 24 may 2020 / 06:00 h.
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  • Crisis, desglobalización y Covid-19

Se habla mucho de lo que va a suceder como efecto de la pandemia Covid-19: ¿aumentará la autarquía y disminuirá la globalización?

¿Qué efectos reales está produciendo la pandemia en el mundo económico-empresarial? Por supuesto de esta saldremos con vacuna o sin vacuna, acaso el virus y nuestros cuerpos acaben conviviendo más o menos en paz. Sin embargo, la situación socioeconómica actual es un desastre y afrontando esta realidad es como podremos superarla.

Ya tenemos mejores perspectivas

No hace mucho el diario El País entrevistaba al experto microbiólogo José Antonio López Guerrero quien afirmaba que a ningún virus le interesa destruir al huésped en el que vive porque entonces él mismo podría morir y que por eso, con vacuna o sin vacuna, el Sars Cov2 y nuestro cuerpo podrían hacer las paces y convivir juntos y, asimismo, como mucho, ocasionarnos molestias serias como sus virus primos hermanos que causan la gripe. No olvidemos que no pocas de las muertes por el virus actual se han producido por una reacción exagerada de nuestras defensas en la zona pulmonar.

Si el virus ha venido para quedarse y es una cruz más con la que tenemos que cargar en esta vida por haber llegado a ella y no ser un camino de rosas, el tema de nuestra supervivencia se despeja porque ya empezamos a saber lo que tenemos que hacer: tomar medidas como el que se abriga mejor cuando entra en una cámara frigorífica o el que se lleva agua en abundancia si tiende que cruzar un desierto. Y un desierto es lo que tenemos que cruzar ahora. Dado que nuestra sociedad se asienta en la economía de mercado y en sus trabajadores, les toca actuar al Estado y a las organizaciones mundiales que hemos creado para protegernos de diversas catástrofes. Lo malo es que no saldrán todos ganando, sino que los mejor situados lo tendrán más fácil y al perro flaco todo se le pueden volver pulgas porque si los más potentes necesitan ayudarse no pensarán en los demás hasta que les interese o puedan.

Breve descripción del paisaje tras la batalla

La guerra contra el virus no ha terminado, pero ya están los expertos ofreciéndonos una descripción del paisaje que las batallas contra él están creando. Los elementos de este paisaje que pueden ser más relevantes se concretan así:

· La economía de los países europeos caerá alrededor del 7,4%, según previsiones de la Comisión Europea, equivalente a toda la producción de España en un año.

· La caída de EEUU fue casi de un 5% en el primer trimestre y puede llegar hasta un 40% en el segundo.

· América Latina caerá este año más del 5%, la mayor desaceleración desde 1960, según la ONU, el equivalente a la producción de Perú en un año.

· China, que creció un 6% en 2019, se contrajo un 6,8% el primer trimestre y se calcula que su crecimiento anual será, con suerte, del 1%.

O China es inocente o el plan es genial

Llevo todo el tiempo de reclusión recibiendo mensajes –sólo por wasap, no uso redes sociales por salud cognitiva- donde una serie de personas me cuentan la conspiración china con el coronavirus, idea a la que llegaron a sumarse Trump (USA), Macron (Francia) y Johnson (Inglaterra) o al revés, estos señores presidentes y primer ministro contagiaron el virus de la confabulación China a personas ya predispuestas a recibirlo con regocijo tal vez para calmar su sed de hallar una causa “racional” a que un ser minúsculo deje en evidencia la superioridad del humano y, sobre todo, del humano occidental.

Pues bien, con el punto último que se acaba de señalar –bajón espectacular del crecimiento chino- más el dato conocido de que China es el mayor exportador del mundo, la teoría de que fabricó y nos envió a todos el Sars Cov2 o no es cierta o fue un accidente en realidad o es la estrategia más genial y extraña que se ha llevado a cabo en la historia contemporánea para lograr la hegemonía mundial.

El Banco Santander publicaba en su web lo siguiente en 2019: “Gracias a su enorme superávit comercial en los últimos años, China se ha vuelto el mayor exportador mundial y es el segundo mayor importador del mundo. A pesar de sus estrictas políticas, el país está bastante abierto al comercio exterior, que representó 38,2% del PIB en 2018 (Banco Mundial). Las principales exportaciones de China incluyen aparatos de transmisión para radio-telefonía (7,9%), máquinas y unidades automáticas de procesamiento de datos (7%), circuitos integrados electrónicos y micro ensamblajes (3,4%), aparatos eléctricos para telefonía de línea (2,2%) y repuestos y accesorios para máquinas y vehículos (2,9%). Por otro lado, el país importa principalmente circuitos integrados electrónicos y microestructuras (14,2%), aceites de petróleo (11,2%), minerales de hierro (3,5%), gas de petróleo (2,3%), y vehículos automotores (2,3%)”.

¿Cuáles son las zonas del planeta más importantes a las que China vende sus productos? Según datos del ICEX de 2018, por orden de importancia: EEUU (19,9%), UE (16,13%), Hong Kong (12,15%). Es decir, que China, como país-empresa gigantesca, les ha enviado a sus mejores clientes un virus para destrozar sus economías, provocar una reacción xenófoba, perder billones de euros en ventas y con ello arriesgarse a quebrar la estabilidad de sus controlados ciudadanos, además de sembrar la indignación entre sus numerosos millonarios alimentados por el régimen comunista, creados por ese régimen. Ah, ya, que lo que busca China es aprovecharse de la ruina occidental para apoderarse de sus empresas. ¿Y para eso tanto riesgo y tanto muerto si de hecho la influencia de China es ya aplastante y puede aumentarla sin riesgos para su imagen? Sin duda, Maquiavelo queda a la altura del tamaño del mismo virus que se ha esparcido y no sé si el florentino hubiera aprobado tal actuación por parte del “príncipe”.

Sólo cabe pensar que las autoridades chinas autoras del plan sean auténticos genios de la estrategia a larguísimo plazo que ya veremos cuál es en realidad porque el tiempo lo aclara todo.

Las 10 medidas a tomar

¿Cómo se puede combatir la crisis, con qué medidas en concreto? Los datos que he consultado parece como si llevaran a cabo una síntesis entre lo que persigue la derecha y la izquierda en España ya que lo mismo se contemplan numerosas ayudas sociales como exención de impuestos a las grandes empresas, no sólo a las pequeñas. Expertos occidentales creen que las 10 medidas más acertadas son:

1. Pago de salarios del sector privado por parte del Estado. Para evitar el derrumbe de la demanda y, fundamentalmente, para frenar una ola de despidos.

2. Vacaciones pagadas adelantadas, recorte de la jornada laboral y prohibición de despidos. Para fortalecer la estrategia sanitaria de aislamiento, las empresas pueden disponer un período excepcional de licencia laboral con goce de sueldo.

3. Suspensión del cobro de todos los servicios básicos. Para preservar el presupuesto de los hogares, ya castigados por el impacto negativo en el mercado laboral.

4. Renta básica universal. La pandemia del coronavirus está causando estragos en gran parte de la población de escasos recursos monetarios. Muchos países, la mayoría europeos, han decretado medidas extraordinarias. Incluso cierre de fronteras. Pero no han avanzado en la propuesta de una renta básica, una asignación monetaria incondicional a toda la población.

5. Suspensión en el pago de impuestos. Existe la convicción de que en la actual crisis global los gobiernos tienen que intervenir como si se tratase de tiempos de guerra. Por eso debe hacer todo que haga falta para sostener el funcionamiento de la economía. Para pequeños y medianos comercios e industrias la caída de la demanda es fulminante. Hacer frente a los vencimientos impositivos los arrojaría a un proceso de descapitalización, con riesgo de quiebra. La suspensión del pago debe abarcar todos los impuestos, incluidas las contribuciones a la Seguridad Social.

6. Líneas de créditos y postergaciones en pago de los préstamos. Un primer frente a atender en forma urgente es la suspensión de los plazos para cancelar las cuotas de las hipotecas de vivienda única. Para las empresas, la instrumentación de créditos sin límites canalizados a través de la banca pública. ​Otra iniciativa en ese sentido es el otorgamiento de préstamos garantizados por el Estado para respaldar a las empresas amenazadas por los efectos del coronavirus. Alemania ya lo ha instrumentado con su banco público KfW.

7. Suspensión en el pago del alquiler. Esta medida involucra tanto el alquiler de locales comerciales como el de vivienda.

8. Fondo de apoyo para pequeñas y medianas empresas. La fragilidad financiera de las pymes en escenarios de crisis generalizada requiere el apoyo extraordinario del Estado.

9. Salvamento de grandes empresas. La destrucción de valor patrimonial por el crac de las bolsas, que ha supuesto a veces la evaporación de 27 billones de dólares de capital bursátil desde los máximos de enero pasado, pone en jaque las finanzas de las corporaciones.

10. Control de precios y de abastecimiento. Para evitar la especulación, el Estado tiene las herramientas para intervenir en el mercado para evitar subidas desmedidas de precios.

¿Desglobalización?

A partir sobre todo de 1991 –sin el enemigo rojo acosando al mercado debido a la caída de la URSS- la globalización se aceleró tremendamente, de la mano sobre todo de Estados Unidos. De hecho, la misma palabra es más propia del idioma inglés que del francés -que prefiere mundialización- y, sin embargo, es globalización el concepto que más se ha globalizado, valga el juego de palabras.

Uno de sus efectos perversos para la población occidental –que no para sus grades empresarios- fue la deslocalización y, de hecho, en ella tenemos uno de los motivos por el que los franceses –y luego los holandeses- rechazaron en referendum aquello que en 2005 llegó a llamarse constitución europea, de la que nunca más se ha llegado a saber con ese nombre sino que ha tomado cuerpo con otros como por ejemplo el Tratado de Lisboa, ratificado por la misma Francia en 2008 pero ya por las cámaras de representantes, sin oportunidad de referéndum. En España, aquella constitución de 2005 fue aprobada en referéndum con la participación de poco más del 42 por ciento del censo.

Lo que no pudieron hacer los ciudadanos –evitar el triunfo absoluto de la libertad y el libertinaje de la de circulación de capitales, la citada deslocalización o la dependencia de EEUU- lo puede lograr, en parte, el Covid-19. Por ahora, los países se retrotraerán hacia sí mismos en una maniobra que yo creo coyuntural. La pandemia ha impulsado tendencias proteccionistas, la caída de las inversiones extranjeras directas y del comercio mundial.

Derivado de lo anterior se puede enmarcar el anuncio proclamado por la canciller de Alemania, Angela Merkel, y el presidente de Francia, Emmanuel Macron, que consiste en proponerle a los países de la UE la liberación de 500.000 millones de euros para los países más golpeados por una “crisis sin precedentes en la historia de la Unión Europea”, según un comunicado conjunto. “Esta crisis es inédita y, para ser eficaz, requiere una respuesta colectiva y sobre todo, europea”, ha dicho Macron. “El objetivo es que Europa salga de esta crisis fortalecida, cohesionada y solidaria”, ha asegurado Merkel. Asimismo, los mandatarios han añadido que se trata de subsidios y no de créditos, con la idea de evitar que se dispare la deuda de los países afectados, que serán lanzados a los mercados “en nombre de la UE”, ha subrayado Macron, “tienen vocación de ser reembolsados”, a través de fondos comunitarios y no de los países individuales.

A pesar de lo anterior, nos hallamos también ante un regreso hacia las naciones, el desabastecimiento de material sanitario por estar la producción de estos centrada en China –desplazada allí por Europa y Estados Unidos- y los engaños y fraudes que han sufrido los gobiernos por parte de intermediarios de todo signo y pelaje, propicia que se tenga que aplicar el dicho de que lo barato sale caro porque por ahorrar dinero en los procesos productivos –unido a los recortes del mundo neoliberal- ha muerto más gente inocente de la que cabría haber esperado.

"La era de exportar trabajos de EEUU se ha terminado", escribió el Secretario de Comercio de EEUU, Robert Lighthizer en The New York Times. "Todos los días hablo con empresarios que reconocen que subestimaron el riesgo de llevar al exterior su producción o depender de la producción de partes esenciales en algunos países muy lejanos".

La analista Patricia Lee Wynne estima que “los países buscarán relocalizar la producción de los bienes más indispensables en sus propias fronteras o cerca de ellas y se irá a un mayor proteccionismo, que favorecerá a regiones integradas, las más ricas, pero que desfavorecerá al resto del mundo”. Y añade en un tono casi apocalíptico: “Esta vez, nadie vendrá para salvarnos. Como dijo el expresidente uruguayo Pepe Mujica, el mundo "va a cambiar para peor porque estos fenómenos críticos por un lado crean pobreza y, por otro, tienden a concentrar la riqueza". Ese es el mundo salvaje, y para nada humano, que nos espera”.

No estoy de acuerdo totalmente con esta especialista que escribe para la agencia Sputnik, me voy a permitir disentir de esta parte de sus análisis. El Covid-19 es una gran losa que ha enterrado a muchas personas y que al mismo tiempo ha levantado una enorme polvareda en el mundo. Pero esa polvareda se asentará poco a poco y el mundo volverá a ser tan lógico desde un punto de vista de la naturaleza humana como lo era en la pre-pandemia y lo es durante la pandemia, y tan detestable, en su generalidad, como lo era antes, si lo observamos desde un prisma de esas manifestaciones culturales a las que hemos bautizado como ética, humanismo cristiano o solidaridad entre la especie. Porque acaso no podamos evitar, por ahora, ser lo que somos.