Son y están

«Dejamos buenos empleos porque nos motivaba retornar a Andalucía para crear una empresa puntera»

Carlos Rodríguez Osorio. Cofundador y CEO de la empresa Solum. Junto con otros dos jóvenes ingenieros sevillanos ha creado un modelo de estacionamiento y recarga de bicicletas y patinetes eléctricos basado en baldosas solares fotovoltaicas que es una de las novedades más innovadoras a nivel europeo para el despegue de la movilidad urbana individual mediante energía no contaminante

Juan Luis Pavón juanluispavon1 /
28 feb 2022 / 10:30 h - Actualizado: 28 feb 2022 / 10:32 h.
"Son y están"
  • Carlos Rodríguez Osorio, socio cofundador de la empresa Solum, creadora de un innovador modelo de estación de carga solar para las baterías de patinetes y bicicletas eléctricos en espacios urbanos al aire libre. / EL CORREO
    Carlos Rodríguez Osorio, socio cofundador de la empresa Solum, creadora de un innovador modelo de estación de carga solar para las baterías de patinetes y bicicletas eléctricos en espacios urbanos al aire libre. / EL CORREO

La inagotable energía de la amistad da sus frutos. Solum, una de las mejores startups de reciente creación en Sevilla, gracias a su innovador modelo de estación de carga solar mediante baldosas fotovoltaicas en el suelo para el aparcamiento y recarga de bicicletas eléctricas y patinetes eléctricos, que comienza a implantarse en ciudades españolas y de otros países europeos, ha sido cofundada en 2019 por Carlos Rodríguez Osorio, Luis Muñoz Lombardo y Antonio Cabrera. Los dos primeros se conocen desde que tenían cinco años de edad. “Luis y yo somos vecinos y amigos de toda la vida, desde niños jugábamos juntos, pasábamos mucho tiempo en la calle, también nos divertía montar mercadillos por el barrio, fue la primera vez que sentimos el espíritu emprendedor. Y ahora lo que hacemos está totalmente relacionado con el ambiente de la vida en la calle”. A sus 31 años de edad, Carlos Rodríguez Osorio asume el rol de dirección ejecutiva dentro de ese triunvirato de amigos y socios.

La empresa holandesa Zoontjents es la primera fuera de España que les ha contratado una estación de carga solar, para sus oficinas en Amsterdam. Y la división de movilidad urbana del Instituto Tecnológico Europeo, el EIT, ha seleccionado a Solum para un proyecto piloto en las ciudades de Barcelona, Estambul (Turquía) y Tesalónica (Grecia). “Que esas instituciones confíen en nosotros nos sube mucho la moral para seguir esforzándonos en mejorar nuestra innovación”, confiesa Carlos Rodríguez Osorio.

¿Cuáles son sus raíces biográficas?

Nací en Sevilla en 1990. Mis padres son granadinos, él es de Salar y ella de Guadix. Soy su único hijo. Sigo viviendo en el barrio de Los Bermejales, donde me criaron. Mi padre, ya jubilado, ha sido profesor de Física en institutos de secundaria, y mi madre ha trabajado como administrativa en la Universidad de Sevilla. Estudié en el Colegio Julio Coloma y en el Instituto Fernando de Herrera. Se me daban bien las ciencias y opté por hacer la carrera de Ingeniería Industrial en Sevilla.

¿Dónde consiguió su primer trabajo?

Mis primeras prácticas fueron en un laboratorio de I+D dedicado a ciencia de materiales en Lyon, porque en esa ciudad francesa cursé de 2013 a 2015 un doble grado en ingeniería y en emprendimiento. Y la primera y única empresa en la que he trabajado antes de crear Solum fue ATA Renovables, de 2015 a 2019.

¿Por qué deciden los tres unirse para crear su propia empresa?

Por motivos emocionales. Siempre nos había ilusionado montar una empresa, aunque no sabíamos el para qué. Y por compromiso con nuestra tierra. Nos motivaba el reto de crear una empresa puntera de I+D en Andalucía y crear empleo, porque veíamos cuántos amigos, jóvenes ingenieros, se marchaban a Madrid para trabajar. Nuestras experiencias en el extranjero también nos sirvieron para comprender, y viendo a muchos españoles que trabajan en proyectos de energía fotovoltaica, que no tenemos nada que envidiar al talento de otros países. Ni en formación ni en profesionalidad. Fuera complejos.

¿Cómo se decantaron por la baldosa solar?

Mientras seguíamos trabajando cada uno en la empresa que nos había contratado, Luis, Antonio y yo empezamos en 2018 a reunirnos periódicamente en mi casa, para ver qué se nos ocurría, y elegir una de entre las ideas que pensáramos y discutiéramos. Nos decidimos por la idea de la baldosa solar, y la seguimos desarrollando cada uno desde el destino al que nos habían enviado. A mí me envió ATA a Sidney (Australia) para montar una filial; a Luis lo destinó al Reino Unido la empresa sevillana Isotrol, y Antonio hacía el doctorado en la Universidad de Estocolmo. Manteníamos reuniones por vía telemática, y el momento de inflexión fue ganar el concurso de ideas de emprendimiento promovido por la Universidad de Sevilla. El principal premio era estar una semana en la Universidad de Berkeley, en California, en un campus para emprendedores.

¿Qué sucedió?

Luis y Antonio pudieron ir a Berkeley, yo no porque mis padres ya tenían comprados los billetes para visitarme en Australia. Se entusiasmaron con el ambiente, con las experiencias que descubrían, con las personalidades que conocían. Y desde allí me llamaron por teléfono, eufóricos, para decirme que ya estaban convencidos de que diésemos el paso de dejar los trabajos y crear nuestra empresa. Me lo pensé, porque tenía un compromiso con ATA abriendo sede en Australia, y acordamos entre los tres darnos un plazo de cuatro meses para resolver la transición de poner fin ordenadamente a nuestras ocupaciones por cuenta ajena y reorganizar nuestras vidas para retornar a Sevilla y dedicarnos a tiempo completo a nuestro proyecto. Empezamos los tres juntos el 1 de enero de 2019.

¿Sus familias y amistades entendieron que decidieran renunciar a sus empleos?

Nuestros padres nos apoyaron completamente, aunque al principio no se lo creían y disimulaban su preocupación. Muchos amigos nos respaldaron, no sin decirnos antes que estábamos locos, porque los tres teníamos buenas condiciones laborales. No habíamos sido alumnos excesivamente brillantes, pero cuando empezamos a trabajar se nos dio bien y ascendimos relativamente rápido en las empresas que nos contrataron. Y no podíamos optar por dedicarnos a tiempo parcial a nuestro proyecto porque para materializar una empresa o estás al 100% o no avanzas.

¿Los primeros elogios a su proyecto estaban basados en un análisis riguroso sobre su viabilidad técnica o eran más bien comentarios tópicos por quedar bien con los artífices de una propuesta ingeniosa y buenista?

Hemos vivido ambas situaciones. Al ser hardware, una instalación que se toca, un proyecto relacionado con la sostenibilidad, que llama la atención a primera vista, eso nos ha beneficiado en ciertas ocasiones. En cambio, notábamos reticencias al ser un hardware en la vía pública, expuesto al mal uso o al vandalismo, y en el que muchas veces tu cliente ha de ser una administración pública, lo que es un handicap para la gestión de una startup porque los plazos de las tramitaciones se suelen retrasar mucho. También ha jugado en nuestra contra exponer un modelo de negocio basado en la energía. Todo esto se ha ido aprendiendo, superando, y forma parte del proceso de emprender.

¿Quién les orientó mejor para modelar el negocio?

Los periodos de incubación y aceleración en Andalucía Open Future – El Cubo en Sevilla, y con EIT Climate KIC en Valencia. Fueron muy útiles para convertir la idea en modelo de negocio. Y en enfocarnos para el sector de la micromovilidad, aunando baldosa y estación de carga para patinetes y bicicletas eléctricas. Nos dimos cuenta que el valor de la energía no era 'per se' sino que generemos la energía allí donde se necesita. Ha costado mucho esfuerzo concretar el primer producto mínimamente viable que probar en el mercado. Y seguimos dedicándole mucho tiempo a pensar mejoras.

¿Qué inversores han confiado en Solum?

En julio de 2021 cerramos la entrada de 750.000 euros como ronda de capital semilla, los inversores han sido el fondo La Bolsa Social, Wayra (de Telefónica), Capital Energy y Beringia, que es el vehículo de inversión de Toni Vera, quien creyó en nosotros desde el primer momento, al principio nos ayudó como industrial y después ha entrado como inversor. Después de esa ronda se ha incorporado Pablo Campos como socio inversor.

¿Cómo han aprovechado ese respaldo?

Hemos evolucionado mucho el modelo de estación de recarga. La nueva versión de estación tiene entre cuatro y cinco metros cuadrados, y un máximo de dieciséis puntos de carga. Hemos logrado reducir la extensión y a cambio ha mejorado la eficiencia. Es una solución modular personalizable y en un lugar pueden implantarse cuantos módulos se quiera tener. Los inversores que hemos conseguido son de prestigio a nivel nacional y eso reduce la desconfianza que puede tener una empresa para ser uno de los primeros clientes de una startup. Nuestro principal producto aporta una solución al gran crecimiento del uso de patinetes eléctricos y bicis eléctricas en algunas ciudades, y muchas personas no saben dónde dejarlos cuando han llegado a su destino.

¿Qué tienen patentado?

Los tratamientos superficiales y la estructura de la baldosa. Posteriormente, también patentaremos nuevos desarrollos que estamos haciendo. La patente al cien por cien la recibiremos en abril, mientras tanto está protegida intelectualmente porque contamos con el informe que acredita que la solución es patentable.

¿Cuánto tiempo tarda en completarse la recarga de la batería?

Depende del modelo de vehículo del cliente. De cero a cien pueden ser tres, cuatro o cinco horas. Nuestra estación está pensada para cubrir el porcentaje de carga suficiente, que suele ser un 30%, mientras estás en una oficina, en un centro comercial, en un cine, etc., y que además tengas la tranquilidad de que tu patinete o bici está seguro.

¿Cómo se las han ingeniado para crear un pavimento solar y un modelo de instalación de recarga energética que sea homologable en cualquier ciudad? Porque la ubicación de equipamientos en diferentes urbes y países estará sometida a normativas urbanísticas diversas entre sí.

Ha sido un reto cuya solución la diseñó Antonio Cabrera, nuestro socio más técnico, tras estudiarse muy a fondo el código técnico de edificación. Nuestra solución con baldosa solar fotovoltaica no sustituye el pavimento, sino que se instala encima, porque es mucho menos invasivo en cualquier tipo de normativa, y respetando los criterios de inclinación, cableado, etcétera.

¿A qué tipo de clientes se están enfocando?

Los dos más claros son los centros comerciales y de oficinas, que necesitan esa infraestructura para cubrir la necesidad de quienes se desplazan por la ciudad en ese tipo de vehículos y necesitan recargarlos. Y el otro cliente principal es la administración pública que quiere ofrecerlo en la vía pública. Nuestras perspectivas de crecimiento son ambiciosas, queremos materializar la entrada durante 2022 en países europeos que son mercados muy atractivos: Francia, Alemania, Italia, Reino Unido y Portugal.

¿Cómo se van a promocionar?

Con 'showrooms' para mostrar y probar su funcionamiento. En Madrid ya hemos instalado uno en la sede de Wayra en la Gran Vía. Haremos lo mismo en Barcelona y en otras ciudades europeas emblemáticas. Y vamos a participar en ferias empresariales emblemáticas del sector de la movilidad sostenible. Aún todo esto nos parece un sueño. Lo comentaba hace unos días con mis socios. Parece que fue ayer cuando los tres estábamos en El Cubo, alrededor de una mesa, con una idea. Ahora llegamos a la nave en La Rinconada y está llena de actividad, con la producción en marcha, con trabajadores contratados. Y todo es fruto de una idea que tuvimos. Esa ilusión compensa pasar malos ratos en la puesta en marcha de una empresa, que también los hay.

¿Cuál es el pedido más relevante que les han hecho recientemente en España?

Hemos llegado a un acuerdo con Iberdrola, que nos concedió su premio a la mejor startup en micromovilidad, para proveerles de estaciones de micromovilidad que implantarán con clientes suyos en diversas ciudades, en espacios privados (centros comerciales, áreas de oficinas,...). El primer pedido son cinco estaciones, esperemos que sean las primeras de otras muchas. También han confiado en nosotros desde Naturgy. Esos acuerdos refuerzan nuestra marca, y cuando otras empresas las leen en las noticias, se nota que valoran de modo más creíble nuestro producto, porque son conscientes de que estas grandes empresas analizan a fondo la validez técnica de lo que seleccionan. Nos esforzamos en que los clientes nos sigan contratando durante muchos años. Cuando les vendemos una estación, estamos pensando en que prueben la solución, que vean los beneficios que le aporta y que nos pidan más.

Estamos inmersos en el cambio climático y la necesidad de basar nuestra sociedad en las energías renovables, en aprovechar el sol. ¿Sueña con la implantación de estaciones de Solum por todas partes?

Nuestra misión es conseguir hacerlo tan común como el wifi. Que no haya un centro comercial sin estación de carga para bicicletas y patinetes, ya sea de Solum o de la competencia. Que no haya un área de ocio sin ese tipo de infraestructura. Que se integre en las zonas comunes de las ciudades. Y es completamente posible.

¿En qué vehículo se desplazan ustedes por la ciudad?

Combinamos. Ahora tenemos la sede de la empresa en San José de la Rinconada, en el área metropolitana de Sevilla. Mis dos socios van en patinete desde su domicilio hasta el tren de cercanías, que tiene parada enfrente de nuestra nave. Cuando van a reuniones por el centro de Sevilla, se mueven en patinete, yo también lo uso. Reconozco que voy en coche a la nave porque nos hace falta para llevar cosas. A los demás trabajadores vamos a regalarles patinetes para que los usen. Ahora somos siete personas, pronto comenzará a crecer la plantilla.

¿Se ensancha la franja de edad de la población usuaria de ese tipo de bicicletas y de patinetes?

Sí, estamos en esa tendencia y va a intensificarse por dos motivos claros. El primero y más importante: es un medio de transporte asequible a gran parte de la población. Los coches eléctricos están muy bien pero son caros. Y el rango de población que puede acceder a ellos, a día de hoy, es aún limitado. Sin embargo, un patinete eléctrico es muy asequible por precio y por funcionalidad. Cuando entra un nuevo producto al mercado, hay un periodo de conocimiento por parte del usuario. Por eso al principio solo se veía a jóvenes en patinete. Cada vez más los usan personas de 30, de 40, incluso de 50 años. El segundo motivo: van a generalizarse y prosperar las infraestructuras como Solum en las ciudades. Y otras compañías se sumarán en el mercado con las suyas. A mayores facilidades para los usuarios, más intensa la migración de la ciudadanía hacia estos modelos de micromovilidad urbana. Esa transición se ve favorecida por el fuerte incremento del precio de los combustibles, lo que no tiene visos de mejorar a corto plazo.

Por su experiencia, ¿qué recomienda a las entidades públicas o privadas para acertar más a la hora de fomentar la innovación y el emprendimiento?

Lo primero: facilitar más recursos a las startups que aún no han alcanzado la fase de tener una primera ronda de inversores. Lo segundo: poner en contacto en mucha mayor medida a las startups con gente de talento a los que les ha salido bien su experiencia de emprender. Es muy importante conectar a los que empiezan con quienes van por delante, ya sean andaluces, o de otros lugares de españoles, o de otros países. No solo porque te motivas más sino porque te ahorras muchos dolores de cabeza cuando alguien que ya se ha dado contra un muro te explica que no caigas en lo mismo. Como ciudadano de Sevilla, ¿cómo ve la evolución de la sociedad sevillana en los últimos años. ¿Qué propone hacer y qué pide dejar de hacer?

Sevilla es una ciudad de transiciones lentas, es parte de su encanto. He comprobado cómo se está abriendo hacia conceptos más modernos de ciudad, sobre todo en el ámbito cultural. La oferta cultural de Sevilla está muy bien, me gustaría que se ampliara, no tanto en cantidad sino en diversificación. Soy muy partidario de acercar el arte a los ciudadanos, que haya interacción dentro y fuera de los contenedores culturales. Respecto a lo negativo, hay que evitar que el centro de Sevilla se convierta en el futuro en una Venecia donde casi no hubiera población residente ni los comercios de la vida cotidiana. Las autoridades han de fomentar que continúe teniendo vecindario y que los negocios no sean solo turísticos.

Lo que están creando desde Solum sirve en cualquier ciudad tanto para sus habitantes como para los turistas.

Nosotros la pensamos como algo que realmente tenga un impacto en el día a día de las ciudades para hacer la vida más fácil. Creo en el efecto compuesto de los cambios: si tú haces la vida más fácil a tus ciudadanos, en nuestro caso con el transporte, la movilidad y la energía, esas otras personas que se dedican a la medicina, al comercio, a la industria, etc., también lo van a revertir para mejorar la sociedad. Y la fortaleza de la sociedad civil es la que realmente hace rica a su población. Me encantaría que Sevilla siguiera avanzando en ese sentido.