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Doble maltrato en el ámbito laboral

Ser joven e inexperto aunque formado es sinónimo en demasiadas ocasiones de precariedad y temporalidad. La crisis ha ralentizado su acceso al mercado y ha creado un gap que retrasa sus planes

15 oct 2016 / 15:01 h - Actualizado: 15 oct 2016 / 15:07 h.
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  • Un grupo de personas entra en una de las oficinas del Servicio Andaluz de Empleo (SAE). / José Luis Montero
    Un grupo de personas entra en una de las oficinas del Servicio Andaluz de Empleo (SAE). / José Luis Montero

Fran tiene 29 años y es sevillano, pero justo este mes cumple dos años viviendo en Barcelona. Un día, cansado de que las ofertas laborales que recibía en su provincia se limitaran a ofrecerle puestos de teleoperador y prácticas mal remuneradas que no estaban en consonancia con su licenciatura en Dirección y Administración de Empresas, decidió coger un tren rumbo a la ciudad condal. Llevaba varias entrevistas de trabajo concertadas pero durante el trayecto se inscribió para una oportunidad laboral que hoy, dos años después, se ha convertido en su trabajo. Estos días está a la espera de saber si le harán el contrato indefinido tras encadenar varios temporales.

No fue su primer tren. Antes hubo avión para viajar a Londres a mejorar el idioma y a iniciarse en un mundo laboral reducido a las cocinas y barras de pub. Otros dos años de prueba y error. Y también autobús para probar suerte en otras provincias.

Su caso no es una excepción. La crisis ha hecho especial daño a un colectivo que, por ser joven, resulta doblemente maltratado por el mercado laboral. A la falta de oportunidades por la inexperiencia se suma una precarización de los salarios y de los contratos hasta el punto de constituir una generación que, en el caso de encontrar ocupación, tiene que aceptar en demasiadas ocasiones unas condiciones que nos les permiten ni siquiera salir de casa de sus padres.

¿Recuerdan hace años cuando se criticaba que los jóvenes fueran mileuristas? Ahora muchos recuerdan esa época con nostalgia. Y es que los datos presentados por CCOO Sevilla al respecto son demoledores. El salario medio de los jóvenes sevillanos menores de 36 años se sitúa en los 697,3 euros mensuales en catorce pagas (un total de 9.762 euros anuales), lo que supone una cifra 2.454 euros inferior a la que percibían al comienzo de la crisis, allá por 2008. Desde entonces, la retribución de este colectivo se ha desinflado un 20 por ciento. Y encima, trabajar en Sevilla supone un hándicap salarial añadido, pues un joven aquí gana una media de 2.184 euros menos que en el conjunto del país.

Según el estudio elaborado por el sindicato, la crisis ha hecho mella, además, sobre las opciones que tienen de subirse al carro del mercado laboral. El desempleo afectaba en el conjunto de 2015 a casi cuatro de cada diez jóvenes sevillanos (la tasa de paro es del 39,4 por ciento), un nivel que permanece prácticamente invariable, décima arriba o abajo, desde 2012. Si ahora hay en esta situación algo más de 120.000 jóvenes, antes de 2008 el paro era un problema para dos de cada diez personas de entre 16 y 35 años, de modo que la población desempleada con estas edades no llegaba a las 77.000. Desde que arrancara la coyuntura económica adversa, la tasa de paro entre los que empiezan a dar sus primeros pasos laborales se ha disparado casi un 20 por ciento. En Andalucía, se ha perdido en estos años un 44 por ciento del empleo juvenil.

Desde 2010 se ha acentuado la dificultad para acceder a un trabajo, como demuestra el hecho de que casi 44.000 sevillanos (el 38,7 por ciento) lleven dos años o más tratando de encontrar ocupación, cifra que ha crecido casi un 21 por ciento en los últimos cinco años, mientras que otros 24.000 llevaban buscando empleo entre uno y dos años.

Eso quienes no consiguen trabajo, pero quienes sí lo tienen deben lidiar con condiciones complicadas.

La aplicación de la reforma laboral aprobada por el Gobierno popular en 2012 tampoco ha beneficiado precisamente a los jóvenes, ya que desde su entrada en vigor la tasa de paro juvenil solo ha bajado un punto porcentual, mientras que la tasa de ocupación ha descendido un 1,6 por ciento en el mismo periodo. Además, coincide que fueron los dos años posteriores a la aprobación de la legislación laboral (2012 y 2013) los ejercicios en los que más jóvenes optaron por hacer las maletas y buscar oportunidades en otros lugares, hasta un total de 7.195 en la provincia.

22.300 jóvenes fuera

Y es que la emigración forzosa ante la falta de oportunidades se ha dejado sentir. La población joven ha menguado en más de 87.000 personas desde el año 2008.

«Con ese sueldo y teniendo en cuenta que el 48,6 por ciento de los contratos que se hacen a los jóvenes en Sevilla son temporales, resulta imposible tener un proyecto de vida y conduce a que se marchen al extranjero. Y es que 22.300 jóvenes sevillanos han tenido que abandonar su provincia», denuncia Juan Bautista Ginés, secretario provincial de UGT Sevilla.

Es cierto que la tasa de temporalidad ha bajado en 2015 (se coloca en el 48,6 por ciento) pero no lo es menos que lleva un poco de trampa, pues se trata de una cifra que ha descendido desde el inicio de la crisis (en 2008 se elevaba al 55,5 por ciento) porque las empresas han despedido a más trabajadores temporales que indefinidos, explican los sindicatos. Así, en estos ocho años se han destruido 40.300 puestos de trabajo indefinidos de jóvenes y 76.000 trabajadores temporales.

A esta circunstancia se suma que con la concatenación de contratos temporales y la escasa duración de los programas de empleo público específicos, la mayoría de ellos tampoco puede optar a la prestación por desempleo. Solo el 16,34 por ciento de los jóvenes en paro en la provincia tiene este tipo de protección. La pérdida de derechos ha sido una constante con la crisis como demuestra el hecho de que en 2010 el 30 por ciento de los jóvenes desempleados sí tenía acceso a cobrar la prestación.

Otro efecto indirecto de la crisis se ha dejado sentir en el aumento de la siniestralidad por la falta de inversión en prevención de riesgos laborales. Con este panorama, el índice de accidentalidad entre los jóvenes de la provincia se sitúa en 42,1 siniestros por cada mil personas ocupadas menores de 25 años, una tasa que, según precisa el sindicato, va disminuyendo conforme se va avanzando en edad.

Desde CCOO Sevilla se abunda en que las empresas no invierten en esta materia en sus empleados de menor edad porque no les resulta rentable dada precisamente la temporalidad de sus contratos. Y detrás de la accidentalidad está la precariedad de las condiciones en las que desarrollan sus tareas.

Las centrales sindicales aseguran que es necesario poner freno a la sangría laboral de este colectivo con la puesta en marcha de un plan integral de empleo juvenil que sea más ambicioso.