El mantecado, un sofisticado motor de empleo en la Sierra Sur

Alrededor de estos dulces han nacido empresas de maquinaria o diseño gráfico, que suponen la mitad del empleo de la campaña

16 sep 2017 / 08:00 h - Actualizado: 16 sep 2017 / 08:00 h.
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  • Un trabajador de Talleres Hagles trabaja en una máquina. / El Correo
    Un trabajador de Talleres Hagles trabaja en una máquina. / El Correo

El mantecado y el polvorón es una de esas industrias que se conocen como tractoras. En torno a estos dulces han nacido y crecido un sinfín de empresas, que no necesariamente se dedican a su elaboración. Son los diseñadores gráficos que se encargan de hacer de la imagen un atractivo para el consumidor, de los desarrolladores de maquinaria para el mecanizado de este proceso o los transportistas que llevarán los dulces hasta los supermercados para que luego reinen en nuestras mesas. Empresas puramente estepeñas que hacen del mantecado y el polvorón una gran industria. De facto, la mitad del trabajo que genera la campaña depende de ellos; es decir, emplean a unas 2.500 personas.

Una de estas empresas es Talleres Hagles, que se dedica al desarrollo de maquinaria. Con más de un siglo de vida, esta sociedad fundada por Arturo González empezó realizando herramientas e instrumentos para el sector agrícola, pero entre los años 50 y 60, ya con sus dos hijos al frente de la compañía, estos talleres le dieron una vuelta de tuerca a su actividad.

Por entonces, había cerca de un centenar de obradores de mantecados en el municipio. Y ante el boom que tuvo esta actividad optaron por cambiar los trillos y los coches de caballo que fabricaban y apostar por la mecanización de un sector que estaba en auge.

«Empezaron tratando la materia prima», explica el actual gerente de la empresa, Antonio Jesús Rueda, que está formada por diez socios, después de que los hermanos González ante la falta de heredero se la vendiera a sus trabajadores. Hasta ese momento los ingredientes para la masa se mezclaban a mano, por lo que Talleres Hagles desarrolló una amasadora. También diseñaron un horno para tostar la harina, lo que facilitaba el resecado de este ingrediente, de esta forma simplificaban uno de los procesos clave de los mantecados estepeños.

Después se aventuraron a fabricar molinos de azúcar, tostadores de almendra y hornos en continuo, que se instalaron por vez primera en La Fortaleza. También cuentan entre sus referencias con emborrizadoras para los roscos de vino y refinadoras de masa. En la actualidad, Talleres Hagles abarca casi todo el proceso productivo, ya que incluso diseñaron una cinta que transporta el dulce hacia las envolvedoras.

El mantecado fueron sus inicios, pero ahora trabajan para todo tipo de repostería. «En Toledo con el mazapán, en Alicante para la industria del turrón o maquinaria para el bizcocho de soletilla», relata Rueda. Incluso han exportado su trabajo con un horno en continuo que está operando en Rusia.