Crónicas empresariales

Esto es lo que hay: una porquería

Prefiero ser menos simpático y malhablado, pero ver cómo mis paisanos tienen puestos de trabajo dignos donde elegir

13 sep 2020 / 04:30 h - Actualizado: 13 sep 2020 / 04:30 h.
"Crónicas empresariales"
  • Esto es lo que hay: una porquería

Me dirijo a los empresarios y a quienes deben facilitarles sus iniciativas: los políticos. Vivo en Andalucía y, dentro de ella, en Sevilla, y ambas son una porquería. Miren, ya está bien de miramientos con el habla: la persona, la sociedad, la empresa, cualquier colectivo humano que no es fuertemente autocrítico consigo mismo no llega a lugar alguno, se queda dormido como un camarón al que la corriente de la Historia se lo lleva por delante y como mucho sufre la humillación de ser rescatado gracias a la caridad de otros que pagan para que el bello durmiente pueda comer y seguir durmiendo. Esa situación convierte al ser humano en un pelele sin dignidad ni poder alguno, en un criado, en un bufón.

Ahí están los datos, unos extraídos de una encuesta entre españoles y europeos de Bilendi S.A. para la Fundación Centra (Centro de Estudios Andaluces) y otros del magnífico reportaje sobre el Polígono Sur de Sevilla titulado “Tras el brote de las Tres Mil Viviendas: "La lógica 'paya' aquí no va a funcionar", que los periodistas Pepe Barahona y Fernando Ruso han publicado en El Confidencial (11/9/2020), un texto que está circulando por la Red como un río de lava que nos debería abrasar a los andaluces y en especial a los sevillanos. Hay culpables de esto: los empresarios, la clase política y quienes los toleramos con nuestro apoyo, aguantándoles sus cifras, sus ideas y sus frases optimistas con las que nos venden su ineficacia. Porque o estamos en una economía de mercado que respeta los derechos humanos que ella misma se ha impuesto o sencillamente este sistema no nos sirve y habrá que ir pensando en otro, si es que lo hay porque desde luego la alternativa no es ni Podemos ni Vox, eso es pan para hoy y hambre para mañana, idealismo.

Todavía dependiente

La encuesta del Centra dice lo que todos sabemos pero permitimos sin dignidad alguna: que tras más de treinta años de gobierno socialista (ellos dicen que son socialistas) aún somos de los últimos porque no se le ha extraído a esta región todo el potencial que tiene, algo nos torna en dependientes pero, eso sí, somos muy alegres y acogedores. Y qué sol de Andalucía embotellado, da gusto achicharrase bajo este sol.

Prefiero ser menos simpático y malhablado, pero ver cómo mis paisanos tienen puestos de trabajo dignos donde elegir y que mis estudiantes no piensen tanto en Madrid, en Londres o en Alemania. Me da vergüenza caminar por un simple carril de los que construyen en el Aljarafe para que bajemos el colesterol y nos mantengamos en forma y de pronto tropezarme con un cartel donde se lee que aquella minucia de obra la tengo gracias a los fondos Feder.

“Un 34,3% de europeos y un 61,3% de españoles cree que Andalucía es una comunidad autónoma a la que no se le ha sacado “todo el provecho posible”, señala la encuesta del Centra. “Entre los países europeos, la percepción de que a Andalucía no se le ha sacado todo el provecho se da en mayor medida entre los nacionales de los países del norte, como Alemania (43,6%) y Austria (52,3%), mientras que así lo piensa el 61,3% de los españoles y el 78,3% de los andaluces”. ¿Por qué esta opinión? Por la “falta de inversiones, la mala gestión de sus gobiernos y la ausencia de tejido empresarial”. Añadamos a esto lo que dije antes: y porque los ciudadanos andaluces hemos tolerado esta situación con lo cual somos cómplices de ella puesto que si más del 78% es consciente debe informarse y formarse mejor para contribuir a solucionarla a menos que no le importe seguir de romería, cervecitas y olé.

Hemos necesitado los andaluces más de 30 años para “superar” nuestra dependencia del régimen clientelista del PSOE y la derecha no sabemos si, en esencia, va a seguir el camino trazado por el PSOE que, sustancialmente, se parecía bastante al señoritismo pero con traje progre. Es un mal que viene de siglos atrás y con el que no se romperá hasta que no se abran de par en par las puertas a la inversión extranjera, a las alianzas con ellas y a las nuevas generaciones. Esto significa agilidad y facilidades máximas.

No somos alegres

Eso de que Andalucía es una tierra vieja y sabia está por ver en el sentido de si es capaz de una vez de enfrentarse con el siglo XXI. Por otra parte, a mí me parece que de alegre y hospitalaria menos si no aceptas ciertas costumbres curiosas e interesantes pero que por lo visto no son compatibles con una mente permeable a la tecnología y el laicismo.

Yo creo que aún colea aquella tremenda frase que surgió de la Asamblea de Ronda (1918): Andalucía es “la tierra más alegre de los hombres más tristes del mundo”. Yo no creo en la alegría del andaluz, creo en su resignación y eso que en aquel acto de Ronda los llamados Centros Andaluces elaboraron un escrito en el que decían: “A nosotros corresponde fortalecer Andalucía y los municipios andaluces, unificando su fuerza para intimar con ella, como hace Cataluña, a los poderes centrales, a fin de obtener de éstos lo que de grado no otorgan: instituciones de enseñanza, caminos, canales y reivindicaciones económicas y financieras debidas a la vida de nuestra región”.

En el Estatuto de Autonomía andaluz se menciona este hito histórico pero qué poca nota hemos tomado, mejor entregarse a una dependencia excesiva del exterior y cuando alguien lo diga -de una forma u otra, con un tono u otro- encima nos indignamos con esa persona en lugar de comprobar en qué medida lo que dice es cierto. Porque lo es, yo procedo de madre andaluza, tengo primos hermanos vascos que ni conozco y ahora sigo viendo a mis alumnos emigrar. Hemos avanzado: mis tíos de la Sierra Norte de Sevilla se iban con humildes maletas y sin estudios apenas, ahora se emigra con títulos universitarios y conocimiento de idiomas y profesiones. ¿Una tierra así es alegre? Pues menos alegría y más acción para salir de esta porquería y aprovechar que los encuestados extranjeros del Centra reconocen que Andalucía es una marca propia y popular fuera de las fronteras españolas.

Se muere el Polígono Sur

Qué doloroso es leer esto en El Confidencial sobre el Polígono Sur, sus Tres Mil Viviendas, su zona de Las Vegas y otros barrios, en relación con la pandemia: “Según la comisión técnica de seguimiento del coronavirus en el Polígono Sur, la incidencia de los 14 últimos días en Sevilla es de 80 positivos por 100.000 habitantes; en las Tres Mil Viviendas y en el resto de barriadas de la zona más pobre de España, la cifra sube hasta los 344 contagios”.

Y esto otro: “Todo el conjunto es, por cuarto año consecutivo y según el informe de los indicadores urbanos del Instituto Nacional de Estadística (INE) —enmarcado en el proyecto europeo Urban Audit sobre las condiciones de vida en las ciudades de la Unión Europea—, el barrio más pobre de España. Los sevillanos tienen el dudoso honor de tener seis barrios entre los de menor renta neta media anual por habitante de toda España. Al Polígono Sur, con 5.112 euros por persona, le sigue —otra vez— Los Pajaritos y Amate, con 5.516 euros de media”.

Y, para rematar, también esto otro: “El Polígono Sur arroja unas cifras demoledoras. La mitad de su población activa, unas 24.000 personas, está desempleada. En torno al 16% de sus vecinos son analfabetos. El absentismo escolar en la zona es del 26,73% en la Educación Infantil (no obligatoria), del 12,77% en Primaria y del 29,44% en Secundaria, según datos de la Comisión Municipal de Absentismo Escolar de Sevilla”.

La Iglesia se queda atrás

La Iglesia debería preguntarse por qué se le van los pobres de sus filas. Y supongo que se lo pregunta y lo sabrá, pero es una institución que se mueve muy lentamente. El reportaje de El Confidencial afirma en referencia a las creencias religiosas y la pandemia Covid-19: “muchos en el Polígono Sur son fieles de la Iglesia Evangélica de Filadelfia, una revolución para la cultura gitana que suma adeptos de muchas familias. Y precisamente por ahí se ha dado otro de los brotes, en uno de los cultos a los que asistió un pastor contagiado”.

La Iglesia Evangélica, que en no pocos casos son simples negocios de un señor iluminado que monta un “templo” y tiene una labia imponente hasta el punto de que gracias a ella puede acabar inaugurando un canal de televisión. Charlatanes de medio trapo que sacan dinero a los más necesitados le ganan la partida a una institución milenaria que, con todos sus defectos, ha jugado un papel fundamental en la formación de Europa y de España. ¿Qué ha pasado? ¿Y qué le ocurre a buena parte de esa etnia gitana de la que no se puede hablar con claridad para que no te acusen de incitación al odio, que no acaba de integrarse en el mundo al que llegó en el siglo XV?

El reto

Hasta aquí cifras, hechos y argumentos. He hecho algo imperdonable en el discurso: intentar desmitificar lo que mucha gente tiene por “sagrado”: su tierra, sus gentes, sus costumbres. Pero, miren, opino que basta que tengamos la situación tan brevemente descrita para que, al menos yo, sienta que vivo en una tierra que es una porquería, la porca miseria de la expresión italiana. “Si los que viven abajo no piensan en la vida de abajo, jamás subirán”, decía Bertolt Brecht. Yo, aunque tenga una vida cómoda, sé que vivo abajo, y que hay culpables de que yo viva así: los empresarios, los políticos y yo mismo. Todos tenemos el reto de salir del pozo. Llevamos demasiado tiempo en su parte más honda. ¿O nos podemos hundir aún más?