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Muelle de descarga del Puerto de Sevilla. / El Correo
Hagamos una carrera y pongámonos todos de acuerdo para llegar al mismo tiempo a la meta. ¿Eso sería posible? Algo parecido es lo que quiere hacer el presidente de la Autoridad Portuaria de Sevilla, Manuel Gracia, que ha propuesto a la Junta la creación de un órgano de «coordinación y consulta» para que los siete puertos de interés general del Estado en la comunidad no se hagan daño mutuamente. Esto es, para que no haya competencia desleal y «pongan en común sus planes de empresas». O lo que es lo mismo, para que no se repita el conflicto de Majarabique.
El socialista Gracia pide más implicación de la Junta para velar por los intereses comunes de los puertos estatales en suelo andaluz, para que haya un política logística común, para que Huelva no le quite tráfico de mercancías a Sevilla, y sí para que la operación de Majarabique «sume nuevos tráficos». «Que no quite tráficos de uno para dárselos a otro», «no vale vestir un santo para desvestir otro, en este caso la Autoridad Portuaria de Sevilla», insistió. El objetivo debe ser, defendió, «conquistar» rutas como la de las mercancías de Extremadura que salen por el Puerto de Sines (Portugal) o las del sector agroalimentario andaluz que «salen por Valencia».
En los Diálogos sobre Sevilla organizados por la Fundación CEU San Pablo Andalucía, el presidente del Puerto hispalense explicó por qué Sevilla no pujó por quedarse con la terminal ferroviaria de Adif en Majarabique –como sí hizo Huelva–, anunció su petición a la Junta e intentó convencer, sin mucho éxito, de que su propuesta «no es fruto del asunto de Majarabique».
Lo cierto es que fue la propia Autoridad Portuaria sevillana la que renunció a concursar para hacerse con este nudo ferroviario, dejando la vía libre al de Huelva, el único ofertante en el concurso público de Adif. La intención del Puerto onubense es hacerse con la terminal que es paso obligado para los trenes que van y vienen del resto del país por la provincia de Sevilla, invertir para hacerla operativa y buscar un consorcio privado para su explotación con la misión de atraer tráfico de contenedores hacia Huelva. Este operador privado, al no estar sujeto a la Ley de Puertos podría abaratar los precios, así que el recinto que dirige Manuel Gracia ve peligrar parte de su tráfico. Y por eso saltaron las alarmas y, finalmente, tras la intervención de la Junta y Puertos del Estado, Sevilla y Huelva negocian. Según Gracia, «entre este mes y el que viene» habrá una solución. «No será un tema recurrente». Evidentemente, ya que el Puerto de Huelva se ha hecho con la gestión de la terminal y querrá explotarla lo antes posible. Y no pinta bien. Gracia dejó caer que su homólogo de Huelva no ha garantizado que no vaya a aplicar esas tarifas «que distorsionan el mercado».
¿Y por qué no compitió Sevilla por Majarabique? Gracia reiteró que el Puerto de Sevilla tiene una nueva terminal ferroviaria y una zona logística al 60 por ciento. «¿Para qué?, ¿para evitar que ganase Huelva y luego no desarrollarla?». Una institución pública no puede gastar 2,5 millones de euros con ese fin. Y más. El Puerto de Sevilla registró superávit en 2016 únicamente por la venta de un edificio en La Raza (en 2015 fueron 2,8 millones de pérdidas). Le lastra aún la obra de la esclusa. Su estructura financiera «no es comparable con la de Huelva», así que sólo puede entrar «en operaciones que garanticen un retorno».
Así que ahora el Puerto de Sevilla lo que pide a la Junta es que sus 200 hectáreas en la futura zona logística de Majarabique sean «una oportunidad para todos», eso sí, con inversión de la Administración andaluza y con el apoyo de la iniciativa privada.
Así como también le reclama ese órgano, cuya fórmula jurídica está por estudiar, para coordinar a los siete puertos de interés general del Estado que están en suelo andaluz. El ejemplo a seguir, el Consejo Andaluz de Universidades, ya que éstas también son organismos «independientes». Para Gracia, es necesario el marco estatal, pero con más competencia regional. Otra cosa es si los Puertos, que rinden ante el Estado, renuncian a competir entre ellos, porque Gracia parece hablar más como político que como empresario.