La caída del crudo llega al campo a medio gas

Desde finales de agosto hasta el pasado 15 de enero, el gasóleo agrícola se abarató un 21,5 %, mientras que el precio del barril de Brent bajó un 45 %

31 ene 2016 / 20:43 h - Actualizado: 31 ene 2016 / 20:44 h.
"Ahorro","Agricultura","Energía","Regadío","El campo y su agroindustria"
  • Los agricultores se quejan de que la bajada del petróleo no se corresponde con la experimentada por el gasóleo agrícola. / El Correo
    Los agricultores se quejan de que la bajada del petróleo no se corresponde con la experimentada por el gasóleo agrícola. / El Correo

Las repercusiones de la bajada del precio del crudo hasta niveles de 2003 han copado titulares en todo el mundo y esta misma semana el Banco Mundial ha rebajado las previsiones del precio del petróleo para 2016 a 37 dólares el barril en vez de los 51 que había calculado en su último estudio sobre materias primas en octubre. Los efectos económicos son evidentes y en España son buenos: se paga menos por la gasolina, se consume más, las empresas tienen menos costes y se mejora la balanza comercial del país. Al suponer un menor gasto en las compras al extranjero de crudo y reducir la factura de energía y transporte primero del país y en segundo lugar de familias y empresas, conlleva un significativo aumento del PIB.

Pero también hay consecuencias oscuras: despidos en petroleras, inversiones paralizadas, países emergentes en crisis... y temor a una nueva crisis global. Y no a todos los sectores llega igual esta caída de precios. En el caso del campo, las repercusiones no son tan buenas como se podría esperar. El gasóleo agrícola o la urea se abaratan, pero poco. Esto es lo que se denuncia desde el agro andaluz.

Los datos son claros. Desde finales del mes de agosto hasta el pasado 15 de enero el gasóleo agrícola o B se abarató un 21,5 por ciento, mientras que el precio del barril de Brent bajó un 45,1 por ciento, según detalla Álvaro Areta, responsable de COAG.

A su juicio, la repercusión del descenso del precio del petróleo es «menor y más tardía de lo que cabría esperar», mientras que las subidas de precios «se reflejan en el gasóleo agrícola rápidamente». En su opinión, hay «una relajación en las bajadas», así que a la hora de llenar el depósito del tractor se nota poco la agitación del mercado mundial. De hecho, afirma que repercute incluso antes y más en la gasolina con la que surtimos a los coches que en el gasóleo agrícola.

La Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA) también denuncia que el abaratamiento del petróleo y del gas no repercute en los agricultores y ganaderos y ha instado a la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) a que lo investigue «con urgencia». La asociación recuerda que el precio del petróleo sigue su imparable tendencia a la baja, al igual que el precio del gas natural y de otros compuestos que son la base de fabricación de los fertilizantes. Sin embargo, el gasóleo agrícola ha bajado su precio mucho menos que el petróleo del que se deriva y los fertilizantes se han encarecido, concretamente un 2,7 por ciento entre 2014 y 2015, según el Ministerio de Agricultura.

En la actualidad, el precio del gasóleo B está en Sevilla a una media de 0,62 euros, si bien en El Rubio se puede adquirir a 0,44 euros y en Alcolea del Río a 1,085 euros, según los precios recogidos el pasado miércoles por el portal dieselogasolina.com.

«Hace poco el litro de gasóleo B estaba en el euro, pero ahora ronda los 60 céntimos, así que sí se notó la bajada de precio del crudo, pero no tanto como debería. Si dicen que el petróleo está en cifras de 2003, el gasóleo agrícola no lo está ni mucho menos. Sigue siendo caro para el agricultor teniendo en cuenta cuánto representa en nuestra factura de gastos». Estas son palabras de Rafael Núñez, responsable de Inagro, empresa dedicada a la gestión de fincas en Andalucía y Castilla la Mancha, que coincide con la opinión de muchos agricultores.

Éstos aseguran que la energía representa el 10 por ciento del total de los gastos de una persona que se dedique a la ganadería y la agricultura, alrededor de un 20 por ciento si hablamos de una explotación agrícola en exclusiva y hasta un 30 por ciento en el caso de cultivos de regadío.

Según Ramón García, secretario provincial de COAG Sevilla, «en el campo se nota cada vez más la pobreza porque cobramos igual que hace quince años y tenemos más gastos». Un agricultor que se dedique al cultivo de secano –como en la campiña sevillana– gasta casi 5.000 euros al año por cada cien hectáreas sembradas en gasoil agrícola, indica.

Sin embargo, las cantidades suben en el regadío pasando de unos 50 euros por hectárea en secano a «una media de 60 euros o más» de gasto en energía para el riego. En el olivar, con prácticas de menos laboreo, puede rondar los 20 euros por hectárea.

Para García, que recuerda que casi la mitad del precio del gasóleo B va a impuestos, con estas cifras es muy difícil competir con países como Estados Unidos o Argentina, «donde no se pagan tantos impuestos por la energía y donde las fincas tienen una media de entre 300 y 400 hectáreas».

Ante este panorama, las organizaciones agrarias reivindican que es necesario la puesta en marcha de un observatorio que analice la evolución de los precios de los insumos, ya que hasta ahora sólo se estudia el desarrollo de los precios desde el campo hasta el consumidor, pero no cómo influyen los mercados exteriores o globales en el coste de combustibles, fertilizantes o transporte.

De hecho, otro de los insumos afectados por el coste de la energía es la urea. Es el fertilizante nitrogenado más importante y usado, por ejemplo, en la campaña del trigo y la remolacha. ¿Y por qué le afecta la caída del precio del crudo? Según las organizaciones agrarias, porque se debería abaratar «su fabricación (el gas es su materia prima) y su transporte». Sin embargo, según la organización COAG, la urea en el último trimestre de 2014 subió un 14 por ciento (un 10 por ciento el nitrato de amoniaco cálcico y un 12,4 por ciento el DAP, fosfato diamónico), si bien en los últimos meses también notó un leve abaratamiento. «Está ahora a 2,8 euros la tonelada, mientras que el año pasado a estas alturas estaba a unos 3,5 euros, una bajada que es consecuencia de la situación del mercado del crudo, aunque su precio no baja al mismo ritmo que el petróleo como demuestran las estadísticas», reitera Rafael Núñez, encargado de la gestión de una veintena de fincas en varias provincias andaluzas.