La otra cara de un petróleo barato

Frente al beneficio para los consumidores, empresas como Siderúrgica Sevillana se resienten

05 mar 2016 / 22:07 h - Actualizado: 05 mar 2016 / 22:34 h.
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  • El carbón es, junto al acero, uno de los sectores que más sufrirá el ajuste del Gobierno chino. / How Hwee Young (Efe)
    El carbón es, junto al acero, uno de los sectores que más sufrirá el ajuste del Gobierno chino. / How Hwee Young (Efe)

Lo estamos notando en el bolsillo. Dos son los grandes beneficiados por los precios del petróleo, actualmente por debajo de los 40 dólares el barril: los conductores, que han visto cómo adelgaza el gasto en la gasolinera desde los 1,50 o 1,41 euros que costaba el litro según fuese gasolina o gasóleo por estas fechas de 2013, hasta los 1,06 y 0,92 euros de finales de febrero pasado, según el último boletín petrolero de la UE. La segunda gran ventaja la obtiene el Estado español, que ha menguado su factura energética por su alta dependencia del petróleo foráneo.

Sin embargo, la otra cara de los precios bajos del petróleo la están sufriendo, de una parte, las industrias que tienen el crudo como materia prima, como las petroleras, y aquellas que se dedican a la transformación y a sus derivados. Una de las que está notando sus consecuencias indirectas, que además viene a agravar una situación ya complicada per se en los últimos años, es Siderúrgica Sevillana.

La compañía del grupo italiano Riva, asentada en Alcalá y especializada en la transformación de chatarra en barras de acero corrugado y en menor medida en perfiles comerciales, se ha topado ahora con la barrera de que sus principales clientes de exportación, Marruecos y Argelia, se están resintiendo porque sus ingresos se nutren de la industria de los hidrocarburos. «Tienen una economía basada en la venta de petróleo y sus derivados y ahora cuentan con menos divisas para comprar», explican fuentes de la empresa, que inciden en el «círculo vicioso» que se ha instaurado para su negocio. «El mercado nacional no se recupera y la válvula de escape la teníamos con las exportaciones, que al menos nos permitían mantenernos en el mercado y sobrevivir a duras penas desde 2008», inciden, tras años de atonía nacional, ya que su actividad está muy vinculada a la construcción. Lo que está provocando esta situación es que los países primen sus industrias frente a las compras exteriores. Así, para protegerse de las importaciones, Marruecos ha prorrogado hasta 2018 las medidas de salvaguarda frente a los países de la UE, y Argelia aplica licencias de exportación, de manera que «con esta subida artificial del coste, el precio deja de ser competitivo».

Una circunstancia que se repite en los países emergentes con esta dependencia: Brasil, México, Egipto... ¿conclusión? «Caen sus ingresos, reducen su inversión». Desde la patronal siderúrgica Unesid, Alfonso Hidalgo de Calcerrada, director de Estudios Económicos, señala que los productos para la industria petrolífera como tubos de conducción están «paralizados», pero representan una parte pequeña de la producción de las acerías. El principal problema del sector –46 empresas de las que penden 60.000 empleos– procede de la caída de la materia prima, el hierro, que «ha caído tanto o más que el petróleo».

China es bastante responsable de esta situación por el descenso de demanda ante su cambio de modelo productivo intensivo en producción a otro más basado en el consumo. «Demanda menos petróleo y acero y además inunda el mercado de sus productos».

Hay otro impacto global que repercute sobre los mercados financieros, explica Fernando Faces, profesor del Instituto Internacional San Telmo. Y es que «las bolsas están siguiendo el mismo vaivén del petróleo. Si sube, suben las bolsas, y si baja, hacen lo propio». Justo lo contrario de lo que pasaba antes, cuando la caída beneficiaba a las empresas al ayudarles a reducir costes. ¿Por qué este giro? «El precio del petróleo se ha convertido en un indicador de expectativas de crecimiento y recesión. Cuando hay una demanda baja –como ahora– los mercados la interpretan como una fuerte desaceleración del crecimiento mundial». Y, ante el impacto en los países productores, como los árabes o Rusia, estos se están viendo obligados a «vender sus reservas y bonos», afectando a su vez a los mercados financieros, con especial incidencia sobre los bancos, que los han financiado. El panorama, advierte, apunta a meses de precios bajos. La desaceleración mundial, el papel de China, la falta de acuerdo para reducir la producción y la irrupción de Irán condicionarán la recuperación del oro negro.

China se marca un crecimiento del 6,5% y reducirá el peso de la industria

El Gobierno chino confirmó ayer los planes para reducir el enorme exceso de capacidad en su industria, un proceso que genera inquietud en los sectores más afectados, carbón y siderurgia, donde se prevén cerca de dos millones de despidos. Conocido como el almacén de carbón de Pekín, en el distrito de Fangshan, ya se perciben los primeros efectos. La mina Chang Gou Yu, a unos 60 kilómetros de la plaza de Tiananmen, aún opera con normalidad pero es sólo cuestión de semanas, ya que, por orden de las autoridades, cerrará sus puertas a fin de mes. De los 1,8 millones de despidos que se prevén sólo entre los sectores del carbón y del acero, cerca de 1,3 millones procederán del primero, en parte de las más de 1.000 minas de carbón obsoletas que se van a clausurar este año, con el objetivo de reducir la grave contaminación que aqueja a buena parte del país. El fondo de 100.000 millones de yuanes (13.800 millones de euros) para subsidios y reubicar a los despedidos que recordó el primer ministro, Li Keqiang, durante la apertura del plenario anual de la Asamblea Nacional Popular (ANP), el órgano legislativo, suena aún a promesa lejana. China se propone lograr un crecimiento de entre un 6,5 y un 7 por ciento este año, una meta flexible que Pekín espera que permita acometer las reformas estructurales que necesita el país. «El desarrollo es la clave para solucionar todos los problemas que afrontamos». Según avanzó Li, la economía china tendrá que crecer al menos un 6,5 por ciento anual para doblar en 2020 el PIB y la renta per cápita que China tenía en 2010, los grandes retos, junto con la erradicación de la pobreza, del Partido Comunista para celebrar en 2021 el centenario de su fundación. El presupuesto de 2016 presentado ayer eleva el gasto público un 7 por ciento hasta los 2,74 billones de yuanes (382.600 millones de euros).