«La transformación digital se está empezando por el campo»

Rafael Pleite Gutiérrez es el gerente de Global Olive Consulting, consultora que ayuda a los productores de aceituna de mesa a subirse al carro de las nuevas tecnologías para mejorar la calidad y los procesos productivos

29 jun 2018 / 17:15 h - Actualizado: 30 jun 2018 / 22:44 h.
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  • Rafael Pleite es el gerente de Global Olive Consulting. / Jesús Barrera
    Rafael Pleite es el gerente de Global Olive Consulting. / Jesús Barrera

¿Qué es Global Olive Consulting?

—Somos una consultora multidisciplinar que nos dedicamos a la implantación de nuevas tecnologías TIC al sector de la aceituna de mesa. Básicamente, para modificar la forma tradicional en la que habitualmente se hacen las cosas, y para que nuestros clientes incrementen la calidad del producto que elaboran y consigan un mayor beneficio económico.

—¿Por qué aceituna de mesa?

—Por tradición familiar, primero, y porque es un sector en el que, a pesar de que España es el principal productor mundial, y en concreto la provincia de Sevilla es la zona de mayor producción mundial de aceituna de mesa, se trata de un sector bastante anclado en la tradición, principalmente a nivel de proceso. Somos punteros en tecnologías aplicadas a maquinaria y a líneas de producción pero a fecha de hoy los procesos clave de la elaboración de la aceituna se basan en la experiencia y subjetividad de los técnicos que los llevan a cabo.

—¿Qué soluciones aporta su empresa?

—Llevamos desarrollando desde hace diez años una serie de herramientas TIC que permiten objetivizar todos esos procesos de elaboración.

—¿Un ejemplo concreto?

—Una de las herramientas que estamos aplicando es el uso de visión artificial para el monitoreo de manera objetiva del proceso de aderezo de aceituna. La aceituna sevillana verde, la que comemos en los bares, tiene dos etapas durante su proceso de elaboración; una es la eliminación del amargor natural que trae el fruto del campo (aderezo con una solución alcalina) y una etapa de fermentación. Una de las herramientas que tenemos sirve para medir de manera objetiva la intensidad del proceso de aderezo. Hasta ahora la industria se servía de la impresión visual del técnico, pero nunca se había registrado ni se había podido medir esa intensidad.

—¿Qué repercusión tiene sobre el fruto esta medición?

—Tiene mucha importancia en la calidad del producto final. De hecho, todo error que se cometa durante el aderezo genera pérdidas económicas a la industria porque un proceso no controlado genera pérdidas de calidad, de textura y hasta de color, que son irreversibles. Ofrecemos al sector herramientas que permiten de manera objetiva medir; todo proceso medible siempre es susceptible de ser mejorado.

—¿Cómo se consigue?

—Con herramientas de visión artificial ubicadas en la nube gracias a una plataforma online que hemos desarrollado y que se llama Teleoliva y que permite el control a tiempo real y a distancia del proceso global de elaboración. También hemos desarrollado una aplicación para el móvil con la que el técnico de calidad de la empresa puede revisar a tiempo real todas las etapas del proceso productivo.

—¿Quiénes están entre sus clientes?

—Tenemos una cartera de clientes en España que engloba a empresas que, entre todas, elaboran el 10 por ciento de la producción española. Tenemos desde pequeñas empresas familiares hasta grandes grupos cooperativos en Andalucía, como Manzanilla Olive, y Extremadura, como Viñaoliva.

—¿Cuáles son las principales demandas de los clientes?

—La principal demanda es solucionar problemas de calidad y después los grupos cooperativos nos piden homogeneizar la producción, es decir, la calidad de lo que producen en distintos centros. En otro nivel, nos piden hacer el proceso global de una manera más sostenible, más respetuosa con el medio ambiente. Uno de los principales problemas que tiene la industria es la gestión de los residuos contaminantes.

—¿También trabajan con clientes extranjeros?

—Sí. Principalmente, tenemos clientes en Argentina, Perú, que está transformándose en un potente productor de aceituna de mesa, y Chile. Y en Europa trabajamos con empresas de Grecia.

—¿Cuál sería el mayor desafío de un sector tan tradicional como la aceituna de mesa?

—El primer desafío es incrementar la productividad. Usamos una materia prima cuyo precio en origen y de venta es más o menos constante y estable en el tiempo. Si le sumamos que cada vez tenemos más competencia de países productores a costes más inferiores, la única forma de seguir siendo líderes en producción y comercialización es producir más cantidad por el mismo coste y con la misma calidad. El segundo es mejorar la gestión de los residuos contaminantes. Nosotros implantamos medidas que permiten reducir más del 60 por ciento los consumos de agua, pero el sector debe ir además a implementar la economía verde o circular: que el residuo se reincorpore a la cadena productiva.

—¿En qué punto de incorporación de nuevas tecnologías, de digitalización, se encuentra el sector?

—Actualmente la aceituna de mesa, como casi todo el sector agrícola andaluz en general, está empezando a desarrollar sistemas para incorporarse a este nuevo tren de la digitalización y la industria 4.0. Somos de las pocas empresas, si no la única, que está desarrollando sistemas de digitalización para conectar máquinas con procesos y personas, pero donde realmente se están haciendo más desarrollos en el olivar es a nivel agrícola. La transformación digital de la agroindustria en España está empezando por el campo. Hay que ser conscientes de que nuestro presente y futuro pasa por que las personas deben coexistir con las tecnologías.

—La aceituna negra vive malos momentos en EEUU...

—Es una situación compleja pero la solución posible pasa por aglutinar fuerzas y hacer presión común en las instituciones a nivel europeo. Quién dice que no pueda afectar más adelante al aceite de oliva o al vino.