«Desde Pedrera se envían a Alemania 2 millones de kilos de pasta de ajo»

La empresa Apostels Hispano huele a ajo, pero a ajo fresco, y su olor es captado nada más entrar en ella. No es el olor despectivo cuya frase se atribuye a Victoria Beckham, sino el olor a una actividad que, desde Pedrera, mueve millones de kilos con destino al mercado alemán

10 jun 2018 / 07:11 h - Actualizado: 11 jun 2018 / 13:40 h.
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  • José Juan Guzmán, gerente de Apostels Hispano, muestra los productos que su empresa exporta a Alemania. / F.C.
    José Juan Guzmán, gerente de Apostels Hispano, muestra los productos que su empresa exporta a Alemania. / F.C.

—¿Cuál es la historia de su recorrido empresarial?

—Habría que pensar que hemos pasado de la Serranía de Ronda a Stuttgart (Alemania), pasando por Granada y terminar regresando a Pedrera. Nuestra familia fue parte de la emigración que tuvo lugar en los años 60 en España, aunque acabamos regresando. Hoy día, aunque es llamativo el dato de que mandamos a Alemania dos millones de kilos de pasta de ajo, también destacan los pepinos, tomates, calabacines, berenjenas, tomate e incluso unos 35.000 quesos de cabra al mes.

—¿Cómo fue ese tránsito inicial?

—En realidad, fue muy parecido al de muchas familias españolas que se buscaron allí la vida hace años. Primero viajó mi padre, y cuando ya estaba situado en el país fue mi madre la que viajó. Allí nacimos los dos hermanos y, de hecho, tenemos nuestras raíces, aprendimos el idioma y tenemos ahora nuestros clientes.

—Hoy en día, todo se mueve desde Pedrera, no desde una gran capital.

—Sí, porque cuando pensamos en la idea de volver a España y establecernos en Andalucía, un amigo empresario nos ofreció su propia nave industrial para comenzar a mover la actividad, y terminamos en lo que hoy es la empresa. No obstante, tenemos también sede en Garbsen, una ciudad situada en la Baja Sajonia alemana, a donde va la pasta de ajo, que allí es utilizada para hacer una salsa muy conocida en tierra germana, que denominan Zaziki.

—¿Y cómo usan esa salsa en Alemania?

—Pues podemos decir que se emplea prácticamente para todo, tanto para aliñar ensaladas, como para acompañar carnes o pescados. Algunas personas llegan a comérsela untada en el pan directamente. Solamente lleva yogur, pepino y pasta de ajos. Se vende en Alemania, aunque también en algunos supermercados andaluces situados en zonas con una alta presencia de ciudadanos alemanes, aunque sea en época de vacaciones.

—Pero no sólo de ajo vive el hombre, porque la fábrica produce una gran cantidad de queso.

—Sí. Tenemos tres variedades que sólo se elaboran para nuestros clientes alemanes: natural, de finas hierbas y aceite de oliva. Se envían presentados en una caja negra preparada a tal efecto, con el nombre de Die Schwarze Ziege –la cabra negra–. Hemos llegado a las 35.000 unidades al mes, una cantidad importante, aunque también elaboramos para el mercado español, bajo la marca La Montejaqueña, con la que elaboramos curado, semicurado y fresco. La idea de fabricar quesos surgió después de la de la pasta de ajos, y fue porque el propietario de la fábrica de Garbsen tenía la maquinaria y nos propuso comenzar a hacerlo. Sólo había que trasladarla a Pedrera, y así lo hicimos.

—¿Cuánta gente depende de la fábrica?

—En la propia factoría de Pedrera tenemos trabajando a 20 personas, mientras que también tenemos unos viveros en Motril con 30 trabajadores. De esos viveros salen cada año hacia Alemania seis millones de kilos de pepinos al año, toda la producción, que completan con tomates, pimientos, berenjena, calabacín, cebolla, manzana o aguacate,

—¿Tienen más productos innovadores?

—Hace unos meses pensamos en la posibilidad de añadir a la receta del rulo de queso de cabra un ingrediente dulce. Queríamos paliar la acidez propia del producto, y probamos con piña y mango, frutas que van deshidratadas y trituradas finamente. El queso resultante tenía tal calidad que fue premiado en la feria quesera de Villaluenga del Rosario, una de las referencias del sector a nivel nacional. Pero también nos planteamos en su día qué hacer con toda la producción de verduras que no podía entrar en las exigencias de formas del mercado, aunque tenía la calidad intacta. De madurar esa idea nació Guzino, un sobre con snacks elaborados con pasta de verduras, al que se añade algo de sal. Hasta que lo creamos, tirábamos miles de kilos de verduras cada año porque eran más grandes del estándar permitido y cosas así.

—Con todo ello, ¿la empresa ha tocado techo?

—Por ahora, estamos al límite tanto de espacio como de tiempo, aunque en el futuro ya se verá.