Crónicas empresariales

Más comercio en Sevilla: Mercurio se come a Dios

11 oct 2020 / 04:21 h - Actualizado: 10 oct 2020 / 13:27 h.
"Crónicas empresariales"
  • Más comercio en Sevilla: Mercurio se come a Dios

Lagoh se reinventa con esto de la pandemia; los supermercados Mas inauguran su tienda más moderna en Sevilla; en Dos Hermanas aparece Way, MediaMarkt abrirá una tienda bien grande en Sevilla, la más grande; El Corte Inglés lanza campañas desafiantes pensando en Amazon y además otras adicionales que “te ahorrarán mucho dinero”, dice la propaganda oficial. No dinero, sino mucho dinero, ojo al dato. Y Mercadona cada vez que respira recibe una tonelada de incienso desde los medios de comunicación, como todos los mentados antes. Son buenos por naturaleza.

Echando el cerrojo

Mientras, ultramarinos Pepe y miles de tiendas similares han echado el cerrojo o lo echarán, los peces grandes se comen a los pequeños y en esa merienda se incluye que los barrios se vacíen para irse el personal a las grandes superficies porque la familia que compra unida permanece unida, ya deben haber pocas familias que recen unidas para mantenerse unidas, la Iglesia está perdiendo no sólo vocaciones a montones sino clientela que está sustituyendo a Dios por los dioses y diosecillos comerciales, el dios Mercurio, que significa mercancía, hijo de Júpiter, va sustituyendo en la práctica, poco a poco, a Dios propiamente dicho, a Jehová y a Mahoma, ¿o qué es lo que nos creemos que hacen los potentados islámicos?, ¿adónde se ha ido Juan Carlos I?, ¿a Haití?

Esto es lo que los humanos hemos elegido, ¿eh? Que no me vengan con gaitas, que eso es lo que votan los pequeños y los grandes comerciantes, los pequeños que llevan siendo pequeños demasiados años y los grandes que un día fueron pequeños y ahora se zampan todo lo que pueden. Es el mercado. Menos mal que me he librado de este espectáculo cuando era niño y joven y vivía en mi barrio de San Vicente. Si llego a seguir allí, hubiera visto, con pena, morir a todas las pequeñas tiendas donde mi madre me mandaba a traerle algo o yo lo compraba con mis amigos. Y los bares donde se consolidaba la hermandad entre los vecinos. No se conserva ni uno, mi barrio ahora es campo de soledad, mustio collado. Ya pensando desde la distancia, uno de los dueños de una pequeña tienda, siendo yo aún un niño, abrió un pequeño supermercado que tuvo éxito, la gente lo comentaba con sorpresa, pero ya estaba por ahí Ecovol, creciendo, con don Valentín Álvarez Vigil a la cabeza. Y aún así llegaron las multinacionales, ley del mercado.

La pasividad del pequeño

He vivido el proceso de pasividad del pequeño empresario y de implantación de las multinacionales en primera línea porque mi familia tenía una fábrica de helados por iniciativa de mi padrino, los Helados Ballester. Entonces, en la postguerra civil, los valencianos venían a Sevilla y unos se asentaban en el helado en Sevilla y otros se iban a cultivar arroz en las marismas. En Sevilla se cultiva más arroz y se cosechan más naranjas que en ningún sitio de España, pero unos crían la fama y otros escardan la lana.

Qué oportunidades hemos perdido para crear aquí en Sevilla y Andalucía un gran centro de agroindustria sin competencia alguna. Mi padrino, valenciano, competía como pequeño empresario del helado con otros apellidos: Santonja, Garrigós, Fillol..., todos tenían sus propios pequeños centros de fabricación heladera. No sé, especulo, pero tal vez si se hubieran unido la llegada a Sevilla de Frigo, Kalise, Camay, etc., no les hubiera hecho tanto daño.

En España hemos sido lentos -sobre todo en determinadas zonas- para espabilarnos y ver el panorama que se venía encima. No ha ocurrido lo mismo en el extranjero, sobre todo en los países procedentes de las religiones protestantes y judías, que tienen en el trabajo su razón de ser para intentar agradar a Dios, ese Dios al que han acabado matando para sustituirlo por Mercurio. Es triste, pero ellos se defienden mejor que nosotros en el contexto actual, fue un error expulsar a los judíos y fue un error tanta contrarreforma, ahora son ellos los que mandan, los que nos dan vida pero no se olvide algo: también nos están dando muerte porque la compra-venta compulsiva ha llegado hasta el último rincón de la sociedad, desde los adultos hasta los niños.

Todo se compra y se vende

Lo digo porque a empresas online como Wallapop -fundada en España en 2013- se le unen cada vez más, ya apenas se regala lo que sobra sino que se vende, no sé si eso será mejor o peor, no quiero pecar de viejo que cree que cualquier tiempo pasado fue mejor pero en el que yo viví de pequeño y de joven no había tanto mercadeo, vamos a llamarle cotidiano: si te sobraba algo y alguien lo podía aprovechar se lo regalabas y además los objetos no se tiraban a las primeras de cambio para comprar otros sino que se aprovechaban para otros menesteres. La obsolescencia programada no existía, que se lo pregunten al Seat 600.

En nuestros días el comercio cotidiano que veo entre ciudadanos de a pie me recuerda a las ventas de garaje que vi en Estados Unidos durante una estancia en una localidad cercana a Los Ángeles. Es algo muy normal allí, la gente saca a la calle lo que no quiere y se establece una compra-venta entre vecinos en la que se pueden hallar objetos de calidad que es posible conseguir por la fiebre consumista de los habitantes de aquel país, sobre todo si se trata de habitantes con buen poder adquisitivo que se desprenden de productos seminuevos en muy buen estado.

La abundancia de residuos

Son otras calendas las que vivimos y no sé hasta cuándo serán sostenibles. Mi madre iba a la plaza con un carrito y a mí me despachaban los huevos y las galletas en un cartucho, que anda que no había que tener cuidado con el cartucho de los huevos. Los embutidos los cortaban sobre la marcha y los envolvían en papel de estraza o similar, cada día tiro al cubo de la basura demasiado plástico y demasiado cartón y cada vez que lo hago me digo que le estoy acortando la vida a mi planeta y por tanto a mí mismo hasta que mi planeta se cabree del todo y me mande al carajo y él siga adelante sin mí, la especie más depredadora que lo ha pisado.

No me quiero engañar con el falso “tú puedes” que no tiene en cuenta el contexto en el que el “tú puedes” se desenvuelve: si esto no lo toman en serio las grandes potencias, sus gobiernos y sus multinacionales, de poco o nada sirve que me vaya a depositar las sobras en contenedores de distintos colores porque eso lo llevamos haciendo desde hace décadas -en unos países más que en otros- y ahí tienen ustedes los resultados: la alarma de la sociedad de la producción salvaje cuantitativa prosigue o se ha aumentado. Las tiendas chinas y árabes de baratijas han proliferado por todas partes y tiramos a la basura un tercio de la comida que preparamos.

El dios Mercurio parece Lucifer

Como tenemos que comer y se crean puestos de trabajo, aprobamos todas estas medidas del dios Mercado cuando abre y abre más centros en los que espera que vaya la gente a consumir, aunque insisto -como he hecho ya en otras ocasiones- que en el caso de Sevilla y zonas limítrofes el ciudadano suele estar tieso y con lo puesto. Y más que puede estarlo. A ver si esas medidas del gobierno para la nueva España surten efectos porque en algo habrá que creer, esas medidas que miran hacia el mundo digital y hacia lo que llaman la economía sostenible, pero, pregunto, ¿es posible una economía sostenible en un contexto de mercado cuando el dios Mercurio más parece un diablo que un dios?

Un total de 72.000 millones de euros y 800.000 empleos en 3 años, son los datos claves del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de la Economía Española que quiere presentar el Gobierno ante la UE. Se busca fomentar la recuperación de la crisis del coronavirus. Este plan, que será enviado a la Comisión Europea, cuenta con 4 ejes: transición ecológica, cohesión social y territorial, digitalización e igualdad de género, y busca aportar un 2,5% de crecimiento del PIB en los 3 próximos años. El Gobierno estima que este plan y los fondos europeos para la recuperación del coronavirus que España espera recibir en 2021, de unos 27.400 millones de euros, ayudarán a que el PIB pase de caer un 11,2% en 2020 a crecer un 9,8% al año siguiente.

Bueno, ahí están las intenciones, el deseo, ahora a ver qué ordena la realidad, qué precio en recortes sociales exige todo eso más la subida del gasto social, la elevación del paro hasta casi un 20 por ciento y la caída del PIB más de un 17 por ciento y, sobre todo, si se va a desarrollar el programa con el entorno actual donde el hombre se ha vuelto más lobo para el hombre, si cabe: la pobreza en el mundo aumentará por primera vez en veinte años por la pandemia y sin embargo la banca ha ayudado a organizaciones criminales, el blanqueo de capitales en el mundo ya equivale al PIB de España, las fortunas privadas escondidas en paraísos fiscales suman la friolera de 6 billones de euros. En el mundo se pagan sobornos que en un año pueden llegar a 35.000 millones de euros, un número que, para que se tenga una idea, se acerca al coste de los ERTE en España por la pandemia.

Además, gracias sobre todo a la Bolsa, mientras que, en apenas unas semanas entre marzo y abril, coincidiendo con la imposición de medidas de confinamiento y distanciamiento social, el número de milmillonarios cayó en 43 individuos, hasta 2.058 grandes fortunas, en los meses siguientes la cifra volvió a crecer con fuerza, hasta alcanzar un nuevo récord de 2.189 milmillonarios, por encima de los 2.158 contabilizados en 2017.

En definitiva, el problema de fondo no es exactamente que se abran más centros de consumo en Sevilla sino en el ambiente contextual mundial en el que se abren, un contexto donde las clases medias -potenciales consumidoras de esos centros- prosiguen su decadencia mientras que la pobreza aumenta y la pandemia prosigue.