Tom Horsey, empresario e inversor. “Ahora, con el tremendo parón económico que va a causar la crisis del coronavirus, es aún más obligatorio socialmente unirse al primer fondo de inversores que estoy creando para startups andaluzas y que arranque con 40 millones de euros”. Británico y con actividad en Sevilla desde hace 24 años, es el ‘business angel’ más implicado en ayudar con capital y criterio a los jóvenes para convertir su talento en empresas y empleos.
“Ha llegado el momento en mi vida para articular un fondo de inversión con aportaciones de muchas personas. Tuve mi etapa de fundador casi en solitario de empresas, hasta que llegué a mi límite. Y empezó la etapa de ser cofundador. Cuando llegué a mi límite en eso, empecé la de ‘business angel’. A continuación la de crear hace año y medio una aceleradora, Startuplabs Spain, desde Sevilla y Málaga, aportando dinero, conocimientos, contactos, ideas, estrategias. Y ahora hemos empezado a poner en pie un fondo de inversión para acercar a las pequeñas, medianas y grandes empresas andaluzas a vincularse a las startups. No tienen por qué ser grandes cantidades, con nosotros pueden iniciarse en cómo ayudar a escalarlas en tamaño y rentabilidad”. Tom Horsey no nació en Andalucía pero está haciendo por los emprendedores andaluces más que la mayoría de empresarios. Que levante la mano quien se ha atrevido a invertir en 30 ‘startups’ andaluzas una suma total superior a los dos millones de euros.
En uno de los edificios de oficinas de Torneo Parque Empresarial tiene su centro de operaciones. Crazy4Media es una de sus empresas más conocidas, con negocio global en el marketing desde móviles y en los contenidos digitales de entretenimiento. Y, por otro lado, entre las empresas donde se ha involucrado, destaca el gran éxito de Mox, de reparto de comida y compras a domicilio, que se ha extendido por toda España y también por Italia y Portugal. Entre las numerosas startups que apoya, están Wuolah, OpenWebinars, Chekin, Opensalud, Foodyt, Ciclogreen, Comunitaria, Homyhub, Xesol, Brainity, etc. Tom Horsey, de 46 años, tiene tres hijos, nacidos en la capital andaluza, de 18, 17 y 15 años, respectivamente, y ahora reside entre Sevilla y Malta.
¿Cómo está afrontando mantener la actividad de sus empresas durante este periodo de emergencia para contener al coronavirus?
Nosotros empezamos a planificar cambios en nuestra organización desde que se canceló en febrero el Mobile World Congress de Barcelona, donde siempre participamos. Desde hace dos semanas, en nuestras oficinas, hay un bote de alcohol en cada mesa, los trabajadores están separados dos metros, entre otras normas de prevención. Al intensificarse el teletrabajo, durante una primera fase hay una pérdida de productividad. Nosotros solo trabajábamos en remoto un día a la semana, no estábamos preparados para que seamos todos en remoto a la vez y durante 12 o 16 semanas. Porque esta situación de confinamiento en casa va a durar varios meses, en mi opinión. Lo grave es la reducción de negocio, también en nuestras empresas de servicios digitales. Ojalá no obligue a hacer despidos. Sí son inevitables los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) en muchas empresas de actividad presencial, donde no va a hacer un solo euro de ingresos durante varios meses.
Por su conocimiento de la actividad empresarial, ¿quiénes van a poder soportar el parón productivo y comercial en España y a nivel mundial?
A la velocidad a la que se está produciendo el frenazo, extendiéndose día a día por muchos países, en solo una semana el parón económico global va a ser enorme. Si en términos generales sucediera durante dos meses, afectará a casi todas las empresas. En general, las que son solo digitales sufrirán serias dificultades pero podrán aguantar algo mejor, y las que son de operativa en el territorio tienen ante sí un panorama muy duro. Muchas empresas están abocadas al cierre. El Gobierno tiene que reaccionar rápido y materializar cuanto antes las medidas excepcionales que ha anunciado.
¿Ese fondo de inversión es su nuevo gran objetivo para los próximos años?
Sí. Creo que es la culminación de todo lo que he hecho, todo confluye. Fomentar el sistema emprendedor con un fondo que además tenga una aceleradora de ‘marca blanca’ para empresas medianas y ayudar a startups que ya tienen validado su modelo de negocio con clientes. Estamos montando el equipo. La vertiente financiera estará a cargo de personas que proceden del sector finanzas y saben de eso más que yo. Mi labor en el fondo será conocer a las startups, analizarlas, y a sus equipos, ver si hay un sentido estratégico en lo que hacen, evaluar el mercado, ver sus capacidades de pivotar, de escuchar, de vender,... Y me gustaría que el siguiente paso fuera crear un segundo fondo, y después un tercer fondo, da sentido a todo lo que he hecho.
¿Y no van a retraerse los posibles inversores con el tremendo parón de la economía bajo la actual emergencia sanitaria?
Nos habíamos marcado como objetivo conseguir 40 millones de euros para el fondo de inversión. Empezamos hace un mes y en dos semanas logramos 15 millones. Habrá ralentización en las inversiones pero hay que ser consciente de que también es un momento de oportunidades para invertir en startups. Porque son las empresas que aguantan mejor estar un periodo largo sin ingresos, al tener bajísimos costes mientras desarrollan lo que van a sacar al mercado. La crisis que se nos ha venido encima va a ralentizar la captación, pero también vamos a lograr fondos públicos porque hay una gran necesidad de invertir en innovación. Y porque se sabe que la mayor parte del empleo lo crean las pequeñas empresas, no las grandes.
¿Por qué los andaluces con grandes fortunas no han diversificado parte de sus inversiones para dedicarlas a las empresas creadas por jóvenes con mucho talento?
En eso estamos trabajando para remediar esa histórica carencia. No podemos perder de vista la dimensión social. Ahora tiene todavía más sentido. Si en Andalucía hay más paro y pobreza, más obligado es invertir en los emprendedores.
¿Cómo intenta convencerles?
A quienes tienen y gestionan patrimonios, lo que ahora se llama ‘family office’, lo primero es explicarles que los héroes de la rentabilidad que conseguimos no somos nosotros sino los jóvenes que han promovido esas startups y se lanzan a crear empresas y empleo en Andalucía. Nosotros les ayudamos a que tengan más posibilidades de salir adelante. Y lo segundo es demostrarles que de las 50 startups donde he invertido, hay 3 que son tan rentables que ha valido la pena intentarlo con los 50, y otras 17 donde la rentabilidad no es mucha, pero en lugar de meter mi dinero en Bonos del Estado, estamos ayudando a que en nuestra sociedad haya más empleo. Eso es generar valor en nuestra comunidad. Por lo tanto, si escalamos esa proporción de análisis y selección de ideas de negocio, y logramos que sobrevivan 34 startups en lugar de 17, y que 4 en lugar de 3 nos den una rentabilidad mucho mayor que la posible en los mercados financieros, ¿por qué no hacerlo? Ganas dinero y estás haciendo mucho bien a tu sociedad. Estamos intentando consolidar esa captación de inversores porque entendemos que es fundamental para el desarrollo de Andalucía.
¿Cuáles son sus orígenes personales?
Nací en Devon, en el suroeste de Inglaterra. Mi padre trabajó sucesivamente como abogado, juez y notario. Y mi madre como enfermera, ama de casa y después granjera cuando los hijos nos emancipamos. Soy el más pequeño de los cuatro hermanos. Montó una granja cuando todos nosotros nos habíamos ido de casa.
¿Su primer trabajo?
Con 16 años, durante el verano, en Londres, en una tienda de zapatos deportivos donde trabajaba mi hermano mayor. Y lo hacía bastante bien, hasta me daban propinas.
¿Qué le condujo a Sevilla?
Fue en 1991, y la motivación puede sorprender. Con 18 años de edad, en Inglaterra es común vivir un año sabático tras terminar el periodo colegial y antes de ingresar en una universidad. Y en lugar de viajar por Estados Unidos, Australia o Asia, decidí que quería aprender español porque una de mis abuelas era de origen ecuatoriano, y cuando falleció dijo sus últimas palabras en español, no en inglés, y nadie de mi familia la entendió, nadie supo qué había dicho. Me enteré de que en Sevilla había mucha actividad de trabajo porque se estaba construyendo la Exposición Universal de 1992, y me decidí a buscar trabajo para a la vez iniciarme en el español.
¿Lo consiguió?
Nadie quería contratarme. Lo intenté en la construcción, como vigilante de seguridad, como azafato. Y las academias de inglés tampoco me elegían porque no tenía titulación. Solo pude impartir clases particulares. Regresé a Inglaterra, entré en la Universidad de Aston para estudiar Administración y Gestión de Empresas, y empecé a trabajar en Londres para la petrolera Esso como ‘broker’, por lo que me inicié en el mundo de las finanzas y de las inversiones.
¿Por qué volvió a Sevilla?
Fue otra carambola. En Londers, en plena Nochevieja de 1995 a 1996, antes de ir a Trafalgar Square a la fiesta multitudinaria, un amigo de mi hermano se entera de mi interés por el español y me dice: “¿Por qué no vuelves a Sevilla desarrollas mi empresa de publicidad online? Eso va a tener mucho futuro”. Renuncié a la oferta de Esso para continuar con ellos y trabajé para MD Marketing desde Sevilla. Mi idea inicial era estar dos años, para aprender bien español. Pero me fue muy bien y me enraicé. En 2001, cuando dejé la empresa, que ya no existe, éramos 30 en plantilla. Decidí independizarme y emprender por mi cuenta en ese sector de la publicidad y el marketing online mediante contenidos digitales.
¿Considera que en España, cuando se alienta a los jóvenes a emprender la creación de empresas, se olvida aconsejarles que antes es imprescindible aprender a trabajar como asalariado, a adquirir experiencias, conocimientos, habilidades y oficio en las relaciones laborales y comerciales, en la prestación de servicios?
Los mejores emprendedores son los que ya conocen un sector tras años como trabajadores. Si no tienes esas experiencias, es muy difícil que lo hagas mejor que tu competencia, y tampoco generas credibilidad ante clientes o ante inversores, por muy buena que sea tu idea. En un escenario ideal, los mejores creadores de empresas son los que tienen más de 40 años. Porque conocen un sector, entienden el funcionamiento de las empresas, tienen más capacidades. Ocurre poco porque si estás metido en una vida de pareja, hijos, hipoteca, letras, etc., es mucho más difícil dar el salto que si eres joven y te apañas sobreviviendo cada mes gastando muy pocos euros.
¿Tiene ejemplos cerca?
Sí, padres de familia como Gregorio López Martos, fundador de Mission Box, ahora Mox, con 40 años, que trabajaba en el sector del reparto a domicilio. Y Sergio Díez, con 45 años, que está coordinando desde Sevilla el Hub de Movilidad Conectada que aúna a empresas españolas y de otros países, después de trabajar muchos años como ingeniero de Renault.
¿Alguna experiencia que marcara sus comienzos como empresario?
El primer día. Mi empresa iba a dar servicios de marketing digital como subcontratada para una de contenidos digitales, con la que ya tenía experiencia de que se generaba mucha facturación. Era el año 2001, estalló la crisis de las ‘empresas punto com’ y quebró quien iba a ser nuestro principal cliente. Llegué a la oficina que había montado en el Edificio Sevilla 1, contento porque era el día que la íbamos a estrenar, estaban citadas las tres personas que había contratado, a los que conocía porque ya habían trabajado conmigo, y los tres me estaban esperando para decirme que renunciaban, que se iban porque no confiaban en que la empresa saliera adelante. Fue impactante.
¿Qué decidió?
Los primeros días tuve que hacerlo todo en solitario, y poco a poco busqué contratar a otras personas, para comercial, diseñador gráfico, desarrollador informático, etc. Y siguen conmigo 19 años después. Vanessa Galindo es ahora la directora gerente, Manu Rodríguez es el director creativo, Francisco Javier Velázquez el director tecnológico.
¿Cuántas empresas y trabajadores conforman ahora su ámbito de responsabilidad empresarial?
Son 46 empresas, sumando las que he fundado o cofundado, más las creadas por otros y en las que participo con mayor o menor porcentaje de capital. En las ocho empresas más vinculadas a mí como fundador (Crazy4Media, Froggie, Mammamobile, Startuplabs Spain, Agilia Center, Avocado Labs,...) hay en total unas 70 personas. Contando las demás son más de 500. Ahora dedico la mayor parte de mi tiempo a Mox, donde participo, que tiene 386 empleados a tiempo completo y 1.200 si sumamos los que trabajan con contratos de menos de 40 horas a la semana.
¿Cómo equilibra su pasión por la creación y desarrollo de empresas y negocios, con la toma de decisiones para rectificarse a sí mismo y reorientarlos, recortarlos o clausurarlos?
Es muy difícil porque en el espíritu del emprendedor también es el espíritu de no darte por vencido. Y es bueno ser consciente de que no has de darte por vencido ni a la primera, ni a la segunda, ni a la tercera,... Pero varias veces me he empeñado demasiado tiempo en persistir con algo que no funcionaba. Y la experiencia me ha hecho ser más cerebral para tomar decisiones porque ya he visto las complicaciones que genera no tomarlas en su momento adecuado. He aprendido a entender el coste de oportunidad que supone seguir haciendo algo que va por mal camino, que nos está consumiendo mucho tiempo y no está aportando valor. La vida de una empresa es como la evolución en la naturaleza. No todo, en cada momento, es lo mejor para su entorno. A veces es por el proyecto, por el equipo, por la regulación, por los competidores,...
¿Qué valora más?
Siempre que invierto quiero ganar dinero. Pero para mí la generación de valor tiene muchas dimensiones. A mí me satisface más que el saldo bancario saber que hay 70 personas con un sueldo mensual gracias a lo que inicié con mucho esfuerzo hace 20 años. Y si entro en una empresa para ayudar a mejorar su viabilidad, me hace más feliz.
Ponga un ejemplo reciente.
La empresa Algayield, malagueña, de microalgas para alimentación, salud, cosmética, biofertilizantes y biocombustibles. He tenido que ayudar a remontarla, ejerciendo como consejero delegado y administrador único. Y es muy satisfactorio abrir paso a un producto de alimentación cultivado en agua salada que tiene el mayor índice de proteínas. Teniendo en cuenta la cantidad de conflictos que hay en el mundo para controlar el agua dulce cuando es un bien muy escaso, es una generación de valor aportar alternativas como suplemento alimenticio.
¿Cuándo empezó a invertir en otras empresas?
En 2010, en una empresa sueca que era proveedora de contenidos para nosotros, me lo pidieron, no era una cantidad excesiva, y llegamos a un acuerdo. Ahora estoy invirtiendo como ‘business angel’ en unas 10 empresas cada año, es el tope que me he puesto. Hasta ahora, el 70% son andaluzas. Me llegan muchas peticiones, para filtrar el estudio de cada propuesta y valorar su calidad e interés en principio voy prestando más atención a través de las que me llegan por personas cercanas que considero tienen buen criterio, ya sean inversores, o trabajadores míos, o ex compañeros. Para mí, la prioridad primera es que tengan su base en Andalucía. Pero también va aumentando el número de empresas en las que invierto cuya sede está en Barcelona o Madrid, y las que son de otros países.
¿De dónde son las últimas con las que está negociando?
De Valencia, Jerez, Berlín y Almería.
¿Sorprende fuera que en Sevilla se haya impulsado un Hub de Movilidad Conectada?
Sí. Mi idea inicial era conectar con el talento andaluz para buscar oportunidades en los servicios y aplicaciones de la movilidad conectada, un sector con enorme potencial de negocio. Y ya tenemos en la asociación a 138 empresas especializadas, de las que el 40% son de otros países.
¿A un ‘business angel’ se le considera como un acaudalado ilimitado?
No, y menos en mi caso. Yo dedico a mis empresas y a las startups casi todo mi dinero. Para vivir, mis necesidades económicas son bajas. Hay gente a la que le encanta comprarse un Rolex y que se le vea. Yo no llevo ni reloj. A otros les encantan los cochazos de alta gama. El mío es normal y viejo. A mí lo que me gustan son los proyectos de emprendimiento. Me emociono con los proyectos, me emociono con el espíritu emprendedor y creo que estamos haciendo una labor que para la sociedad es muy beneficiosa. Cuando alguien me dice que se ha gastado tantos miles de euros en un coche nuevo, lo que pienso es: “si hiciera eso no podría invertir esa cuantía en la empresa que estoy descubriendo”.
¿Qué piensa cuando escucha hablar de emprendimiento a dirigentes políticos y cargos de confianza que nunca han puesto en marcha una empresa ni han invertido un euro en la de otros?
El problema no es tanto que no sepan de emprendimiento, sino estar más o menos en deuda con un partido político que te pone en ese cargo o en ese puesto de la lista electoral. Si quieren apoyar a los que emprenden, por mi parte bienvenidos.
¿Cuál es su perspectiva sobre la evolución de la sociedad sevillana?
Cuando llegué a Sevilla era más agradable pero menos próspera. En estos años, ha logrado más dinamismo económico y es un poco peor sitio para vivir. Me preocupa el efecto Disneylandia de dedicar el centro solo a los turistas. Cuando yo empecé con mi empresa, éramos menos pero vivían en el centro seis. Ahora somos muchos más pero solo reside en el centro una persona de mi equipo.
Una propuesta para la ciudad.
Potenciar que se asienten en Sevilla emprendedores de fuera y monten sus empresas en Sevilla. Si captara a 100 talentos, ¡cuánto dinamizarían el ecosistema del talento local!