Aurelio Azaña, Director General de Azcatec soñó con trabajar en el taller de su padre en Albacete, pero estudió en Sevilla y ahí se quedó, para forjar una empresa con 75 ingenieros.
¿La soledad del empresario se acrecienta en situaciones como la que se está viviendo? «El empresario siempre está solo. Estar en el vértice de la pirámide, mirar en cualquier dirección y ver que hay abismos por las cuatro direcciones forma parte del ADN del empresario.
El único apoyo que puede tener (aparte de la familia, claro está) es su equipo. Sobre todo los que hemos tenido la oportunidad de teletrabajar, hemos visto de lejos la amenaza que se nos venía encima y nos hemos dotado con suficiente antelación de las herramientas necesarias y de la metodología y control apropiados para el teletrabajo, hemos conseguido coordinarnos mejor con el equipo e incluso yo diría que aumentar el rendimiento y la efectividad en el trabajo.
Pero eso es de puertas para adentro porque hacia afuera, sí que ahora estamos más solos que antes dado que la administración y la política está centrando sus esfuerzos en empresas y autónomos que han tenido que cerrar obligatoriamente y aquellos que estamos en una situación intermedia, estamos muy desprotegidos y con mucha incertidumbre del futuro que nos espera».
¿Es este el escenario más duro con el que se puede enfrentar un empresario? ¿Es la incertidumbre el peor enemigo de un empresario? «Cuando estás en un agujero, cuesta trabajo ver el horizonte y por tanto prever el futuro. Creo que las empresas maduras, saben muy bien lo que tienen que hacer y como hacerlo. Otra cosa es que nos dejen. Pero en un país en el que la política lo impregna todo, esa falta de liderazgo, esa falta de capacidad de negociación para llegar a acuerdos y esa inexperiencia de las personas en gestionar situaciones de crisis tan complicadas, puede llevarnos a la ruina como país y hundir todo el tejido económico y productivo. En el mundo empresarial pasa lo mismo: una empresa sin liderazgo, sin personas experimentadas al frente y sin capacidad de aunar fuerzas con otras empresas (aunque sean competidoras) para acometer proyectos más ambiciosos, no tiene ningún futuro, y eso es lo que nos puede pasar con los gobiernos que tenemos.
Para que las empresas puedan salir de ésta, sus empresarios y sus trabajadores deberán hacer un esfuerzo y ser generosos con su implicación y su dedicación en la reconstrucción de las empresas, al margen de instituciones y organizaciones que siguen pensando como se hacía en el siglo pasado».
¿Qué dibujo se podría hacer de la situación de las empresas a corto plazo? «Habrá varios tipos de empresas de cara a la recuperación: Unas, se verán abocadas a cerrar, será inevitable. Hay que tener en cuenta que la mayoría de ellas vienen de cerrar un ejercicio 2019 bastante malo.
Otras, por ejemplo, las ligadas al turismo, tendrán una recuperación en ‘U’ con un periodo valle para luego ir remontando cuando la confianza de los mercados y de las personas vuelva a subir. Afortunadamente para ellos, la memoria de las personas es frágil y dentro de poco habremos olvidado esta pesadilla.
Otro porcentaje seguirán su marcha normal desde el minuto cero (por ejemplo la industria, ese motor de la economía poco valorado y muy desconocido por el público en general pero que en todas las crisis nos ha sacado del atolladero).
Habrá otro sector de las empresas que aprovechen la oportunidad para crecer y ocupar huecos que inevitablemente quedarán vacíos y otros huecos que aparecerán de nuevo. Todas las crisis representan oportunidades para aquellos con visión de futuro.
Desgraciadamente, este escenario devastado también ofrecerá oportunidades para comprar empresas a precios de saldo a especuladores y a empresas de países que están haciendo grandes negocios a costa de las desgracias que tenemos aquí, en Europa. Preveo que vendrán empresas del sudeste asiático a seguir comprando empresas relevantes españolas a precios de risa para llevarse el know how con lo que perderemos un valor irrecuperable. Ahí es donde los gobernantes y otras empresas deberían actuar para impedirlo. En Francia, por ejemplo, nunca permitirían que sociedades ligadas a sectores estratégicos (energía, industria, finanzas, etc.) cayesen en manos extranjeras, de fuera de Europa. Aquí hemos permitido tropelías semejantes y peores; y seguiremos haciéndolo.
En el caso de nuestra empresa, Azcatec, ya tenemos diseñado un plan de crecimiento importante y empezaremos a contratar más personas cuando termine el periodo de confinamiento porque hay mucho que reconstruir (a nivel industrial, que es lo que nosotros dominamos más) y queremos ayudar sobre todo a aquellas personas con talento y sin trabajo y que ven un futuro muy negro para sus carreras profesionales.
Ayudaremos a reconstruir nuestra región esforzándonos todo lo que podamos, apostando sin miedo convencidos de que vamos a salir de esto y trasladando un mensaje de esperanza a esas personas que ahora lo ven todo negro. Lucharemos contra la desindustrialización de nuestra región y nuestro país y contra la pérdida del talento (porque tengan que emigrar) por falta de oportunidades en su tierra».
Los españoles, a pesar de todo, han decidido remar en la misma dirección sumando esfuerzos y sin fisuras. ¿Llega un mundo nuevo? «Es un mundo nuevo, no cabe la menor duda. Pero el problema es que venimos de otro mundo también nuevo derivado de la crisis del 2008. Preveo que las crisis se sucederán en el futuro cada vez más deprisa y la distancia temporal entre crisis cada vez será menor. Lo mismo ha pasado con las revoluciones industriales o la evolución de las tecnologías (que crecen de forma exponencial).
Para ello, en cada crisis, las empresas tendrán que reinventarse si quieren sobrevivir y lo tendrán más complicado conforme la dimensión de la empresa sea mayor. Muchas grandes empresas no verán la siguiente crisis, los cambios disruptivos derivados de ellas y tendrán que desaparecer. Pero no nos preocupemos, los huecos no tardarán en ser ocupados rápidamente por otras que sí lo vieron venir. Como decía Darwin en su teoría de la evolución de las especies: las especies que sobreviven no son ni las más grandes ni las más fuertes, sino las que antes se adaptan a los cambios.
También la sociedad civil deberá movilizarse y recuperar el espacio que nunca debió abandonar y que fue ocupado inmediatamente por la política, la misma que ha demostrado con esta pandemia que es incapaz de proteger a sus ciudadanos sin arruinar un País».