Un año de desconcierto ante un divorcio histórico

Efectos. Con la salida del Reino Unido de la UE, Andalucía se la juega. Al trastorno de los trabajadores se suma el efecto económico: es el cuarto destino exportador, el país más inversor y el que más turistas trae

23 jun 2017 / 08:16 h - Actualizado: 23 jun 2017 / 09:58 h.
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El 23 de junio de 2016 el Reino Unido decidió en referéndum, convocado por el entonces primer ministro David Cameron, salir de la Unión Europea. El 51,9 por ciento de los votantes apostaron por la ruptura, frente al 48,1 por ciento que optó por la permanencia. Inglaterra y Gales apoyaron la marcha de la UE, Escocia e Irlanda del Norte, en cambio, votaron lo contrario. Un año después, las negociaciones han empezado, eso sí, con un gobierno de Theresa May muy debilitado. La desorientación y el desconcierto imperan ante este histórico divorcio cuyas consecuencias son aún inciertas.

Doce meses después de aquel referéndum, la UE sigue azotada por diversas crisis, pero siente aires de revitalización desde que llegó al Elíseo Emmanuel Macron. El presidente francés está llamado a marcar las negociaciones del brexit y su fortaleza contrasta en estos momentos con el patinazo de la primera ministra británica, Theresa May, que el pasado 8 de junio perdió la mayoría absoluta en las elecciones, adelantadas con el objetivo de fortalecerse de cara a este proceso de salida de la UE. El fiasco de May hará que esté más en guardia en Londres que en Bruselas, porque en su retaguardia política puede producirse una rebelión de los conservadores.

Y con este marco político, hay un plazo de dos años para negociar las condiciones de la ruptura, periodo que empezó a contar desde el momento en que el Reino Unido entregó la carta al presidente del Consejo Europeo invocando el artículo 50 del Tratado de Lisboa. Según ese calendario, la salida debería producirse en el verano del 2019, aunque el plazo puede prolongarse.

¿Y cómo afecta esto a Andalucía? Las consecuencias del brexit aún son inciertas, pero la comunidad andaluza tiene mucho en juego. Los datos así lo revelan.

De enero a abril de este año, las exportaciones andaluzas al Reino Unido han crecido un 27,9 por ciento respecto al mismo periodo de 2016, alcanzando los 783 millones de euros, frente a los 612 millones de esos primeros cuatro meses de 2016.

Andalucía es la cuarta comunidad española que más vende a la ínsula británica. Sólo la superan, por este orden, Cataluña, Comunidad Valenciana y Madrid. El Reino Unido es el cuarto destino exportador de Andalucía, tras Francia, Alemania e Italia. Las frambuesas y los pimientos son los productos andaluces que más triunfan entre los británicos.

Según los datos de Extenda, la Agencia de Promoción Exterior de la Junta, en Andalucía había en 2016 un total de 1.119 empresas exportadoras, de las que un 48 por ciento (533) venden productos al Reino Unido de manera regular. La evolución es clara: se ha pasado de 473 firmas andaluzas exportadoras regulares en 2014 a las 533 del pasado año.

En la provincia de Sevilla, la exportación al Reino Unido es de 120 millones de euros de enero a abril de este año, un 31,2 por ciento más que en el mismo periodo de 2016, según Extenda. Así, el Reino Unido es clave en el comercio andaluz y sevillano, por lo que los efectos del brexit preocupan.

En un primer momento ya se notó el temor y la incertidumbre en la agroindustria y el turismo andaluz: el precio de los frutos rojos andaluces cayó un diez por ciento, mientras que el sector inmobiliario aseguraba que en la costa el brexit ralentizaba la recuperación del negocio más que la propia incertidumbre política española.

Y no sólo eso, el Reino Unido, además de ser el país más inversor (1.300 millones de euros en los últimos 20 años en Andalucía), es el principal emisor de turistas con más de dos millones al año. Casi uno de cada cuatro turistas extranjeros que vienen a la región es británico.

Y hay temor, no sólo por la vertiente económica, sino también social y laboral. El Campo de Gibraltar es la puerta de entrada entre Europa y África, hay 12.000 trabajadores transfronterizos, 80.000 británicos residentes en Andalucía y 10.000 andaluces en el Reino Unido.

El portavoz de la Asociación de Trabajadores Españoles en Gibraltar, Juan José Uceda, ha reconocido que se encuentran «muy expectantes» ante la salida del Reino Unido de la UE y la situación en la que queda Gibraltar, para lo que piden «amparo» y que los trabajadores sigan manteniendo sus puestos.

La Línea de la Concepción (Cádiz) tiene una población de 70.000 personas, unas 15.000 de ellas flotantes por Gibraltar, por lo que «esto afectaría muchísimo a los trabajadores» puesto que «sostiene la economía de la ciudad en un 30 por ciento», asegura Uceda.

Efectos en la PAC

Lo cierto es que España sería la octava economía más afectada por el brexit, según un informe de S&P. Su salida de la UE, según los expertos, habrá temblar la frágil economía europea por que el Reino Unido es el cuarto contribuyente bruto de la UE con una aportación que en el 2015 fue de 12.900 millones de libras (16.999 millones de euros). La campaña del brexit eleva esta cifra a 19.000 millones de libras porque no tiene en cuenta el llamado cheque británico (el descuento en la aportación que se calcula aproximadamente como dos tercios del déficit fiscal del Reino Unido con la UE y que ésta le devuelve en forma de prestaciones y transferencias). Según la independiente Autoridad de Estadísticas británica, sin el cheque, el Reino Unido hubiera tenido que contribuir con 17.800 millones en el 2015. No obstante, en términos de contribución neta, el país es el segundo contribuyente de la UE tras Alemania.

Por eso no extraña que los agricultores andaluces estén preocupados. La salida del Reino Unido de la Unión Europea dejará un agujero de entre 1.200 y 3.100 millones de euros en el presupuesto de la Política Agrícola Común (PAC), que se enfrenta a su enésima reforma.

Negociaciones y plazos

Según lo divulgado hasta ahora por Teresa May, el Reino Unido quiere abandonar el mercado único y la unión aduanera de manera que pueda establecer pactos comerciales con otros países fuera de la UE. También piensa abandonar la jurisdicción del Tribunal Europeo de Justicia, que actualmente tiene potestad sobre la legislación británica. Con esa interpretación extrema del brexit, el Gobierno conservador quiere, entre otras cosas, retomar el control de las fronteras, acabar con la libertad de movimiento y limitar la entrada de trabajadores europeos en el país. No obstante, las negociaciones serán complejas y largas.

Los términos de la salida deben ser aprobados por cada uno de los 27 parlamentos de los países miembros y Bruselas no quiere, como pretenden los británicos, negociar los términos del divorcio y los nuevos acuerdos comerciales al mismo tiempo. Primero se pacta la ruptura y después los acuerdos.

Además, May se ha comprometido a someter a votación en la Cámara de los Lores y en la de los Comunes el acuerdo final. El Parlamento Europeo también debe respaldar el acuerdo.

Ante la posibilidad de que el periodo de dos años concluya sin acuerdo alguno, May dijo que vale más que no haya acuerdo a alcanzar uno malo. En ese caso el Reino Unido operaría bajo la normativa de la Organización Mundial de Comercio, lo que implica barreras y tarifas arancelarias.