Un negocio mal repartido

El sector de la paquetería crece alrededor de un 20% al año. Sin embargo, la precariedad laboral está a la orden del día por la falta de control y el intrusismo

02 ene 2018 / 19:49 h - Actualizado: 03 ene 2018 / 11:45 h.
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  • Centro de reparto de Correos. / Javier Díaz
    Centro de reparto de Correos. / Javier Díaz
  •  Repartidor a pie en el entorno de la plaza de San Román. / Paco Cazalla
    Repartidor a pie en el entorno de la plaza de San Román. / Paco Cazalla

No es la primera vez que el auge de un negocio no se traduce en la mejora de las condiciones laborales de sus trabajadores, pero el caso del sector de la mensajería y paquetería clama al cielo. Hay quien habla de que estamos ante los nuevos modelos de explotación laboral del siglo XXI, pero también hay aspectos positivos, como la incorporación al mercado laboral de personas de más de 50 años.

Hasta hace poco, la actividad de repartidor se recogía en el convenio de empresa o en el de hostelería. Eran asalariados. ¿Qué ha pasado? El boom de la venta online y de sus plataformas ha provocado la tormenta perfecta porque el trabajo, sea en las condiciones que sea, es hoy un tesoro.

Los directivos de plataformas como Glovo o Deliveroo incluso han rebautizado a sus trabajadores como colaboradores. Son glovers y riders, respectivamente. Deliveroo ofrece a los interesados 4,5 euros por cada pedido que entreguen en moto o bicicleta eléctrica y 4,25 en bicicleta normal. La empresa asegura que ofrece un trabajo a la medida del empleado porque no exigen exclusividad y por la flexibilidad del horario. La mayoría de sus riders son Trabajadores Autónomos Económicamente Dependientes (Trade), lo que significa que sus ingresos provienen, en un 75 por ciento o más, de una sola empresa. Pero hay más.

Paco es un repartidor sevillano que, con 54 años y 25 años en el sector del transporte, se quedó en paro. Ahora trabaja para Glovo y destaca la cara y la cruz: «Los horarios son malos y asumimos los gastos de nuestras motos, pero me viene bien la flexibilidad horaria y la facturación por dos semanas completas puede llegar a los 700 euros». «Hice mis cálculos y la hora sale a entre 8 o 9 euros, eso sí, dependiendo del tiempo de reparto. En una hora puedes hacer cuatro o uno. Con mi edad es complicado encontrar otro trabajo, así que trabajar para Glovo es una buena opción hasta que salga algo mejor», defiende este sevillano.

¿Y qué dicen los sindicatos? Antonio Martín, delegado del Sector Postal de CCOO Sevilla, y Francisco García, representante de UGT en Correos, certifican la precariedad laboral en el sector y denuncian la falta de control. «No se cumple la ley, no hay inspección y la economía sumergida es muy grande. He llegado a ver hasta un repartidor en una gasolinera comiendo con el colchón preparado para dormir en la propia furgoneta. Y era de una empresa de las más importantes. La precariedad es absoluta», lamenta Francisco García.

«Se están creando puestos de trabajo en el sector privado, pero son precarios. El auge de la paquetería no está repercutiendo para nada en la mejora de las condiciones de trabajo porque las empresas, sobre todo las medianas y pequeñas, tiran de autónomos a los que no les salen la cuentas. Pero es eso, o nada», explica Martín.

La CNMC (Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia) ha publicado su informe anual Análisis del sector postal y del sector de la mensajería y paquetería y quienes más cuota de mercado poseen en España son la Sociedad Estatal Correos y Telégrafos –con el 90,3 por ciento por ingresos y el 84,8 por ciento por envíos– y, en segundo lugar, la Red Unipost que obtuvo 7,6 por ciento de ingresos y un 13,3 por ciento por envíos. Curiosamente, Unipost está en riesgo de liquidación.

CCOO alerta de 21 despidos en Unipost Sevilla y ha exigido medidas para evitar su cierre. En total, el ERE afecta a 469 personas en todo el país, el 21 por ciento de la plantilla.

En el caso de Correos, sus responsables afirman que hacen todo lo que pueden para modernizarlo y a finales de diciembre se anunció una nueva oferta de empleo público para incorporar 1.959 trabajadores, de los que 1.869 serán carteros. Se trata de la tercera oferta de empleo que la compañía integrada en la SEPI lanza desde 2015, cuando las empresas públicas volvieron a contratar tras la crisis. No obstante, se aprueba la oferta de 2017 cuando ni siquiera se ha puesto en marcha el proceso de selección de la de 2016. Acumulan dos años de retraso.

CCOO y UGT acusan al Gobierno central de «desidia y de promover el desmantelamiento del Servicio Postal Universal y la inviabilidad de Correos». Aseguran que Correos se está quedando obsoleto, que debe diversificarse y, por supuesto, apostar por la paquetería. Pero para eso necesitan financiación, lo que les ha hecho perder «un gran contrato con Amazon, mientras que otro con Alibaba está aún por cerrar».

En la provincia de Sevilla, el recorte de financiación y el bloqueo del plan Estratégico se traducirán, según ambos sindicatos, en 600 empleos menos. «Y en una clara e inmediata desatención de poblaciones en el ámbito rural y periférico, las primeras en notar el recorte».

Antonio Martín asegura que se ha pasado de un presupuesto estatal de 180 millones de euros a uno de 60 millones, lo que ha repercutido en la plantilla. «Y el coste que requiere la prestación del servicio es de entre 220 y 230 millones de euros», apostilla.

«Desde hace dos meses la SEPI dejó de inyectar financiación y el 20 por ciento de eventuales se ha reducido cuando más punta de trabajo hay. De ahí la sobrecarga de trabajo y el déficit en el servicio público. Correos tiene que diversificarse como se ha hecho en Alemania y Francia, donde sus empresas públicas ya facturan un 50 por ciento en paquetería y otros productos no tradicionales», defiende Antonio Martín, para quien Correos –con más de 2.000 trabajadores en Sevilla– «va retrasado».

En su opinión, ni el nuevo Correos Express va bien por falta de fondos. «Contratan a autónomos que ponen su vehículo y cobran por reparto. Pagando la cuota de autónomo y trabajando doce horas al día se puede cobrar 1.500 euros», ironiza García.

Ante este panorama, copado por las grandes plataformas, podría parecer que las empresas pequeñas que se dedican a la mensajería están en vías de extinción, pero no todos opinan igual. Sergio Grande, gerente de la sevillana MailGiralda, con más de 20 años de experiencia en el sector, defiende que la transformación no será a corto plazo y que la evolución en los últimos años, en su caso, «ha sido buena». «En la crisis el negocio cayó más del 40 por ciento, pero ya remonta y no decaerá más», pronostica.

Más de 200 paquetes al día en pueblos pequeños

{Lleva casi ocho años trabajando de repartidor y en todo ese tiempo no ha notado ninguna crisis en el sector. Al contrario. Cada día hay más trabajo. Eso sí, admite también que el auge del negocio no ha tenido reflejo ni en los sueldos ni en las condiciones de trabajo. No quiere dar su nombre, así que a este repartidor lo llamaremos Pablo.

Pablo se siente afortunado porque tras pasar por pequeñas empresas de mensajería y paquetería ahora está en una de las grandes y sus condiciones laborales han mejorado. Ahora cumple la jornada de ocho horas, «menos que en periodos como el navideño en el que los repartos se disparan»; ahora su sueldo supera los 1.000 euros: «1.100 más o menos», y ahora el vehículo no es el suyo, es de la empresa. No tiene que preocuparse, como antes, de las averías y del gasto en gasolina. Por todo eso Pablo se siente afortunado.

Además, otro motivo más, ha dejado de repartir en la ciudad. «Los pueblos son mejores porque siempre hay un vecino que conoce al destinatario, el de la casa de al lado o el de siete casas más abajo. En la ciudad, hay personas que no conocen ni al vecino de enfrente».

«En municipios pequeños como Los Rosales o Tocina pueden llegar al día 200 paquetes. Mi empresa lleva allí una media de 15 envíos, pero en esos pueblos trabajan una docena de compañías de reparto más. Yo veo cada días sus furgonetas. Y en localidades como Cantillana, que ya tienen más habitantes, solamente mi empresa puede entregar al día más de 50 paquetes. Así que la dimensión del negocio es muy grande, y no sólo en las ciudades», explica este repartidor.

Trabajadores de plataformas como Deliveroo y Glovo, cansados de sus condiciones de trabajo, han constituido cooperativas. La idea es que quienes formen parte cobren diez euros la hora. «Muchos dicen que son una solución para ganar un poco más, pero requiere que el trabajador haga frente a otros gastos», lamenta Pablo.

José María es otro de los repartidores que cada día se recorren la ciudad de Sevilla «a toda pastilla». A su juicio, el problema es que para sacar un salario de más de 1.000 euros «hay que dar muchas vueltas, trabajar fines de semana, al mediodía y a última hora de la tarde y, además, tener suerte porque cuando el destinatario no está en casa, ¡estamos perdidos!. Hay que volver al domicilio o intentar buscar un vecino que se haga cargo y firme la entrega. Y, en el caso de Glovo, mientras más puntos se logren más privilegios hay a la hora de elegir horario. Es complejo y duro».