El gol y la metáfora de la cena (1-2)

El Cabecense de Diego Román claudicó ante el Algeciras en un encuentro que dominó desde el inicio. El bigoleador Albertito, letal. La madera se alió con el meta Romero. El colegiado multiplicó el desconcierto.

10 sep 2017 / 18:22 h - Actualizado: 10 sep 2017 / 18:27 h.
"Tercera División","Cabecense","Diego Román"
  • El mediocentro del Cabecense Schuster controla el esférico en la medular bajo la presión de un rival. / Aurora Díaz
    El mediocentro del Cabecense Schuster controla el esférico en la medular bajo la presión de un rival. / Aurora Díaz

En la Andalucía de la miseria y la necesidad, los pobres jalonaban sus cenas de Navidad con pavo y mantecados. En las casas solariegas de herencia y privilegios, los ricos cocinaban cordero. El Algeciras de José Antonio Asián, un zorro viejo del desierto, ha reclutado a un delantero que cotiza al precio del caviar iraní, Albertito. El ex del Castilleja decantó un compromiso intenso, de cobre fundido y contacto directo. La formación de Diego Román, que compareció con un 1-4-1-4-1, gestionó el control del esférico y reunió méritos para puntuar, pero el fútbol jamás interpretó las sensaciones como puntos en el casillero.

Con el reloj aún en modo de activación progresiva, Chapi dibujó un servicio certero hacia Reguera, que maldijo su fortuna cuando Romero, sobresaliente, atajó el cuero a ras de suelo. El Algeciras, con un 1-4-1-4-1 y Ernesto de apagafuegos, replicó con un lanzamiento alto de Ganet. El Cense cometió errores en la elaboración en su propia zona de confort que concedieron crédito a un rival excesivamente conservador. En una dádiva, Albertito robó la bola a su par, adaptó el balón a la silueta de su bota, perfiló la posición de disparo y ejecutó un tiro que sorprendió a Iván. El gol silenció el Carlos Marchena, que reaccionó de inmediato con las galopadas de Lúa y los envíos entre líneas de Jesús Mari y Chapi, auxiliados por un Schuster que ejerció de resistencia.

En una jugada de pizarra y cámara en acción, Javi Salas firmó un cambio de orientación soberbio. Lúa, con superávit de calidad, controló el mensaje y propuso un centro al corazón del área. De allí surgió, repentinamente y con la mandíbula desencajada, Espada, cuyo lanzamiento a bocajarro escupió la cruceta. El bloque del Bajo Guadalquivir, con Reguera y Lúa en los carriles, repitió escarceo en una nueva incursión de Jesús Mari, que entregó el protagonismo a Espada antes de que el palo contuviera el aliento del gentío.

El 1-1 era cuestión de tiempo. Y sin previo aviso, una falta lateral fue el preámbulo de un autogol de Maiquez, que empaló a la red y con el pecho un balón traicionero. El tiempo de consignas suponía un reseteo total del juego de estrategia. Sin relevos y con la sensación de continuidad, Albertito cazó una pelota sin destino para, con un toque sutil, batir a un precipitado Iván. Fue entonces cuando Diego Román exigió calma. Los anfitriones, con paciencia, insistieron de forma repetida. Siles y Berlanga se fajaron para contener a Pulet y Lúa, que se asociaron para tratar de rebelarse al futuro. El colegiado, que cometió errores graves de interpretación, contribuyó al desconcierto con un carrusel de polémicas y amonestaciones. Y ahí, en la clásica retórica de la categoría, fue apagándose el intercambio de ataques hasta el final de un combate de matices. El gol. El precio de la distinción. Pavo y cordero.

Ficha técnica:

CD Cabecense: Iván, Lolo, Franco (Bucarat 85’), Javi Salas, Toro, Schuster, Lúa, Chapi (Jesús Vega 74’), Espada (Pulet 65’), Jesús Mari y Reguera.

Algeciras CF: Romero, Maiquez, Pablo, Berlanga, Siles, Ernesto, Ayala (Ranchero 69’), Iván (Anaya 63’), Albertito (Tano 75’), Ganet y Mané.

Goles: 0-1 Albertito (13’). 1-1 Maiquez, en propia meta (45’). 1-2 Albertito (46’).

Árbitro: Vázquez Hidalgo (Huelva). Expulsó al local Lolo (53’) y al visitante Mané (56’). Amarilla a los locales Javi Salas, Schuster, Lúa, Chapi y Jesús Mari; y a los visitantes Romero, Maiquez, Pablo, Berlanga, Siles y Ernesto.

Incidencias: 700 espectadores en las gradas del Carlos Marchena. Nutrida presencia de aficionados visitantes.