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Un encuentro del Málaga esta temporada.
Han pasado cerca de nueve años desde que aquel Málaga repleto de estrellas lograra una de las mayores gestas de historia: llegar hasta los cuartos de final de la Champions League. Aquel club que contaba con jugadores como Joaquín, Baptista, Isco o Cazorla, al mando de Manuel Pellegrini, hizo de la 2011/2012 y la 2012/2013 las dos mejores temporadas de su historia. Sin embargo, el precio a pagar fue caro. El equipo ‘boquerón’ utilizó un arma de doble filo en forma de jeque multimillonario, que tiene parte de la culpa de la situación que vive actualmente.
Poco o nada queda de aquella época dorada, pues el Málaga actual parece haberse hecho a la Segunda División. La última vez que llamó a las puertas de Primera fue en 2019, donde cayó en aquellos fatídicos play-offs de ascenso. Desde esa temporada (2018/2019), en la que terminó tercero en la clasificación, no ha sido capaz de salir de mitad de tabla.
Regresando a la campaña de este año, tampoco parece que vaya a cambiar en demasía la situación. La victoria que obtuvo ayer el conjunto blanquiazul en el campo del Amorebieta fue tan necesaria como exclusiva. Esos tres puntos fueron fundamentales para dar un lavado de cara a un equipo que, hasta hace poco, coqueteaba peligrosamente con los puestos de descenso, y aunaba unas escasas ocho victorias.
La transformación a peor del equipo malagueño no se puede entender sin conocer su crisis interna. Los resquicios del desastre económico que dejó la salida de Al-Thani del club siguen pesando a día de hoy, y el club continúa inmerso en procesos judiciales contra su antigua gestión. Para contextualizar, el jeque catarí realizó durante su mandato una inversión que superó los 140 millones de euros, algo inimaginable hasta la fecha. Este gasto supuso un incumplimiento del fair play financiero, que derivó en una sanción que prohibió al Málaga participar en competiciones europeas durante una temporada. Posteriormente, el club denunció impagos a deudas y salarios por parte de Al Thani, mientras este se separó progresivamente del club.
A pesar de los golpes recibidos durante los últimos años, el Málaga ha logrado mantener una situación deportiva considerablemente mejor que otros históricos andaluces que han decaído. Aunque esto está lejos de bastar a la afición malaguista, pues, como se dice: ‘mal de muchos, consuelo de tontos’. El club blanquiazul ha resistido en la categoría de plata durante todos los años que sucedieron a su descenso, y esto supone un rayo de esperanza. Una ilusión basada en la idea de que una temporada buena puede suponer el retorno a la máxima categoría del fútbol español. Sería la mejor forma de equilibrar la balanza ante un club que ha sufrido la cercanía a la desaparición.