Estrella Cabeza Candela (Los Palacios y Villafranca, 1987), que ha llegado a lo más alto en el mundo profesional, lleva casi dos años pensando en dejar la raqueta, pero no definitivamente, sino para empuñarla como entrenadora. Ahora que el COVID-19 ha marcado verdaderamente un antes y un después, y ahora que su padre, ese capitán de navío que lleva más de tres décadas volcado en la escuela de donde han salido tantos profesionales, se va a jubilar, ha decidido que es el momento de renovar el Club de Tenis Manolo Cabeza e impulsarlo a nueva época con el marchamo de su nombre. Estrella, que en sus años de Bachillerato pensó en hacerse bióloga, estudia ahora un grado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte en la Universidad de Sevilla. Y quiere perpetuar el legado de su familia.
-¿En la decisión de retirarte justo ahora ha influido el COVID, las lesiones, tu edad...?
-Bueno, en realidad no había dicho todavía que me iba a retirar, porque como el año pasado todavía jugué algunos torneos puntuables a nivel nacional... Ya este año no he jugado ninguno por el coronavirus, el confinamiento y todo lo que ha pasado... Y ahora ya sí, pero de todas formas, aunque ya profesionalmente no siga, no me gusta que parezca que si te retiras ya no tocas más la raqueta y no vas a jugar ni un partido más... Tampoco es eso, claro. Profesionalmente seguro que no, pero a lo mejor un torneo por equipos...
-Claro, no es una retirada radical.
-La decisión, de todas formas, la fui amasando hace ya casi dos años. Cuando me operé el menisco hizo como un clic en mi cabeza, pero no es porque me lesionara. En algunas entrevistas han dejado ver que era por la lesión, a lo mejor porque en el momento de la entrevista estaba lesionada. Pero las lesiones forman parte de la carrera y la última vez, cuando volví a jugar, que gané un torneo en Barcelona, un 25.000, en el Hispanofrancés, pues ahí me rompí el menisco, en 2018, y a partir de ahí ya sí se me fue formando la idea de la retirada, aunque yo entendí y entiendo que las lesiones forman parte de la carrera.
-¿Recuerdas tu primera vez en el tenis? ¿Era por tu padre?
-No lo recuerdo si te digo la verdad, porque yo empecé muy pequeña. Tanto mi hermana como yo hemos respirado tenis desde siempre.
-Claro, tendrías como cinco o seis años, ¿no?
-No, menos aún. Era muy pequeña. De hecho, el Club Manolo Cabeza nació antes que nosotras. Tendría yo un año o así. Mi padre daba clases de tenis entonces en el Club de Campo en Sevilla... Él había sido entrenador... O sea, que hemos respirado el tenis desde que nacimos.
-¿Cuándo te das cuenta de que no eres una chica tan normalita en el tenis?
-Bueno, fueron una serie de factores. No fue de un día para otro. Iba jugando los torneos, desde muy pequeña, e iba ganándolos. A nivel provincial, a nivel regional... Luego ganaba también incluso a nivel nacional. Mi hermana también era muy buena, especialmente hasta las 18 años; ganó un campeonato de Andalucía, pero ella prefirió estudiar. Pero a mí, a los 15 años, me llegó la oferta de irme a la Federación, a Barcelona. Todo es un proceso... De repente, no es que entrenes todas la tardes, sino que entrenas todo el día...
-Y con el tiempo llegas al Top100.
-Bueno, ahí hay mucho trabajo y mucho tiempo, claro.
-¿Eso cuándo ocurre? ¿Y cómo lo vives?
-Fue en 2012 o 2013... Y fue la consecuencia de muchísimo trabajo. Yo estuve mucho tiempo entre la 150 y la 200, muchos años... Ese nivel ya lo tenía, y era un objetivo llegar ahí, al Top100, que es muy importante porque estamos hablando de más de mil tenistas de todo el mundo... Y, bueno, es como ir superando otras barreras. Igual que cuando estás en el 500 y quieres llegar al 200. Lo vives como un momento bonito, porque sí que recuerdo el partido en que te dicen: “Si ganas este partido, estás ya en el Top100”.
-¿Las lesiones han jugado tanto como tú?
-No, no... No es que tuviera muchas lesiones. Lo que pasa es que mi objetivo era llegar a los Gran Slam... y yo estuve mucho tiempo entre las 150 y la 180... Al final vives el circuito igual... Y es verdad que antes no me había lesionado mucho... Pero para mí era muy importante llegar al Top100 y una vez que llegué me lesioné, me rompí el gemelo y luego el codo... Y, claro...
-¿Cuál dirías que es el mejor momento de tu carrera?
-No creo que haya un momento. Fue el camino. La felicidad fue el camino de ir superándome, ir pasando barreras, verte a ti misma superar límites físicos, mentales... Es muy duro ser deportista.
-¿Sí?
-Se disfruta, claro, pero es duro.
-¿Tú lo recomiendas? ¿Se lo recomendarías a una niña destacada?
-Sí, obviamente. Creo que es una experiencia increíble. Te hace madurar mucho. Pero ahora, mirando atrás, también podría habérmelo tomado de otra manera: no darle importancia a muchas cosas, estar más positiva, disfrutar más de cada momento, que a veces, por la exigencia...
-¿Eres pesimista u optimista por naturaleza?
-Es que eso se aprende. A ser positiva, también se va aprendiendo. No solo para el deporte, sino para vivir. ¿De qué me sirve ser pesimista? Cualquier deporte de alto nivel te exige ir al máximo. Tienes que intentar darlo todo.
-¿Da el tenis profesional para vivir bien, como el fútbol?
-Yo creo además que las chicas somos unas privilegiadas con respecto a otros deportes, porque tenemos la misma premiación que los chicos. Aunque es verdad que los que están los 100 primeros tienen una remuneración importante y los que no, tienen muy poquito y les cuesta seguir ahí.
-O sea, que a partir del 100 sí se vive, y bien...
-Tampoco para hacerte millonario, ¿eh?
-Pero en el tenis no ocurre como ha pasado en el fútbol femenino, donde el año pasado estaban las jugadoras de primera división pidiendo un mínimo mensual de mil y pico de euros...
-No, eso no ocurre en el tenis.
-¿Hay machismo aún en este deporte? ¿O ya no tanto?
-En el sentido de la remuneración no hay diferencia, y no hay machismo. Sin embargo, la figura de la mujer entrenadora no se ha desarrollado ni impulsado aún. De cada 500 entrenadores puede haber una o dos entrenadoras... También, a nivel social o mediático, cuando se habla del mejor de la Historia se suele citar a Federer... Y no, perdona, Serena Williams ha alcanzado más que Federer. Entonces lo máximo sería alcanzar lo de Serena, ¿no? Como en otros muchos deportes, son los hombres los que han empezado, y también como entrenadores.
-Tú ya eres entrenadora, ¿no?
-Sí, me gustaría aportar mi experiencia, poder añadir valor, para que el camino lo puedan hacer más fácil, hacerlo más llevadero desde el aprendizaje que me ha dado mi carrera.
-¿Se llamará a partir de ahora el Club Estrella Cabeza?
-No, no es una cosa que nos hayamos planteado. Vamos a hacer una transición natural, y quiero formarme en todos los aspectos. No solo para alto rendimiento, sino para la psicomotricidad de los niños que vienen sin intención de llegar a ser profesionales. La idea sería montar una academia, pero de momento a mí me gusta la filosofía de la escuela tal y como está, aunque estemos mejorando porque todo es mejorable en esta vida. Se pueden mejorar muchas cosas, tanto a nivel físico como psicológico. Y agrandar lo que se pueda, más allá de mejorar las cuatro pistas que hay, incluido el pavimento.
-Aquí vienen niños de toda la comarca, de casi toda la provincia. ¿Ves ya material?
-Es pronto aún para saberlo, y depende de la mentalidad del niño y de las expectativas de la familia. Hay de todo, el abanico es inmenso.
-Me imagino que la sombra de tu padre es alargada en esta nueva faceta como entrenadora.
-Él me transmite todo lo que puede, y no me comparo con él. Es difícil, porque él tiene sus maneras y su forma de trabajar. Yo solo intento aprender lo mejor de él. Y de hecho me gustaría que me ayudara incluso más. Se jubila ahora y está muy volcado de todas formas. No lo vamos a dejar ninguno de los dos.