«Para jugar al rugby lo único que debes tener es un carácter valiente»

Las escuelas de rugby son la puerta principal por la que se llega aun deporte duro, correoso y noble. Tan necesarias como complejas se van imponiendo en la práctica deportiva de base

16 abr 2021 / 15:23 h - Actualizado: 16 abr 2021 / 16:35 h.
"Rugby","Rugby y cultura"
  • Anibal de Vega. / Fotografía https://www.iirugby.com/
    Anibal de Vega. / Fotografía https://www.iirugby.com/

Aníbal de Vega es el Director Técnico de la escuela de Rugby de la A. D. Ingenieros Industriales Las Rozas Madrid, un club que se fundó el año 1971. Trabaja entre gritos de niños que van de los cuatro años en adelante, con bombas hormonales corriendo a su alrededor (eso que llamamos adolescentes), de jóvenes que sueñan con ser los mejores jugadores de rugby del mundo. Anibal de Vega vive entre niños, niñas y adolescentes, que son la base del futuro y, por tanto, la base del deporte. Buscan el rugby y él intenta señalar caminos diversos para llegar hasta él.

Tomamos un café junto al campo de entrenamiento. Aníbal habla con claridad, con determinación, sabiendo lo que quiere decir.

«Hay muchas categorías y muchos problemas distintos en el rugby. Las categorías Sub 6 y Sub 8 son en las que se trabaja el descubrimiento del rugby; y el problema con el que nos encontramos los técnicos es con el de la educación y alfabetización física dada las pocas destrezas funcionales que tienen los niños a causa de una vida social que restringe mucho los movimientos y que se ha agravado con la Covid-19. Se mueven poco y no han practicado demasiados deportes antes de pasar por el rugby. Además de los elementos técnicos básicos, hacer entender a las familias que este deporte tiene un enorme carácter social y que se hace familia en el club, es muy complicado. Transmitir valores y que los deportistas y sus familias estén bien alrededor del rugby es esencial a estas edades. Aprender a moverse, a gatear y coger objetos en movimiento, es decir, una educación física básica es la plataforma en la que nos movemos a estas edades. Sub 10, Sub 12 y Sub 14 son categorías en las que se busca el aprendizaje de las distintas facetas del juego además de la fidelización las familias. Es la etapa en la que más fácil resulta entrenar. Los niños son esponjas y se adaptan muy bien a todo o que se les dice. Los chicos y chicas están encantados de jugar y los padres muy agradecidos. La parte más cognitiva del rugby es la que se trabaja en esta etapa (comprender el espacio, toma de decisiones, la importancia de asociarse al jugar...). Lo difícil es integrar a los jugadores nuevos puesto que el resto ya están trabajando aspectos colectivos y les sacan mucha diferencia en los aspectos individuales. En esta etapa, el desarrollo deportivo y el social van unidos. Ya en Sub 16 se aprende a competir. Los jugadores son más independientes en sus casas, ya eligen otros deportes o no practican ninguno, los estudios se hacen más exigentes y es una etapa en la que se pierden bastantes talentos. Es una pena que algunos estén en la calle sin hacer nada pudiendo estar en el campo de juego. Que cambien el rugby por los estudios es normal, pero hacerlo a cambio de nada es una pena. Y de Sub 18 a Sub 23 es la etapa final dedicada al alto rendimiento. Aquí los problemas que nos encontramos en Sub 16 se multiplican exponencialmente».

«Para jugar al rugby lo único que debes tener es un carácter valiente»

Es una gran fortuna poder practicar o disfrutar de un deporte que ha servido como salvaguarda de los valores deportivos. Rugby es respeto por los adversarios, por el árbitro o por la grada; rugby es contacto duro de verdad y, a la vez, fair play imponiendo su ley. Centramos la conversación en este aspecto.

«Los valores del rugby quedan y hacen su función aunque el problema es que es necesario que esos valores tengan cabida en la vida de estos chicos y chicas. Si al llegar a casa o al instituto escuchan algo contradictorio es como empezar de cero cada día. Ese es el gran reto de los clubes actuales: cómo conseguir que el club se convierta en ese lugar en el que quieran estar, en el que se concentren sus amistades y quieran estar juntos en el mismo lugar».

Aníbal, como cualquier otro técnico dedicado a las escuelas de rugby, trabaja con muchos más niños que niñas. Le pregunto sobre ese reto que representa la igualdad entre hombres y mujeres en el deporte y la captación de niñas para que jueguen al rugby.

«La integración de las chicas de poca edad es muy sencilla. Las niñas tienen las mismas condiciones físicas que los chicos (a veces, incluso, mejores) y una socialización más acusada. Luego, cuando empiezan a sumar años, las diferencias físicas se hacen casi insalvables y todo es más difícil. Entre otras cosas, son pocas y no pueden dejar de jugar en formato mixto en la franja de edad que va de los 14 a los 17; y eso es un enorme problema. Eso sí, al llegar a categoría senior el valor social del equipo es extraordinario. Son una piña y se arropan mucho entre ellas. En los equipos femeninos la amistad, el grupo en sí, es mucho más notable que en los masculinos».

El rugby, en España, nunca pareció un deporte que pudiera practicar cualquier persona, siempre pareció cosa de locos y se miraban los partidos como si aquello fuera cosa de locos. No hace tanto, el rugby era un deporte de locos, jugado por gente muy grande y poco más. Unos locos. Ahora, la percepción ha cambiado mucho, pero ¿esto lo puede hacer cualquiera?

«Para jugar al rugby lo único que debes tener es un carácter valiente. Te tiene que gustar el jaleo. No puedes engañarte y pensar que jugar al rugby es como jugar al fútbol o como montar en bicicleta. Si no tienes ese gusto por el contacto, por el combate y el afán de superación, lo tienes difícil. El resto se puede aprender».

Nos despedimos. Ya suenan las voces de decenas de niños que han llegado para jugar y aprender y sentir lo que significa un vestuario, un equipo y una forma de entender la vida. Aníbal de Vega camina hacia el campo con decisión.