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Una visita para la historia en Los Montecillos

Marisa Fernández, la jugadora sevillana más importante de todos los tiempos, disputa el primer partido de Liga de su vida en su tierra natal. El Cajasol Juvasa recibe a su actual equipo, el CV Haris tinerfeño

03 feb 2018 / 08:00 h - Actualizado: 03 feb 2018 / 23:34 h.
"Voleibol"
  • Marisa Fernández remata por encima del doble bloqueo del CV Barcelona en el último partido de su equipo, el Fachadas Dimurol Libby’s, en la Superliga Femenina. / CV Haris
    Marisa Fernández remata por encima del doble bloqueo del CV Barcelona en el último partido de su equipo, el Fachadas Dimurol Libby’s, en la Superliga Femenina. / CV Haris

¿Qué puede tener un partido de la 16ª jornada de la Superliga Femenina de voleibol para que una jugadora del equipo visitante que nunca ha jugado en el equipo local confiese que está «muy emocionada» y deseosa de que llegue la cita? El partido es el Cajasol Juvasa-Fachadas Dimurol Libby’s, la cita es mañana a las 12.00 en Los Montecillos y la jugadora es María Isabel Fernández Conde. Y su emoción tiene la más legítima razón de ser. Marisa Fernández es la voleibolista sevillana más importante, galardonada e internacional de todos los tiempos: ha sido campeona de Liga y Copa en España y Grecia; disputó más de 150 partidos con la selección española absoluta; ha jugado en España, Grecia, Italia, Azerbaiyán, Rusia y Hungría; ha estado en cuatro Campeonatos de Europa; y ha obtenido innumerables méritos individuales en la Liga, la Copa y la Champions League. Pero jamás había tenido la ocasión de jugar en Sevilla un partido de Liga, de la élite, porque hacía una eternidad que ni la ciudad ni la provincia estaban representadas en la máxima categoría.

«Nunca me lo habría imaginado y estoy muy emocionada. Llevo desde el domingo pensando que voy a casa, aunque sea como visitante. Siempre se dice que uno no es profeta en su tierra y esto nos ha pasado a muchos deportistas, pero para mí es un orgullo jugar allí. Toda la vida se me ha llenado la boca diciendo que soy sevillana, andaluza, fontaniega, recordando mis raíces, la tierra de mis abuelos, así que tengo unas ganas de que sea domingo...», confiesa.

Marisa Fernández es de Fuentes de Andalucía y nació el 6 de septiembre de 1982, así que ha tenido que llegar a los 35 años para disfrutar de esta oportunidad. Por el camino militó en el Universidad de Granada (2000-2003), el Playas de Benidorm (2003-04), el CajaSur Voley de Córdoba (2004-2005), el Hotel Cantur (2005-2007) y, a partir de ahí, un equipo cada año: el todopoderoso Murcia, el Panathinaikos griego, el Chateau d’Ax Urbino italiano, el Igtisadchi Bakú azerbaiyano, el CV Tyumen ruso, allá en Siberia, el CV Murillo riojano, el AEK Atenas, el IBSA canario, el Tenerife Cuesta Piedra (Superliga 2), el Jászberényi húngaro y, ahora, el Haris. Si hubiera que detallar su carrera, se acabaría la página y aún habría mucho que escribir. «A medida que ha evolucionado mi carrera he tenido objetivos diferentes. Cuando salgo de España después de ganar la Liga, con Murcia, quise ir a la mejor liga del mundo, que era la italiana, para ver si mi nivel me valía para el gran voleibol. Todo fue bien, vi que podía estar entre las mejores. Entonces el objetivo personal empieza a ser el económico y eso me lleva a Azerbaiyán o Rusia. Luego vuelvo a casa para coger sol y recargar la batería, porque llevaba varios años pateando el mundo», relata ella a modo de resumen.

Después de un sinfín de peripecias, un montón de éxitos y un primer intento de descubrir su posible faceta como entrenadora en el Cuesta Piedra, donde fue jugadora y técnica al mismo tiempo, Marisa aterriza por fin en Sevilla para jugar un partido de la Superliga. Quién se lo habría dicho... «La última vez que jugué en Sevilla fue en San Pablo con la selección andaluza juvenil, quedamos campeonas de España y yo fui MVP. Eso sería en el 98 o así. Y después hubo un preparatorio con la selección absoluta, un bilateral contra Finlandia, que se jugó en Fuentes», recuerda.

Esta vez no es un encuentro de juveniles ni un amistoso de España. Es un partido oficial contra un equipo sevillano que en la primera vuelta se lo puso difícil a un aspirante al título (3-2). «No se presupone fácil, ellas van séptimas, de sobra para salvar la categoría. Es un equipo luchador, muy sólido y ordenado. Las hermanas Ruiz se hacen fuertes en casa, son casi todas chicas jóvenes, tienen dos extranjeras que no eran superconocidas pero que han entrado muy bien en la competición... El equipo que han montado es muy bonito», elogia. «Estoy muy contenta por ellas. Se han metido en la Copa, que es un resultado óptimo. No es fácil llegar y meterte entre los seis primeros con un presupuesto medio y gente joven», añade.

Los caminos del Esquimo y Marisa Fernández no se han cruzado, aunque a la bloqueadora le encantaría que así fuese. «Este verano no contactaron conmigo. Para nada es una espinita, aunque a todo deportista le haría ilusión competir en casa. Me habría encantado que me hubieran llamado. Quizá lo achacasen a que mis pretensiones económicas estaban por encima de su capacidad, pero me habría gustado tener una conversación con ellos. Yo siempre tengo las puertas abiertas, no puedo decir de esta agua no beberé. Es un club serio y humilde que trata muy bien a las jugadoras. Para mí sería un placer. Sí, sería un pelotazo», admite. Quizá llegue ese día y quizá no. Mientras tanto, Marisa pisará mañana la cancha de Los Montecillos. Y eso también es un pelotazo. ~