Una nueva vida tras la última bola

Alex Corretja, leyenda del tenis español, ha ligado su experiencia en las pistas con sus dotes para la comunicación

16 oct 2016 / 10:00 h - Actualizado: 16 oct 2016 / 08:40 h.
"Tenis","Empleo: asignatura pendiente"
  • Álex Corretja, en la Caja Mágica de Madrid / El Correo
    Álex Corretja, en la Caja Mágica de Madrid / El Correo

El deportista profesional de élite vive dos vidas. Ocurre que durante la mayor parte de la primera no puede plantearse cómo será la segunda. Es consciente de que algún día llegará, pero no sabe cómo será ese día en el que dejará de hacer aquello que siempre ha hecho. Ha entregado su cuerpo y su alma a un sueño que se convierte en una razón de ser, de estar y casi de existir. «Hoy día, con 42 años, cuando salgo de casa aún me llevo una bolsa con una camiseta extra, con unas zapatillas. Y pienso, ‘pero qué hago, si voy a una comida’. Cada día, durante tantos años cogí mi bolsa con las raquetas. Cuando lo dejé, hasta ponerme unos tejanos era raro, porque estaba siempre en ropa deportiva».

Alex Corretja dejó el circuito profesional en 2006. Un problema de visión le obligó a parar durante seis meses, y acabó precipitando su adiós, con 31 años. Sus triunfos ya lo habían convertido en leyenda del tenis. Alcanzó el número 2 del ranking mundial en 1999, un año después de conquistar el Torneo de Maestros y ser finalista en Roland Garros. «Cuando la gente normal está empezando con sus trabajos a esa edad, resulta que tú acabas la parte más intensa de tu vida. No podía jugar, y me fui mentalizando. El tenis es una escuela de vida muy grande y en el post tienes que encontrar tu sitio, hallar algo que te motive, que hagas con ilusión», y no resulta fácil porque «las emociones que has vivido en una pista no son comparables a nada que puedas hacer después, nada».

Corretja tuvo claro que quería seguir vinculado a su deporte, y lo ha acabado haciendo en varios campos, aprovechando su enorme experiencia, una experiencia única y especial. Toni Nadal, entrenador y tío de Rafa Nadal, suele explicar que su sobrino sabe mucho más de tenis que él. Porque nadie puede saber más que un jugador que ha alcanzado esos niveles, que ha estado en esos escenarios, en esos partidos, que ha recorrido ese camino hasta la cima. Corretja ha encontrado su lugar en el mundo de la comunicación, con gran éxito, trasladando con naturalidad y pedagogía en las retransmisiones de Televisión Española, de Eurosport o en la Televisión de Cataluña las claves de los partidos, así como las sensaciones que pueden tener en cada momento los jugadores.

«La primera vez que me lo ofrecieron en TVE fue en un Master Nacional que se jugaba en Valladolid. Sentí que podía aportar ideas nuevas, compartir lo que había vivido. Y funcionó, la repercusión fue muy positiva. Me sentí feliz y me encanta. Me lo paso bien, disfruto, aunque también en la televisión siempre estás expuesto». En el momento en que, de alguna forma, tuvo que volver a empezar se apoyó «en la familia, en mi grupo de trabajo. Es un proceso. Piensas que has sido un privilegiado y que no tienes que reprocharte nada. No llegué a ser el número uno porque no supe más. Empieza una nueva etapa que es diferente».

Fue capitán del equipo español de la Copa Davis, una competición que ganó en 2000, la primera Ensaladera de la historia para España. En 2012 llevó a la selección hasta la final de Praga. «Es una faceta en la que me sentí muy implicado, estás muy cerca de los jugadores, sientes sus nervios y tú los tienes, pero no es lo mismo, es más sencillo». Asesoró a Andy Murray, actual número 2 del mundo, pero no ha querido aceptar propuestas que le exijan viajar muchas semanas en el circuito. La familia tiene prioridad. También ha disputado recientemente un torneo de leyendas en Mallorca. «Recordé la dificultad de este deporte. Disfrutas si vas a divertirte, quieres ganar, pero no es el objetivo. Ganar ya pasó».

En los torneos, cuando realiza las entrevistas a los jugadores «intento salirme de lo típico, me permito esas mini licencias porque ellos saben quién soy, que tengo esa cercanía. No me miran como a un periodista ni pretendo serlo, pretendo comunicar, hacer lo que siento».

El tenis siempre formará parte de su vida, como sus grandes victorias, pero «ahora valoro mucho más todo lo que me pasa».