Rechazo al «turismo de sequía» ante la avalancha de visitantes

Vilanova de Sau rechaza el «turismo de sequía» ante la avalancha de visitantes

24 ago 2022 / 09:36 h - Actualizado: 23 ago 2022 / 14:21 h.
  • Rechazo al «turismo de sequía» ante la avalancha de visitantes

El alcalde de Vilanova de Sau (Barcelona), Joan Riera, ha expresado su rechazo al «turismo de sequía», que ha obligado a restringir el acceso al pantano de Sau, colapsado por la gran afluencia de turistas que quieren entrar en la iglesia de Sant Romà, que ha quedado completamente al descubierto por la sequía.

«No tenemos que celebrar esta afluencia de turistas porque es consecuencia de un desastre natural que está afectando mucho nuestra zona», ha dicho, en declaraciones a Efe, el alcalde, que lamenta que esta afluencia haya provocado, en algunos casos, «actitudes incívicas» y «haya dificultado el acceso de los vecinos al pueblo», que han llegado a quedar retenidos en la carretera más de una hora por las colas de vehículos.

«La gente viene llamada por el ‘efecto Instagram’, para hacerse rápidamente un ‘selfi’ con la iglesia e irse tras haber dejado todo lleno de basura», lamenta Riera.

«Es bueno que haya turismo y que disfruten del pueblo y del valle, pero es cierto que tanto turismo también nos perjudica», aduce el alcalde, quien asegura que estas últimas semanas se han acumulado más residuos que el resto del año, lo que «genera un gran gasto para el ayuntamiento».

La sequía de este verano ha disminuido las reservas de embalses y pantanos de Cataluña, que ahora se encuentran a un 39 % de su capacidad, algo que no ocurría desde principios de 2018, la última vez en la que las reservas de agua estuvieron por debajo de la mitad de su capacidad, según la Agencia Catalana del Agua (ACA).

Esta sequía ha dejado al descubierto pueblos hundidos, como el de Sau, enclavado en el Espacio de Interés Natural de les Guilleries-Savassona y que quedó sumergido en 1962 por la construcción del dique en el río Ter.

En épocas de sequía, el nivel del agua del pantano baja lo suficiente como para permitir que se vea parte del campanario y algunas de las casas hundidas del pueblo de Sant Romà de Sau.

Este verano, con su capacidad al 38 %, el pantano ha dejado al descubierto completamente toda la iglesia de Sant Romà, lo que ha atraído a miles de personas que se han acercado curiosas a visitar la zona, lo que ha provocado un colapso de visitantes.

Para controlar la situación, desde el 24 de junio y hasta el próximo 11 de setiembre, para acceder al valle de Sau es necesario reservar previamente una de las noventa plazas de parking, y pagar cinco euros (dos para las motos).

Este pasado fin de semana era el primero en que el Ayuntamiento de Vilanova de Sau ha puesto en funcionamiento, en coordinación con Protección Civil, Agentes Rurales y Mossos d’Esquadra, nuevos controles preventivos para garantizar que los visitantes hubieran solicitado cita previa y hacer retroceder a los vehículos que no la tuvieran, y ha instalado una pantalla informativa en Folgueroles sobre las plazas disponibles.

Sin embargo, fuentes del club náutico del pantano «Vic-Sau» han asegurado a Efe que estas nuevas medidas les ha perjudicado, ya que han bajado las reservas e incluso se han producido cancelaciones de última hora.

«La seguridad ha sido excesiva», ha lamentado un trabajador del club náutico, quien asegura que los visitantes desconocen que si tienen una reserva previa en un restaurante o en una actividad acuática, tienen entrada gratuita y una plaza reservada en el aparcamiento.

«La sequía también nos ha perjudicado a nosotros como negocio, ya que muchos turistas no quieren hacer actividades acuáticas en un entorno tan masificado y con reservas de agua tan bajas, y ahora encima se dificulta el acceso a nuestros clientes», se ha quejado.

La sequía también ha atraído a muchos visitantes a pantanos como el de Rialb (Lleida), que tiene uno de los niveles más bajos de su historia, aunque no ha llegado a masificarse.

Lo contrario sucede en el pantano de Vallvidriera, en el parque de Collserola de Barcelona, que ha perdido atractivo turístico por su falta de agua y, pese a ser uno de los puntos a los que acuden numerosos barceloneses a buscar «fresco», ha perdido visitantes porque ya no apetece pasear junto al lecho seco de la presa ni hacer picnic o tomar algo en los chiringuitos en sus orillas.