Memoria del terrorismo de extrema izquierda en España: 14 grupos y 120 muertos

Catorce grupos de extrema izquierda han depositado su huella asesina en la historia de España causando 120 muertos y dejando 185 huérfanos, pero poco se sabe de ellos

Atentado de GRAPO en la redacción de El Mundo en Barcelona (2000). / EFE

Atentado de GRAPO en la redacción de El Mundo en Barcelona (2000). / EFE / Nieves Albarracín

Nieves Albarracín

No todo el terrorismo patrio lo ha protagonizado ETA. Catorce grupos de extrema izquierda han depositado su huella asesina en la historia de España causando 120 muertos y dejando 185 huérfanos, pero poco se sabe de estas bandas.

La más conocida ha sido el GRAPO, que con 93 víctimas mortales a sus espaldas ostenta el macabro título de ser la tercera organización terrorista más mortífera de Europa.

La abogada Carmen Ladrón de Guevara, vinculada a la Asociación Víctimas del Terrorismo (AVT), trata de devolver a estos grupos terroristas a la memoria colectiva desgranando la historia de sus víctimas a través de un documentado libro: "Las víctimas del terrorismo de extrema izquierda. Del DRIL a los GRAPO (1960-2006)", editado por Almuzara.

"Si en el caso de las víctimas de ETA la tendencia es al olvido, en el caso de estas otras víctimas, al olvido se le suma un desconocimiento generalizado", reflexiona la autora al exponer el propósito de su obra, impulsada por la Fundación Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo.

"He llorado mucho escribiendo el libro por la juventud de las víctimas, muchas casadas con mujeres muy jóvenes. Me impresionó que había muchas embarazadas con niños pequeños", desvela en una entrevista con EFE al destacar que de los 185 huérfanos que ha contabilizado, el 80% eran menores de edad.

La ardua tarea de documentación y de localización de estas víctimas le ha llevado cinco años. Partió consultando los listados oficiales del Ministerio del Interior, en los que constan un total de 1.453 fallecidos en actos de terrorismo, pero sin que figure la autoría, por lo que tuvo que ir descartando las que eran víctimas de ETA o del yihadismo hasta localizar las correspondientes a estos grupos.

Terrorismo de extrema izquierda y terrorismo nacionalista

A estos catorce grupos terroristas los divide en dos grandes bloques: nacionalistas y grupos de extrema izquierda, "cumpliendo alguna de las organizaciones con ambas características", según observa en la introducción del libro.

Entre los grupos de extrema izquierda destaca los Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre (GRAPO) o el Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP), así como al Directorio Revolucionario Ibérico de Liberación (DRIL), el Frente Revolucionario Antifascista Vasco Aragonés (FRAVA), el Movimiento Ibérico de Liberación (MIL) o el Colectivo Hoz y Martillo.

Bajo el epígrafe de terrorismo nacionalista sitúa al Front d'Alliberament de Catalunya (FAC), al Exèrcit Popular Català (EPOCA), Terra Lliure, al Movimiento por la Autodeterminación e Independencia del Archipiélago Canario (MPAIAC) o al Exército Guerrillheiro do Povo Galego Ceive (EGPGC).

Estas bandas terroristas -explica la autora- encajan en lo que el economista David Rapoport denominó la tercera oleada internacional de terrorismo y que engloba a grupos terroristas que atentaron en Europa, como las Brigadas Rojas en Italia o en Alemania el RAF (también denominada Baader-Meinhof).

Esta circunstancia temporal hizo que la mayoría -sostiene- "se vendieran, y se sigan vendiendo, como movimientos que surgieron en oposición al franquismo", cuando realmente "no solo no fue así, sino que su existencia supuso una auténtica amenaza para el proceso de transición a la democracia".

Por ello lamenta que sus víctimas no estén reconocidas en la recién aprobada Ley de Memoria Democrática, pero sí lo estén sus "victimarios", aunque -matiza- le horroriza utilizar esa palabra para referirse a los integrantes de esos grupos.

De los 120 asesinatos que cometieron estas bandas terroristas, 79 de ellos quedaron resueltos, partiendo, según ella misma advierte, de que se ha considerado como caso resuelto aquel en el que al menos uno de los autores materiales ha sido condenado o se tiene conocimiento de que ha fallecido.

Respecto a los GRAPO, de los 93 asesinatos que se les atribuyen hasta 2006, 70 se habrían resuelto, y de los 23 no resueltos, 12 de sus autores fueron amnistiados. Los integrantes de Terra Lliure, por su parte, fueron indultados en 1994.

Las familias de las víctimas y los heridos

Aunque el hilo principal del libro son los asesinados, la autora también pone el foco en los heridos y en los familiares de las víctimas.

La gran mayoría, dice, han agradecido que se les haya dado voz y sacado a la luz su caso, aunque algunos han preferido no hablar después de tantos años, porque remover los recuerdos les resultaba doloroso, "y lo entiendo", asume la letrada, que lleva años tratando con víctimas del terrorismo.

Entre las historias que ha ido recopilando, le ha impresionado la de una víctima del FRAP en la manifestación del primero de mayo de 1973 en Madrid, en la que hasta el momento solo constaba la muerte de un policía.

Ahora, fruto de este trabajo de investigación, ha descubierto que hubo un segundo agente que murió al mes de estos incidentes a causa de un golpe en la cabeza.

Este joven policía, que no era de Madrid, fue destinado a esa manifestación en la que el FRAP había hecho un llamamiento a sus miembros a acudir armados. Pese a resultar herido, optó por no informar de ello a sus superiores porque su mujer salía en pocos días de cuentas y quería volver a su casa en Jaén para estar presente en el parto, pero semanas después acabó muriendo a consecuencia de ese golpe.

Desamparo y falta de delicadeza hacia las víctimas

Los huérfanos con los que ha hablado denuncian también haber vivido una situación de "desamparo y falta de delicadeza". Pone el ejemplo de un chico, cuyo padre, guardia civil, fue asesinado por los GRAPO, y al que le entregaron sus pertenencias manchadas de sangre.

A esto se añadió que, a la semana de morir su padre, su familia se vio obligada a abandonar la casa cuartel que había sido su hogar porque tenían que dejar el espacio para el sustituto del fallecido.

Estas situaciones también se han dado en las víctimas de ETA, unas víctimas que además no eran reconocidas como tales, sino que constaban como muertos en acto de servicio, circunstancia que se consiguió corregir con la Ley de Solidaridad con las víctimas del terrorismo aprobada en 1999, recuerda la abogada.

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