«La influencia de Jiménez Losantos en parte de la derecha ha sido y es nefasta»
Pedro Carlos González Cuevas publica un estudio histórico titulado ‘Historia de la Derecha’, en Espasa. Y hace un repaso a todo este espectro ideológico que no dejará indiferente a nadie.
«La influencia de Jiménez Losantos en parte de la derecha ha sido y es nefasta» / Ezequiel García
Ezequiel García
A lo largo de doscientos años, lo que genéricamente denominamos derecha española ha dominado el devenir político de España, de manera que no podemos entender nuestra historia contemporánea sin conocer sus formulaciones, alcances y características.
Por eso, en un momento histórico clave tras las elecciones del 23 de julio y el aparente bloqueo político, hemos hablado con el autor de Historia de la Derecha Española, Pedro Carlos González Cuevas,publicado en Espasa. El objetivo de esta obra no es otro que ofrecer un estudio global del conjunto de las ideologías, las organizaciones políticas y las élites intelectuales y sociales que configuran la derecha española desde la recepción en nuestro suelo del pensamiento de la Ilustración hasta la actualidad. Y de los peligros que acechan a este espectro político social en la actualidad, sus mitos y sus complejos, su historia y sus horizontes.
González Cuevas (1959) es profesor titular de Historia de las Ideas y de las Formas Políticas en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Ha trabajado en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y en el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales. Es autor de numerosas obras, como Acción Española. Teología política y nacionalismo autoritario en España (1913-1936); La tradición bloqueada. Tres ideas políticas en España: el primer Maeztu, Charles Maurras y Carl Schmitt; Maeztu. Biografía de un nacionalista español; El pensamiento político de la derecha española en el siglo XX. De la crisis de la Restauración (1898) al Estado de partidos (2015). Colabora en revistas como Historia y Política, Revista de Estudios Políticos, Revista de Occidente, Revista de Estudios Orteguianos, Ayer, Hispania o Alcores.
-¿Cómo influyeron los movimientos políticos y sociales del siglo XVIII en la configuración de las derechas españolas en el siglo XIX?
A mi modo de ver, la derecha puede ser definida, desde la perspectiva de la historia de las ideas, como un estilo de pensamiento que tiene como fundamento una visión trágica de la vida social y política (Thomas Sowell), es decir, una visión que tiene como soporte las restricciones características de la naturaleza humana. La izquierda, por el contrario, tiene como fundamento una visión utópica o, o lo que es lo mismo, una visión que confía en la superación de esas restricciones. Así, pues, una tendencia política o ideológica puede ser descrita como de derechas cuando se basa en esa visión trágica, lo que se traduce en el pesimismo antropológico, la defensa de las diversidades culturales, de la religiosidad o del sentido de “lo sagrado”, las desigualdades, las tradiciones y del reformismo social frente a la revolución.
-¿Cuáles fueron las principales corrientes ideológicas que conformaron las distintas facciones de la derecha española durante el periodo comprendido entre 1789 y 1833?
Durante el siglo XVIII surge la Ilustración como proyecto político-social. No es un movimiento homogéneo. Como señala Jonathan Israel, existe una Ilustración conservadora y otra radical. La mayoría de los ilustrados no fueron revolucionarios, sino reformistas. Su fórmula política fue el despotismo ilustrado. Se trataba de reformar la sociedad del Antiguo Régimen desde arriba. La Ilustración española es ecléctica, ya que intenta unir catolicismo y modernidad. Su principal representante fue Gaspar Melchor de Jovellanos. Como respuesta a esas reformas, surge una derecha tradicional, teológico-política, que cristalizaría años después en el carlismo. La tradición ecléctica está en la génesis de lo que posteriormente sería la derecha liberal, el moderantismo, etc. La Revolución francesa contribuyó a unir ambos sectores y luego la guerra de la Independencia. Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812 supusieron la derrota tanto del jovellanismo como de las tendencias tradicionales; supusieron el triunfo momentáneo del liberalismo más radical. El reinado de Fernando VII significó, en un principio, el triunfo de los tradicionales, pero no fue una etapa homogénea, ya que se basó en un conjunto de equilibrios políticos, entre absolutistas y reformistas. A la muerte de Fernando VII estalló la guerra civil, donde estuvo muy clara del conflicto entre liberalismo, ya fuese conservador o progresista, y el tradicionalismo.
-¿Qué diferencia hay entre la derecha y las derechas?
Como ya he dicho, puede hablarse de una derecha ilustrada, reformista, preliberal, y una derecha tradicional, opuesta a las reformas, pero muy popular entre el campesinado y los sectores influidos por la Iglesia católica, aferrados al paternalismo social característico del Antiguo Régimen. Derecha es, como ya hemos señalado, un principio abstracto, una visión de la realidad; y las derechas la concreción histórica de ese principio abstracto. Y que se divide en diversas tradiciones, como el conservadurismo liberal o moderantismo, el tradicionalismo, luego, ya en el siglo XX, el catolicismo social, el falangismo, el liberalismo conservador o la derecha identitaria.
-¿Cómo se reinventó la derecha tras la Restauración?
Cánovas es el renovador de la tradición conservadora liberal, a través de una perspectiva ecléctica que aúna liberalismo doctrinario, tradicionalismo, neoescolástica y positivismo. Sin embargo, su innovación más decisiva fue política. Al contrario que en la etapa isabelina, la Restauración fue capaz de organizar un pacto entre las diversas familias liberales, entre los que habían propiciado la revolución de 1868 y los contrarios a ella, mediante el turno entre liberales y conservadores, el bipartidismo, el sistema clientelar-caciquil, la política de notables y la alianza con la Iglesia católica.
-¿Ha existido vinculación entre el fascismo y la derecha española?
Como ya he señalado, la derecha española se divide en diversas tradiciones políticas, lo mismo que ocurre en otros países. Por ejemplo, en Francia René Rémond ha distinguido tres tradiciones en la derecha: el orleanismo, o sea, la derecha liberal; el tradicionalismo; y el bonapartismo. En España, se dan las dos primeras, pero no la tercera. Lo cual es un hándicap a la hora de perfilar una derecha republicana, plebiscitaria y populista. El fascismo puede ser definido como una derecha revolucionaria, cuyos orígenes se encuentran en la crisis intelectual de finales de siglo, con sus consecuencias a nivel filosófico y político, el fin del positivismo y del liberalismo, y que adquiere carácter durante la Gran Guerra, la respuesta a la revolución bolchevique en Rusia, y la Europa de posguerra. En España, no se dieron las condiciones para la emergencia de esa derecha revolucionaria, ya que no participó en la Gran Guerra, la crisis filosófica no tuvo tanta repercusión y se mantuvo la perspectiva tradicional católica. Hubo, sin duda, crisis del liberalismo, como en toda Europa, pero no existió una movilización de masas como en Italia o Alemania; y la respuesta fue la dictadura cívico-militar de Primo de Rivera, con social-católicos, mauristas y tecnócratas al frente. Nada que ver con el fascismo, que apenas tuvo influencia en España hasta el estallido de la guerra civil en 1936.
-¿Cómo fue la etapa de la II República para la derecha en España?
En su concreción institucional y constitucional, la II República, traída por la izquierda liberal y socialista, se configuró como un proyecto de “revolución legal” (Carl Schmitt), que marginaba conscientemente al conjunto de la derecha española y, sobre todo, a la Iglesia católica. La derecha específicamente republicana, la de Miguel Maura y Niceto Alcalá Zamora, fue muy minoritaria. La II República se identificó con la izquierda. La reacción frente este proyecto de “revolución legal” fue capitaneada por la derecha católica, la CEDA, y la derecha monárquica, Acción Española y Renovación Española. En el primer caso, se trataba de un proyecto de contrarrevolución legal, posibilista; en el segundo, la apuesta por el golpe de Estado militar. A su lado, un fascismo y un tradicionalismo carlista marginales.
-En la transición, ¿Qué papel jugaron Manuel Fraga y Alianza Popular?
La trayectoria política de Manuel Fraga se caracterizó, durante el régimen de Franco, por la apuesta por el reformismo. Y lo mismo ocurrió tras la muerte de Franco. Sin embargo, su proyecto político fracasó, con el nombramiento de Adolfo Suárez como presidente del gobierno. Su papel en el período de transición fue el de integrar a los partidarios del régimen anterior en las instituciones del nuevo Estado de partidos, algo que sólo podía hacer un político de sus características. El propio Fraga fue consciente de su fracaso y en parte satisfizo sus ambiciones políticas al frente de la Junta gallega (Xunta de Galicia).
-¿A qué se debe ese complejo de inferioridad histórico de la derecha española en época democrática?
Ya el falangista disidente Dionisio Ridruejo manifestó, en su libro Escrito en España. a esa conciencia infeliz de haber gobernado de forma autoritaria y durante tanto tiempo. Lo cual determinaba un cierto complejo de culpa. Esta idea estaba ya presente entre los políticos del régimen a partir de los años sesenta. Ahí está la llamada al “diálogo” y a la “reconciliación”, o en los intentos de recuperación de figuras del exilio y de políticos como Azaña o Besteiro. Se buscaba la reconciliación. La izquierda política e intelectual aprovechó ese sentimiento de culpa para imponer su visión de la II República, de la guerra civil y del régimen de Franco. En un reciente y muy superficial ensayo, el historiador José Álvarez Junco hace referencia a un “pasado sucio”; como si hubiera algún pasado “limpio”, seguramente con el que se siente identificado. En ese sentido, la ley de memoria histórica o «democrática” me parece una aberración. Algo de ha sido utilizado por la izquierda para “lavar” su propio pasado. ¿Acaso la izquierda no tiene su génesis en el socialismo revolucionario de Largo Caballero, o en el comunismo de José Díaz o Dolores Ibárruri, o en el anarquismo de Durruti?. ¿Ese pasado resulta ejemplar o “limpio”? El filósofo Peter Sloterdijk ha señalado, en libro Ira y tiempo, que la izquierda intenta hacer olvidar su proyecto de genocidio de clase mediante su permanente recurso al “fascismo”. En el caso del PP, ha renunciado al debate histórico e intelectual. La izquierda defiende a Largo Caballero y la derecha se inventa un inexistente Azaña liberal conservador u le da igual que se haga con Franco o José Antonio Primo de Rivera. Incluso ignora a Ortega y Gasset. Un desastre.
El problema de esto último, profesor, es que quedan muchos muertos en las cunetas sin saber qué pasó con ellos. ¿Quizás un error durante la Transición no solucionar este drama?
Efectivamente, hay muchos muertos en las cunetas, pero el PSOE estuvo en el poder catorce años y no hizo nada. Y, con el mayor de los cinismos, utilizó los muertos contra la derecha. Rajoy pudo despolitizar el asunto, favoreciendo un pacto al respecto, tampoco hizo nada. Hay que solucionarlo, sí, pero favoreciendo la reconciliación nacional.
-¿Por qué Feijóo o Abascal deberían leer este manual?
Los políticos no parece que suelan leer libros. Ahora bien, mientras Abascal ha escrito varios libros, no me consta que Feijóo lo haya hecho, más bien parece un político ensimismado en su terruño galaico. Por otra parte, mi libro no es un manual, sino un estudio histórico. Quien lo debería leer es un tal Federico Jiménez Losantos, que ha escrito un libro, El retorno de la derecha, no sólo biodegradable, sino plagado de errores, inexactitudes y maldades. Un auténtico bodrio, cuya influencia en algunas mentes superficiales ha provocado, al menos en parte, el resultado de la derecha en las elecciones. Su influencia ha sido, y es, nefasta.
-¿Es duro tener que afirmar que el PP es heredero del franquismo?
En la práctica, el régimen de Franco fue una alianza de los distintos sectores de la derecha, de la tradicionalista a la liberal-conservadora frente a un claro intento de revolución social. No es ni duro ni blando; la historia es como es. Es la realidad y hay que aceptarla tal y como es. Querer inventar ahora un pasado “limpio” es estúpido. Ni limpio ni sucio. Los contextos sociales, políticos y mentales se imponen a nuestras pretensiones. Y, vuelvo a decirlo, la historia de la izquierda española no es en modo alguno “limpia” o ejemplar; es, en muchos casos, auténticamente criminal.
-Pero, ¿lo es?
La derecha actual es, guste o no, heredera de Franco. Manuel Fraga y Adolfo Suárez fueron ministros de Franco. Y fundadores de los partidos de derecha que están en la génesis del actual Partido Popular. Aunque no les guste.
¿Y existe algún partido o sector en la derecha que se denomine republicano y laico así como alejado de Franco?
Hoy por hoy, nadie. No existe derecha republicana. Laica lo es de facto. Y el PP se esfuerza en negar a Franco. Lo que ocurre es que no existen referentes históricos creíbles. La única derecha real es Vox, pero no es republicana ni laica ni antifranquista. Lo de antifranquismo es imposible pues no hubo una oposición conservadora al régimen, salvo los nacionalistas vascos y catalanespero no hay que olvidar que el nacionalismo catalán conservador apoyó a Franco en la guerra civil, y una parte del Vasco lo hizo igualmente.
-¿Qué papel ha jugado la Iglesia Española en la conformación de las derechas en España?
El papel de la Iglesia católica en la configuración política y doctrinal de la derecha española ha sido determinante. Todas sus tradiciones vivieron a la sombra de la doctrina social de la Iglesia, desde la conservadora liberal a la tradicionalista, o la social católica y falangista. No existió en España, una derecha laica, positivista o hegeliana. Existieron conservadores heterodoxos, como Ortega y Gasset o José María Salaverría, pero muy minoritarios. Todo cambió con el Concilio Vaticano II, que significó una auténtica revolución en la sociedad española. Desde entonces, han primado en la derecha actitudes tecnocráticas o liberales. El catolicismo es cada vez más marginal en la sociedad española; lo cual es muy negativo
-¿Ser liberal es ser de derechas?
Liberal no es sinónimo de derechista o conservador; ni mucho menos; puede ser todo lo contrario. Y es que el liberalismo no es una tradición política homogénea; hay liberalismos. El sociólogo italiano Carlo Gambescia, en su libro Liberalismo triste, ha hecho referencia a una serie de tradiciones liberales, según su relación con la dinámica estatal: anárquica, microárquica, árquica y megaárquica. Un derechista puede ser liberal micorárquico o arquico, pero no anárquico o megaárquico. Puede ser seguidor de Hayek o de Raymond Aron, no de Keynes, por ejemplo. Estado mínimo y realismo político.
-¿Y ser de centro?
Resulta difícil definir el “centrismo”. No se trata, en realidad, de una doctrina política, sino de una táctica. El centrismo solo tendría sentido cuando entre dos posiciones existen unos niveles intermedios. En tanto que entre derecha e izquierda no existe una posición dialéctica en sentido estricto, no puede existir una tercera posición que lo supere. Entre ambas existe una dinámica continua, contrastes, tensiones, pero no cabe una síntesis. Por ello, nos encontramos con una posición de perfiles imprecisos, carente de sustantividad por sí mismo, y que depende de posiciones ajenas y más cerca de lo que sería un simple señuelo electoral que de una doctrina política seria. No es más que la consagración del oportunismo político. Y, llevado a sus últimas consecuencias, conduce al nihilismo intelectual y político. Es la filosofía política de los mercachifles.
-¿Ha llegado la “derecha patriótica” de VOX para quedarse o acabará siendo absorbida por el PP?
A mi modo de ver, VOX tiene, a diferencia de Ciudadanos por ejemplo, una sustantividad propia. Sin embargo, resulta difícil predecir su porvenir político, ya que no tiene apoyos mediáticos ni de las elites económicas y financieras. Los grupos sociales dominantes apuestan claramente por el retorno al bipartidismo. Lo hemos visto en las elecciones del 23 de julio. Por otra parte, la derecha identitaria ha llegado muy tarde a España. Un amplio sector de la sociedad no entiende su significado y necesidad. En el caso de las derechas, algunos la creen compatible y complementaria del PP; lo cual es falso. El PP odia a VOX más que al conjunto de las izquierdas. Las llamadas de Feijóo incluso al electorado de Podemos resultan significativas; y lo mismo podemos decir de los ataques de Moreno Bonilla. Pese a su pérdida de votos, VOX ha resistido la ofensiva mediática de la derecha del PP, su gran enemiga. ¿Podrá resistir en lo sucesivo?. Espero que sí. Dependerá de los nuevos contextos nacionales e internacionales y de la capacidad del partido para dar respuestas a la crisis nacional que padecemos. Y, sobre todo, dotarse de un aparato mediático eficaz, prescindiendo de la influencia del impresentable Jiménez Losantos. La desaparición de VOX sería una catástrofe porque es la única derecha real, ya que el PP ha perdido, si alguna vez lo tuvo, todo perfil doctrinal.
-¿Qué diferencia hay entre derecha patriótica y ultraderecha?
Los sociólogos Earl Raab y Seymour Martin Lipset definieron, en su libro Política de la sinrazón, el extremismo como aquella tendencia política que persigue la abolición del pluralismo social y político. En la derecha identitaria no existe ningún proyecto del tales características. Respeta y defiende las instituciones democráticas.
-¿Y por qué se le teme tanto a VOX?
Vox es víctima de una caricaturizacion bastante estúpida. Yo he escrito un libro sobre Vox mínimamente objetivo. No es antifeminista, sino que se opone a la ideología de género, es decir, aquella doctrina filosófica que pretende que el sexo es una construcción ideológica y social, y no una realidad biológica. Tampoco es homófoba, sino que ataca a la ideología LGTBI, no al homesrxual concreto. Vox es un partido doctrinario en una sociedad que rehuye los debates intelectuales. Por eso digo que la sociedad española no está preparada para esos debates y para la existencia de una derecha identitaria. La realidad de Francia o Italia es completamente distinta. España lleva veinte años de retraso. VOX necesita mayor penetración en la sociedad. Y capacidad de comunicación; un programa social más sugestivo y protector; que huyan del neoliberalismo; o mayor ayudas a las familias. Pero me temo que la ofensiva del PP creo que será determinante.
-¿En qué ha errado el PP para no sumar con VOX?
Como ya he dicho, el objetivo primordial de PP es acabar con VOX. En el PP, hay dos tendencias. La centrista, que intenta acabar con VOX de forma conflictiva, directamente, atacándolo con saña, aún más que las izquierdas. Es la posición del mediocre Moreno Bonilla. Y está la conservadora, de Isabel Diaz Ayuso, que pretende acabar con VOX asumiendo parte de su discurso y absorbiéndolo paulatinamente. Esta última es la más peligrosa, porque la de Moreno Bonilla es excesivamente tosca y superficial. Algunos creen en la retórica de Díaz Ayuso, pero es falso. Está inserta en la propia dinámica política del PP. En realidad, el PP carece ya de perfiles conservadores. Rehúye el debate cultural, se centra en la gestión y asume como natural la hegemonía ideológica de la izquierda.
-¿Quién ha sido más determinante en la derecha española: Cánovas, Gil de Robles, Fraga o Aznar?
El político de mayor transcendencia ha sido, sin duda, Cánovas, ya que pudo desarrollar su proyecto político. Y consolidó un régimen político que duró más de cuarenta años. Gil Robles fracasó, no pudo consolidarse como dirigente político, aunque fue el primer líder carismático de la derecha española. Fue marginado por el régimen de Franco y luego por el propio Juan de Borbón. Fracasó como líder democristiano. Fraga fracasó como reformista del régimen de Franco y luego en la transición. Como ya he dicho, su logro fue integrar a los franquistas en el nuevo régimen. Tuvo que irse a su Galicia natal, convirtiéndose, en la práctica, en un galleguista más. A mi modo de ver, el legado de Aznar resulta inexistente. Se limitó a administrar el sistema creado por los socialistas y consolidó por años la hegemonía ideológica de la izquierda. Aznar me parece intranscendente.
-Tras el 23J, ¿qué futuro le vaticina como experto a las derechas españolas?
Ejercer de consejero de los políticos me parecería un ejercicio de soberbia. Además, no hacen el menor caso a los intelectuales. Me gustaría, no obstante, que el PP abandonara su prepotencia frente a VOX. La desaparición del partido verde sólo favorecería, pese a las apariencias, a las izquierdas. Porque el PP, en su soledad mirífica, no realizaría ninguna reforma sustancial, de calado, a nivel social, político y cultural. Se limitaría a administrar lo existente, es decir, el desorden establecido.
¿Necesita el PP refundarse?
Yo creo que sí. Feijóo se ha comportado como un político localista, inseparable de su entorno gallego. Mediocre. Y Díaz Ayuso fuera de Madrid no es nadie. Si vuelve a perder las elecciones tendrá que refundarse.
¿Quién gobernará tras el 23J?
Debe gobernar Sánchez si consigue mayoría; y la oposición de derechas reorganizarse. El PSOE se desgastará más y entonces podría haber una alternativa viable.
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