"No se está entendiendo"

La presión interna lleva a Feijóo a corregir sobre los indultos condicionados tras 48 horas de desconcierto

Tras un fin de semana en el que el líder del PP seguía en el discurso de que las medidas de gracia deben estar condicionadas, las advertencias se multiplicaron: había que ser más contundente porque el partido no lo estaba entendiendo

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, en una comida-mitin en Oroso (A Coruña). / AGOSTIME/EP

Paloma Esteban

El mensaje no se estaba entendiendo y el malestar en todos los territorios y en las bases del PP no menguaba. Las explicaciones del fin de semana por boca de Alberto Núñez Feijóo no fueron suficientes porque repetía la idea de los indultos condicionados. Algo, que ni es compartido por una inmensa mayoría de dirigentes cuando se trata de Carles Puigdemont, ni nadie en el partido piensa que sea el momento de reflexionar sobre ese asunto. El aluvión de avisos que llegaron a Génova en las horas previas al mitin del lunes por la noche en Marín (Pontevedra) fue total. 

En esa intervención, tras las advertencias de que había que ser más explícito y contundente, Feijóo cambia el paso: “Yo no soy Pedro Sánchez. No acepto la amnistía, ni la aceptaré. No acepto los indultos, ni los aceptaré”. Sin apellidos, ni condiciones. Ese mismo lunes por la mañana, los dos principales dirigentes autonómicos, Isabel Díaz Ayuso y Juan Manuel Moreno,

con su líder en público. La presidenta madrileña llegó a decir en una entrevista en ‘Telecinco’ que “no se daban las condiciones” para la medida de gracia, asumiendo parte del discurso de Feijóo y que nunca había expresado en esos términos. “Primero Puigdemont se tiene que sentar en un banquillo, ser condenado, y después llegamos a un escenario Z en el que no estamos”, explicó.

Mientras, el presidente andaluz trataba de zanjar el debate sobre su jefe de filas: “Se ha negado siempre rotundamente a la amnistía y a los indultos”. En privado, en esas comunidades, como en otras, explicaban que el apoyo no estaba en duda y que todos remarán para que el domingo Alfonso Rueda siga en la Xunta. La prioridad del partido entero es mantener Galicia. Pero también exigían que el líder conservador terminara con los titubeos y diera una respuesta firme. Sobre todo para calmar los ánimos en una organización en la que cunde una incomprensión absoluta.

En ese contexto y después de 48 horas en las que siguió hablando de indultos condicionados —el domingo, desde Ferrol y ya con los medios de comunicación habiendo publicado esas reflexiones del PP en torno a las medidas de gracia, Feijóo declaró: “Dije y digo que no a cualquier tipo de indulto porque no se da ni una sola de las condiciones para ningún posible indulto. Ni una sola”— el dirigente conservador retiraba por completo la idea de las condiciones para los indultos en su intervención pública.

Ese mitin en Marín levantó de las sillas a los asistentes, que aplaudieron con especial firmeza un no cerrado a la amnistía y a los indultos, a pesar de que Feijóo estaba rectificando su posición de días anteriores. Este martes por la mañana, de hecho, ya había dirigentes que recogían el guante y seguían marcando el camino. Ayuso desde Madrid tampoco hablaba de condiciones más: “No hay que indultar nunca a quien haya cometido graves delitos”.

Quizá el momento más crítico se produjo el sábado en Sarria (Lugo) en una comida-mitin. Aún los periódicos no habían revelado el análisis de fondo sobre la amnistía que el partido hizo durante 24 horas el pasado verano. Y, sin embargo, Feijóo desconcertaba a muchos con un mitin lleno de mensajes que no esperaban, sobre todo por recuperar el discurso de la “reconciliación” en Cataluña.

“Claro que nosotros estamos a favor de la reconciliación y haremos todo lo posible para que aquellos que rompieron la convivencia se reconcilien con el Estado de derecho. La reconciliación es necesaria, pero nunca puede pasar por la impunidad”. Y enumeró: A los que piden amnistía, les pido que se sometan a las leyes; a los que insultan a los jueces, les pido que les dejen hacer su trabajo; a los que piden indultos, que verbalicen el arrepentimiento, y a los que se fugaron, que regresen a España y se pongan a disposición de los jueces”, dijo. El mitin tuvo menos impacto del esperado por tratarse de un sábado al mediodía. Pero no pasó desapercibido para algunos y las declaraciones del día siguiente terminaron de encender las alarmas.

En la jornada del martes, donde Feijóo participó en distintos actos públicos, no hubo una sola mención al asunto.

No solo por las elecciones gallegas

La sensación de que el PP estaba perdiendo el control sobre la oposición desplegada contra las alianzas de Pedro Sánchez desbordó al partido. Muchos dirigentes consultados creen que esta crisis trasciende las elecciones gallegas, en las que el partido sigue pensando que podrán alcanzar la mayoría absoluta por el “ecosistema particular” de Galicia, más aislado de la agenda mediática y política de Madrid a pesar de la insistente nacionalización de la campaña. 

La cuestión preocupante para todos esos cuadros es que el desconcierto lleve a una crisis de liderazgo de Feijóo y, por tanto, de las siglas. Otras comunidades son muy sensibles a estos giros de guión. Sobre todo, en un momento clave: con la movilización en las calles al máximo, unas bases entregadas a las protestas contra el Gobierno y un discurso muy duro en todas las instituciones. “¿Pero esto a qué viene?”, coinciden dirigentes populares desde el pasado domingo.

Esa es la verdadera cuestión y, por eso, la exigencia a Feijóo de tomar el control de una vez. Algunos dirigentes del PP llegaron a cuestionar las informaciones publicadas por distintos medios, apelando a una especie de operación orquestada por la izquierda. Muchos cargos consultados por este diario reprochan ese camino y consideran que toca deshacer el embrollo por sí mismos.

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La realidad es que las elecciones gallegas del 18 de febrero se han convertido en una especie de “vida o muerte” fuera de ese territorio. En Galicia, dicen en el PP, la campaña sigue transcurriendo con cierta normalidad entre dos caravanas. La del candidato, Alfonso Rueda, absolutamente centrado en lo autonómico, mientras que la de Feijóo es seguida con lupa por los medios nacionales. El 18-F por ese motivo también ha pasado a ser un examen completo para el líder conservador. Ya lo era antes y ahora, dicen en el PP, todavía más.

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