Caso Koldo

De la presión al ultimátum: las 72 horas con Santos Cerdán a la cabeza para intentar que Ábalos dimita

Antes de exigirle formalmente el acta, con un plazo de 24 horas, el responsable de organización fue uno de los rostros de la dirección encargado de hablar con Ábalos

El exministro y diputado del PSOE, José Luis Ábalos, en el Congreso de los Diputados.

El exministro y diputado del PSOE, José Luis Ábalos, en el Congreso de los Diputados. / José Luis Roca

Iván Gil

El PSOE solo esperó dos días, desde que estalló el caso Koldo, para enseñar la puerta de salida a José Luis Ábalos. La responsable de verbalizarlo en público fue la vicepresidenta primera y número dos del partido, María Jesús Montero, quien aseguró el pasado viernes sobre la posibilidad de pedirle el acta que “sé lo que haría yo”. Fue un punto de inflexión en la gestión interna del caso por el que se investiga al que fuera asesor de Ábalos en el Ministerio de Transportes por una presunta trama de comisiones ilegales en la compra de mascarillas durante la pandemia. El secreto de sumario se había levantado unas horas antes, con referencias a un pinchazo telefónico que señalaba al exministro, y en la cúpula del partido pasaron de rechazar la posibilidad de exigirle el acta a intentar forzar su renuncia. Entonces, comenzaron las 72 horas de presión, infructuosas, hasta acabar en un ultimátum este lunes de la ejecutiva.

Antes de aprobarse por unanimidad la exigencia de reclamarle formalmente el acta, con un plazo de 24 horas, el responsable de Organización, Santos Cerdán, fue uno de los rostros de la dirección encargado de hablar con Ábalos. Según ha podido saber este diario, el número tres de Ferraz trató de convencer a su predecesor en la secretaría de Organización sobre el hecho de que su renuncia sería lo mejor para todos. Personalmente para Ábalos, porque no está investigado y su responsabilidad es “política”, ‘in vigilando’, y para la organización, siguiendo su discurso de “ejemplaridad” y “tolerancia cero” contra la corrupción. Fue en vano.

Al tiempo que se produjeron estas conversaciones durante el fin de semana, se intercambiaron mensajes a través de los medios y en público. Ábalos, mostrando que no estaba dispuesto a renunciar a la primera de cambio. El PSOE, dando muestras de que no le temblaría el pulso para levantar un cortafuegos, aunque se llevase por delante a un exministro, exsecretario de organización y quien fue una pieza clave en la trastienda para devolver a Sánchez a la secretaría general en 2017.

Tras el mensaje de Montero, en el PSOE se asumió que “nadie se va a mover de aquí”, en referencia a que la organización había tomado una decisión irrevocable. Sin embargo, Ábalos mantuvo el pulso y tuvo que ser el propio Pedro Sánchez quien le señaló el camino. Aprovechando su intervención en un acto de la Internacional Socialista el sábado por la mañana. Aun sin referirse directamente a Ábalos ni al caso Koldo, el presidente del Gobierno y líder de los socialistas defendió que la lucha contra la corrupción debe ser “implacable, venga de donde venga y caiga quien caiga".

Ese mismo día, en una entrevista publicada por El País, Ábalos había trasladado que solo se pensaría la dimisión con su partido, “no porque me la pida el PP”. “No estoy acusado de nada", argumentaba para concluir: "Yo no tengo por qué intuir las cosas. Yo he sido secretario de organización, ya soy mayorcito. A mí las cosas se me dicen claritas".

Decisión drástica

Sánchez fue claro, como había pedido Ábalos. Pero la sorpresa se produjo cuando esa misma noche, el exministro acudía a los platós de laSexta para replicar que no estaba siendo investigado y, como tal, que no debía dejar su acta. Sobre las responsabilidades políticas justificaba que ya no estaba en el ministerio, por lo que tampoco le correspondería ahora como diputado. Con todo, dejó la puerta abierta “a hablarlo en el marco de un objetivo, propósito y estrategia para ejemplarizar la vida pública".

Ábalos aseguró que no había mantenido ningún contacto Sánchez y se ratificaba en que nadie le había pedido formalmente que entregase su acta de diputado. Hubo quienes interpretaron un asidero para negociar y hacerlo directamente con el líder de su partido. El mismo que cuando lo destituyó en julio de 2021 del ministerio y forzó su salida de la secretaría de Organización ni lo llamó antes de tomar la decisión ni después para explicarle sus motivos. Aunque ahora las razones ahora son claras y públicas, la reacción ha sido igual de tajante. La exigencia del acta este lunes por parte de la ejecutiva, sin ni siquiera estirar la mañana para intentar una salida de consenso.

El PSOE anunció su decisión apenas una hora después de que arrancase la reunión de la ejecutiva. La decisión estaba tomada y no se quiso prorrogar. Al propio Ábalos se le trasladó de forma paralela que se hacía a la prensa. Una decisión drástica y, lógicamente, “no pactada”, como reconocían desde la dirección socialista.

Ábalos se enroca

El pulso de Ábalos con el partido se convirtió, tras sus apariciones en medios, en un pulso personal con el presidente del Gobierno. Este lunes las horas fueron pasando y no hubo reacción por parte del exministro, que se acogió a las 24 horas de plazo para tomar una decisión. Su primer gesto, pasadas cuatro horas del ultimátum, unos minutos después de las 15:00 horas, fue para mostrar su ánimo de enrocarse. El exministro comunicó su renuncia a la presidencia de la comisión de Interior, un puesto que decide el grupo parlamentario, pero no al acta. El escaño es personal y corresponde únicamente al diputado, no al partido. La decisión le compete y el único margen de los socialistas si mantiene el pulso pasa por su expulsión del grupo parlamentario, por lo que integraría el grupo Mixto.

Un escenario inédito para un exministro y responsable de la secretaría de Organización en el pasado. De ahí que en la dirección confiasen en que no se resistiese por sus responsabilidades pasadas que lo llevaron a actuar siempre con el respeto a “la ortodoxia” del partido. “No tengo ninguna duda de que José Luis Ábalos actuará en consecuencia por este bien mayor, que es el PSOE”, aseguraba la portavoz del PSOE, Esther Peña, en rueda de prensa desde Ferraz. En privado, no se descartaba ningún escenario.

Comparecencia en comisión de investigación

La tensión en el PSOE se fue incrementando a medida que pasaron las horas. Algunos, ya durante el fin de semana, presagiaban que “se resistirá”. Un excolaborador en el partido, decía confiar, no sin cierta resignación, en que “no acabe en el grupo Mixto”. El peor escenario posible, tratándose de quien acumuló altas cotas de poder en Ferraz y en Moncloa. El acta es un elemento de protección para Ábalos, como aforado, y su resistencia no hace más que alimentar las sospechas.

En este contexto, los socialistas incrementan la presión. Fuentes de la dirección trasladan que están dispuestos a promover la comparecencia de Ábalos en el Congreso, en el marco la comisión de investigación que registrarán por dilucidar las responsabilidades políticas de este caso. Deje o no el acta, según apuntaban estas fuentes. Asimismo, como adelantó El Periódico de España, del grupo Prensa Ibérica, el actual ministro de Transportes, Óscar Puente, ha ordenado una auditoría interna en el ministerio para depurar responsabilidades.

Por el momento, la intención pasa por circunscribir esa auditoría a dos contratos con Adif y Puertos del Estado, pero no se descarta ampliar el perímetro de las pesquisas, según fuentes conocedoras de este proceso. El caso Koldo ha supuesto un golpe en la línea de flotación del discurso socialista contra la corrupción, a lo que podría sumarse una tensión con consecuencias impredecibles si deriva en la expulsión del grupo socialista de su exsecretario de organización.

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