CICLO ELECTORAL
El PP afronta las elecciones vascas como un trámite para centrarse ya en Europa
La imagen de poder territorial de Córdoba da paso a la siguiente cita electoral, la de Euskadi, donde el PP tiene poco que hacer. Los conservadores buscan aguantar la representación actual y poder abrirse ya camino a las elecciones europeas donde prevén una gran victoria. Sigue pendiente el plan a largo plazo de los populares en el País Vasco
La exhibición de poder territorial del PP fue completa este fin de semana en Córdoba. Era la fotografía que Alberto Núñez Feijóoquería en un momento de especial debilidad para el Gobierno. La misma imagen, repiten en Génova, que el PSOE “no podría tener en ningún caso”. No solo por la falta de gobiernos autonómicos (solo tres frente a los once de los conservadores además de la vicepresidencia en Canarias) sino, insisten en el PP, “por la descomposición” que ven en dentro del propio partido en los territorios por culpa de estar aupando a los nacionalistas. En Galicia, recalcan, se vio el último ejemplo con el BNG como fuerza hegemónica de la izquierda. “Sánchez tiene la Moncloa, pero el PSOE pierde lo demás”, reflexiona una fuente de la dirección. A Feijóo le pasó exactamente lo contrario.
Después de este retiro con sus barones territoriales, donde culminaron un plan que lleva encima de la mesa dos meses para coordinar una especie de gobierno paralelo al de Sánchez a través de las competencias autonómicas, el PP se prepara para seguir el ciclo electoral. La victoria en Galicia fue un impulso indiscutible. La siguiente cita son las elecciones vascas del 21 de abril, un desafío que los conservadores han convertido en un mero trámite.
El PP tiene poco que hacer en Euskadi. En el partido reconocen que siguen teniendo pendiente un plan a medio y largo plazo. Candidatos, equipo, programa, ideas. Un proyecto nuevo que requiere de un esfuerzo e inversión de tiempo que no termina de despegar. La candidatura de Javier de Andrés, en todo caso, responde a una elección clara de perfil similar al de Feijóo, de gestor, con experiencia como delegado del Gobierno en la comunidad autónoma con Mariano Rajoy y conocimiento de la tierra.
Muchos dirigentes populares tienen una reflexión acerca de lo que tendría que perseguir el PP en el País Vasco. También es recurrente la frustración de que el Partido Nacionalista Vasco (PNV) se la fuerza hegemónica del centro-derecha y se parezca, dicen muchos, “a lo que es el PP en Galicia”. Competir en ese espacio es casi misión imposible. Los populares harán una campaña de denuncia, sobre todo recalcando que los de Andoni Ortuzar se han convertido “en un socio más del PSOE” casi en igualdad de condiciones que EH Bildu.
Aún así, el PP aspira a mantener el resultado actual: seis diputados autonómicos, que fue lo que lograron hace cuatro años en coalición con Ciudadanos. Hay poco margen. Perder escaños no supondría un desgaste muy grande porque es una comunidad en la que no cuentan con crecer. Mantenerlos o sumar alguno y, sobre todo, dejar a Vox fuera del Parlamento sí que tendría una lectura algo más optimista.
Sea como sea, en las vascas el PP sabe que no tendrán protagonismo. La idea es pasar el trámite y centrarse ya en la gran cita electoral de lo que queda en este ciclo: las europeas del mes de junio donde los conservadores tienen altísimas expectativas. Además de estar cerca de duplicar el resultado de 2019 (donde se quedaron en 13 diputados) Feijóo aspira a atestar un golpe importante a Sánchez, como ya ha sufrido en Galicia.
Lo que sí puede afectar de la cita vasca al PP es el resultado del resto de fuerzas. Si los socialistas de Euskadi sufren una caída para Feijóo será una nueva victoria. Y también está por ver hasta dónde llega el desgaste del PNV, que en muchas encuestas figura como primera fuerza, pero con EH Bildu pisándole los talones. Algún sondeo incluso vaticina que la izquierda abertzale podría superar a los peneuvistas en escaños. También está por ver si ambas formaciones serían capaces de llegar a un acuerdo dejando al PSE fuera de juego, o si serán los socialistas los que inclinen la balanza de uno u otro lado. En Madrid, donde impera la política nacional, los mensajes del PSOE miran a otro gobierno con el PNV.
La “decepción” con el PNV
En todo caso, la campaña electoral sí servirá para medir la temperatura en las urnas, aunque sea en un territorio tan particular. El PP planea distintos actos de relieve con su candidato, que incluso acompañó a Feijóo al congreso de los populares europeos en Bucarest (Rumanía) la semana pasada. La idea es dar visibilidad a De Andrés todo lo posible. También se volcará Isabel Díaz Ayuso. Lo hizo hace unos días en Madrid en una presentación oficial de la candidatura del PP, y lo seguirá haciendo con total seguridad en el País Vasco. El candidato la reclama como activo electoral, aunque Ayuso apuesta por un discurso muy duro contra Bildu y centrado en la reivindicación de las víctimas de ETA.
Hay amplios sectores del PP vasco que consideran necesaria una evolución definitiva en su discurso. Sin dejar de reivindicar esa parte tan importante del ideario de los populares en Euskadi, pero centrarse más en los aspectos que importan a la ciudadanía: empleo, economía, impuestos, empresa, vivienda y perspectivas de la juventud en esa comunidad. Más ahora que consideran al PNV cada vez más cercano a los postulados del PSOE. El PP necesita llegar a un equilibrio, pero no será en esta cita electoral cuando lo alcance.
Lo que sí ha quedado claro es que algunos dirigentes nacionales, especialmente los que llegaron con Feijóo para tratar de alcanzar la Moncloa, han ido entendiendo con el paso de los meses que la situación en la política nacional ha cambiado mucho. Así lo reconocen fuentes de la cúpula conservadora, reconociendo que el plan del dirigente gallego siempre fue intentar un nuevo acercamiento al PNV como lo tuvo el PP antes. Los nacionalistas vascos, sin embargo, están muy consolidados en el bloque de investidura de Sánchez, hasta el punto de que hay dirigentes que reconocen ya “una decepción difícilmente reconducible”.
La reflexión es de fondo y endiablada para el PP. En este momento Vox es la fuerza que ahuyenta al resto de partidos, que declaran imposible apoyar a Feijóo mientras esté la ultraderecha. El plan a medio plazo siempre fue ir reduciendo el espacio de Santiago Abascal para abrirse al resto de formaciones, pero la interlocución con el PNV en los últimos tiempos se ha vuelto muy complicada.
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