Cataluña
Rovira pide que su regreso sea una revulsivo para "recoser" el independentismo
La secretaria general de ERC reclama a Pedro Sánchez una reunión de "alto nivel" para abordar la financiación
La secretaria general de ERC, Marta Rovira, el viernes. / MARC ASENSIO CLUPES
Quim Bertomeu
De recibimiento en recibimiento. Así han sido los primeros dos días de la secretaria general, Marta Rovira, en su regreso a Cataluña tras seis años y tres meses en Suiza. Este sábado ha recuperado el contacto presencial con la militancia en un acto en Olesa de Montserrat y luego por la tarde lo ha hecho con sus familiares, amigos y vecinos en Vic, su localidad natal. Si algo ha quedado claro en sus primeras 48 horas en Cataluña es que, aunque haya anunciado que dejará el liderazgo de ERC en un congreso en otoño, exprimirá el cargo y marcará perfil político hasta al final.
Su presencia en Vic tenía que ser el recibimiento más personal, pero no ha dejado pasar la oportunidad de lanzar un mensaje político. Ante la división y la desconfianza que lleva años acumulando el independentismo, sobre todo entre los partidos políticos, Rovira ha pedido que su regreso sea un revulsivo para "recoser" el movimiento. Su argumento es que su vuelta es una "victoria política" de las que el movimiento anda necesitado, por lo que espera que se convierta en una oportunidad para volver a la unidad. "El movimiento necesita abandonar las discrepancias estériles que no van a ningún lado. Necesita volver a sumar y multiplicar y me comprometo a hacer posible que nos entendamos de una vez", ha proclamado desde la plaza de la Catedral.
Pero a la vez que apostaba por recuperar la unidad independentista, estas primeras horas en Cataluña también han servido para que expresara públicamente que la negociación con los socialistas para la investidura de Salvador Illa (PSC) avanza y que llegar a un pacto es una posibilidad real. Eso sí, siempre y cuando Cataluña logre una nueva financiación autonómica como el "concierto económico" vasco, es decir, la soberanía fiscal plena para recaudar todos los impuestos. En este sentido, también ha presionado a los socialistas para que tengan gestos con ERC para lubricar el pacto. El más importante sería una reunión al "más alto nivel" entre ella y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, para abordar esta nueva financiación. "Tengo muchas ganas de explicarle que aún se tiene que mover más porque Cataluña lo necesita", ha explicado en una entrevista a 'Nació Digital'.
Así, Rovira ha regresado planteando una operación que parece la cuadratura del círculo: volver a unir el independentismo a la vez que ERC explora si es posible la investidura de Salvador Illa del PSC. Una investidura que rechazan otros tres actores independentistas clave: la CUP, Junts y la ANC. De hecho, a la misma hora pero en Barcelona, la ANC se manifestaba en contra de cualquier pacto con los socialistas en una marcha que era una medida de presión a ERC.
En clave interna
En estos dos primeros días Rovira también ha escenificado que quiere aprovechar su regreso para recuperar el pulso del partido. No ha dejado de reunirse nunca telemáticamente con los órganos de la formación -desde la dirección a las asambleas locales-, pero está convencida de que cara a cara podrá abordar los problemas mejor. Su primer contacto presencial con la militancia ha tenido una gran dosis de simbolismo: por la mañana ha elegido reunirse con la asamblea de mujeres del partido y rodeada de todas aquellas que han tenido que afrontar alguna causa relacionada con el 'procés'. "¡Ya estamos todas!", le han gritado a modo de recibimiento.
Pero esta vuelta a la carretera por las agrupaciones locales del partido también le reportará una imagen menos amable porque la formación esta inmersa en una crisis interna tras haber acumulado cuatro reveses electorales, especialmente el de las elecciones catalanas del 12 de mayo en las que el partido perdió 13 diputados y también, virtualmente, la presidencia de la Generalitat. Esta crisis ha dividido la organización en dos facciones, una liderada por dirigentes afines a ella, y otra por el expresidente Oriol Junqueras. Pese al abrazo que Rovira y Junqueras se dedicaron al reecontrarse el viernes, la imagen real del partido es otra. Las tensiones siguen y se ha vuelto a demostrar con la polémica de los carteles ofensivos contra los hermanos Maragall. Aunque el partido quiere dar por cerrado como sea el asunto, 'roviristas' y 'junqueristas' mantienen el pulso y las desconfianzas.
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