Caso Villarejo

Comida en Casa Piluca con el excomisario de Barajas acusado de corrupción: préstamos y Porsche a ritmo flamenco

Carlos Salamanca está acusado de haber aceptado mordidas a cambio de facilitar la entrada de personas y dinero negro desde Guinea Ecuatorial

Carlos Salamanca, excomisario del aeropuerto de Barajas, en la Audiencia Nacional.

Carlos Salamanca, excomisario del aeropuerto de Barajas, en la Audiencia Nacional. / EFE

Alberto Muñoz

El lunes, comida en Casa Piluca. Nunca en casa. Nunca solo. "¿Y las sobremesas?", preguntó el fiscal en la Audiencia Nacional. Hasta donde llegasen. A Carlos Salamanca, el que fuera comisario jefe del aeropuerto de Barajas y actualmente acusado de corrupción en una de las piezas del caso Tándem, le gustaba reunir a todos sus amigos religiosamente cada arranque de semana en uno de los restaurantes más castizos de Madrid. El mismo que utilizó para sus propios asuntos José Manuel Villarejo, protagonista de la macrocausa y actor invitado de cuando en cuando en esta pieza separada.

Allí, con el Rólex de oro en una muñeca y quejándose de lo poco que ganaba un comisario como él, los testigos que ha ido citando la propia defensa del expolicía han contado cómo Salamanca repartía muestras del poder que le otorgaba ser el hombre que tenía las codiciadas llaves de entrada a Madrid. Hoy, diez años más tarde, el fiscal pide para él diez años de prisión en un juicio que encara ya su fase final a falta de las conclusiones.

A uno de sus amigos, por ejemplo, le hizo un préstamo de "30.000, 40.000, 50.000 euros... no lo recuerdo y tampoco sé si se lo devolví"; y, a otro, uno de medio millón que todavía no le ha devuelto. "No sé cuándo vence, la verdad...", respondía dubitativo.

Todos coinciden en sus expresiones: 'Amigos desde hace mucho tiempo' o 'Es como de la familia'. No es para menos. A un vecino le consiguió, según ha contado él mismo, un Porsche Panamera por apenas 25.000 euros. Su precio de mercado, dependiendo el modelo, supera los 100.000.

En ocasiones, además, el dinero que repartía no tenía que ser ni siquiera necesariamente suyo. El otro acusado en esta pieza separada del caso Tándem, Francisco Menéndez Rubio, también conocido como el Pagafantas, contó durante el primer día del juicio que Salamanca le indujo a prestar 60.000 euros a un grupo de artistas de música flamenca para que pudiera producir su propio disco. En el Piluca, "a todos nos gustaba el flamenco", recuerda uno de los asistentes a las comidas que, dice, pagaban a escote.

La cantaora, que pasó por la Audiencia Nacional el martes, asegura que no devolvieron el dinero. Los amigos, que se sepa, tampoco lo han devuelto. Y, como recordó uno de los agentes de policía que han llevado el caso, Salamanca, como funcionario público, tenían una nómina de alrededor de 40.000 euros al año ingresada por transferencia. ¿De dónde sacó tanto dinero y, además, en efectivo?

En teoría, y según admite él mismo, del Pagafantas, que es quien pedía presuntamente favores a Salamanca para poder introducir en España por el aeropuerto de Barajas a los miembros del clan Obiang y su dinero negro. Los fondos, defiende Menéndez, llegaban por tanto desde Guinea Ecuatorial.

Amigos en común con Villarejo

Los favores, sin embargo, también volvían hacia Salamanca. Dentro del carrusel de testigos citados por Salamanca apareció, por ejemplo, Antonio Asenjo, el que fuera jefe de seguridad de Iberdrola y actualmente imputado dentro de la macrocausa del caso Tándem.

En su declaración, Asenjo reconoció ser amigo personal de Salamanca y también que le regaló un reloj: "A mí es que no me gustan, no los utilizo, y como lo tenía por ahí en un armario... Se lo regalé".

Este, sin embargo, no fue el único enlace con José Manuel Villarejo, pues, como señaló Miguel Serrano, el fiscal que está llevando el caso, uno de los empresarios que testificaron hoy también prestó un Audi Q7 a Salamanca y, después, llevó a cabo un "contrato de consultoría" con el excomisario a cambio de 50.000 euros. Villarejo y el empresario se habrían conocido en una fiesta de la policía organizada en el aeropuerto de Barajas.

Una amistad forjada a base de dinero y favores

Sin embargo, de todos los amigos que se reunían en Casa Piluca, el más especial para Carlos Salamanca era Francisco Menéndez. Al llamado Pagafantas, dicen todos, el excomisario le trataba "como a un hermano". "Venía al cocido de los domingos y a las cenas de Navidad", ha explicado la hija de Salamanca.

La Audiencia Nacional ya fue testigo durante los dos primeros días del juicio de esa relación forjada entre los dos "compadres", como se llamaban el uno al otro, y de cómo algunas relaciones que nacen del interés mutuo por el dinero acaban uniendo lo más querido. "Para mí fue mucho más que una amistad. Le entregué a mi familia", defendió Salamanca el lunes, al que se vio nervioso durante toda su declaración, posiblemente por los diez años de cárcel que pide el ministerio público para él.

Desde el primer presunto regalo cuando apenas se conocían, unos 25.000 euros para poder comprarse un Porsche Cayenne y que fueron suficientes para "emocionar" al entonces comisario jefe del aeropuerto de Barajas, hasta el momento en que el Policía Nacional se convirtió en el padrino de la hija del que entonces actuaba como enlace entre el clan Obiang y sus intereses en España.

"Era un hombre con mucho poder, esa es la persona que uno quiere como padrino de sus hijos", contó Menéndez, para el que la Fiscalía solo pide seis meses de prisión por su colaboración a la hora de entregar documentación relativa a Villarejo.

Sin embargo, el dinero y el gusto de ambos por el lujo siempre estuvo de fondo, como un hilo musical que les recordaba por qué comían juntos prácticamente "todos los días de la semana" y por qué, por ejemplo, el comisario invitó a Menéndez a la boda de "compadrito", que era como llamaban cariñosamente al hijo de Salamanca.

Carlos Salamanca, ex comisario jefe del aeropuerto de Barajas, en la Audiencia Nacional.

Carlos Salamanca, ex comisario jefe del aeropuerto de Barajas, en la Audiencia Nacional. / EP

Según la declaración de uno de los agentes de Asuntos Internos a cargo de la investigación, los chats entre ambos han acreditado cómo Salamanca se quejó a su 'amigo' de que solo quisiera dar 5.000 euros como regalo de boda y cómo el representante de Gepetrol acabó proponiendo dar 25.000 euros en efectivo. Ese dinero consta luego como ingresado en la cuenta bancaria del hijo abierta para tal fin, igual que se sabe que también le regaló por su cumpleaños un reloj Hublot valorado en unos 9.000 euros.

Una cantidad que, sin embargo, queda 'justificada' por la forma en que el abogado describe lo importante que era para él su relación con Salamanca para servir mejor a sus clientes ecuatoguineanos.

"Para mí fue como conocer a dios. Él tenía un poder impresionante, levantaba el teléfono y se le ponía cualquier persona al otro lado", narró Menéndez, responsable de una de las filtraciones al CNI que dieron origen a la macrocausa conocida como caso Tándem o caso Villarejo.

En el momento de su detención, explicó uno de los agentes de policía, Salamanca llevaba un reloj Rolex de oro valorado en casi 30.000 euros, que fue regalo de Menéndez, y 1.700 euros en efectivo en su cartera. "Lo curioso", dijo el inspector, "es que los funcionarios cobramos por transferencia y los cajeros no dan billetes de 500. No sabemos de dónde sacó los dos que llevaba encima".

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