Movimientos orgánicos

La fragilidad de la legislatura y el pacto con ERC extienden la contestación interna a Sánchez en el PSOE

El presidente del Gobierno ve resentida su autoridad no solo entre los barones siempre críticos, como Lambán y Page, sino también con líderes hasta ahora cercanos

Las nuevas revelaciones sobre Ábalos añaden varios grados a un partido ya en ebullición ante el congreso de Sevilla

Pedro Sánchez, el pasado miércoles en el Congreso. / JOSÉ LUIS ROCA

Pedro Sánchez quería un congreso del PSOE tranquilo. Convocado entre el 29 de noviembre y el 1 de diciembre en Sevilla, la cita pretende impulsar a los socialistas de Andalucía, que ahora funciona como uno de los principales bastiones del PP, y sobre todo alumbrar un nuevo proyecto, dejando a un lado las batallas orgánicas. “Ahora se abre un tiempo sin convocatorias electorales. No hay excusa para el ruido”, dijo Sánchez durante el comité federal celebrado el pasado 7 de septiembre en Ferraz. Pero conforme avanza el calendario y se acerca la fecha del cónclave, el deseo del presidente del Gobierno, cuya autoridad dentro del partido ha ido menguando en los últimos meses, parece cada vez más lejano. 

Más que nunca desde que Sánchez recuperó el liderazgo frente a Susana Díaz y Patxi López y después llegó a la Moncloa a través de la moción de censura a Mariano Rajoy, el PSOE ha vuelto a entrar en ebullición, aún más a raíz de las revelaciones de la Guardia Civil sobre la implicación de José Luis Ábalos, exministro de Transportes y exsecretario de Organización socialistas, en la ‘trama Koldo’. El principal ejemplo de este nuevo clima se sitúa en Castilla y León, donde su secretario general, Luis Tudanca, un dirigente muy cercano al presidente del Gobierno, intentó celebrar primarias en su federación antes del congreso de Sevilla, alegando que el PP podía adelantar elecciones en su comunidad en cualquier momento. La iniciativa chocaba con la pretensión de Sánchez de que el cónclave estuviese solo centrado en el nuevo proyecto (con la financiación en primer plano tras el pacto entre el PSC y ERC para que Catalunya tenga una especie de concierto económico), así que la dirección del partido mandó parar y Tudanca terminó acatando la decisión. 

Pero el secretario general de los socialistas en Castilla y León no está solo entre los barones. El madrileño Juan Lobato, quien también ve peligrar su puesto ante los movimientos de la dirección del PSOE para activar un relevo, defendió que despejar los liderazgos autonómicos antes del congreso era un “buen esquema” y señaló que él había pensado en hacer lo mismo que Tudanca. 

El malestar ya no solo se ciñe a barones casi siempre críticos con Sánchez, como el castellano-manchego Emiliano García-Page y el aragonés Javier Lambán, sino que se extiende también a otros dirigentes que hasta hace nada siempre habían estado al lado de Sánchez. Nadie discute el liderazgo del presidente del Gobierno al frente del PSOE (al fin y al cabo, será reelegido como secretario general sin ningún rival), y la contestación no es ni mucho menos unánime. Pero su autoridad interna no pasa por su mejor momento.

Sánchez, junto a varias de sus colaboradoras más cercanas, en la sede del PSOE, el pasado 2 de septiembre. / JOSÉ LUIS ROCA

Según varios líderes territoriales y cargos socialistas consultados, este cambio (algunos incluso hablan de sensación de “fin de ciclo”) obedece fundamentalmente a tres factores. Por un lado, la fragilidad de la legislatura. El presidente del Gobierno y sus colaboradores más cercanos aseguran que llevarán este mandato hasta 2027, incluso si no logran sacar adelante los Presupuestos del año que viene y se mantiene la actual sequía legislativa ante la complejidad de lograr apoyos, en especial por parte de Junts. Muchos otros dirigentes del PSOE, en cambio, admiten que será “muy difícil” evitar el adelanto electoral si no se aprueban las cuentas públicas. 

El futuro del concierto

Por otro, el amago de dimisión que llevó a cabo Sánchez el pasado abril, cuando se supo que su esposa, Begoña Gómez, estaba siendo investigada por tráfico de influencias y corrupción entre particulares. En un movimiento sin precedentes, se enclaustró durante cinco días sin apenas contacto con sus vicepresidentas y ministros. Salió de su encierro dispuesto a no tirar la toalla, pero desde entonces numerosos dirigentes socialistas, que asistieron a todo este extraño proceso con una mezcla de vértigo y perplejidad, ya empiezan a pensar en el día después de Sánchez. 

Y por último, la merma de autoridad del líder socialista tiene que ver con lo acordado este verano entre el PSC y ERC: la futura capacidad de la Generalitat para recaudar y gestionar todos los impuestos de su territorio a cambio del apoyo de los republicanos a la investidura de Salvador Illa. La nueva fórmula, que implicaría la salida de Catalunya del sistema común de financiación, ha provocado un enorme malestar en los territorios, y desde entonces los barones, explican varios de ellos, hablan más entre sí y están más coordinados. 

En federaciones como la extremeña, asturiana, castellano-manchega, aragonesa y madrileña, entre otras, la impresión es que el nuevo régimen catalán supondría terminar de perder el poco poder autonómico que le queda al PSOE tras el batacazo electoral sufrido en mayo del año pasado. La mayoría de líderes territoriales creen que no acabará entrando en vigor por falta de apoyos en el Congreso, e incluso alguno desliza que desde la dirección del partido le hicieron llegar en su momento que el pacto con ERC iba a terminar en nada, pero aun así consideran “muy grave” que el PSOE pase ahora a abrazar un modelo que tachan de “insolidario” y “contrario a la igualdad”. 

Las críticas a Santos Cerdán

Hasta cierto punto, y siempre dejando claro que nadie piensa en discutir su liderazgo, varias federaciones señalan que le han “perdido el miedo” a Sánchez. También a sus principales colaboradores. En vísperas del congreso de Sevilla, del que no solo saldrá un nuevo proyecto sino también una nueva ejecutiva, casi todas las miradas se dirigen al secretario de Organización, Santos Cerdán, encargado de llevar las riendas orgánicas del partido. Algunos barones consideran que su continuidad resulta “insostenible”, debido a sus formas poco conciliadoras, incluso “matonas”, para desestabilizar los liderazgos territoriales y tratar de imponer la línea de Ferraz. Sobre todo, a raíz de las múltiples críticas internas a la financiación catalana. 

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Sánchez, de momento, no ha dado ninguna pista sobre si piensa hacer una renovación profunda en el partido, ni tampoco en el Gobierno, aprovechando la marcha a la Comisión Europea de la vicepresidenta tercera, Teresa Rivera. Pero pocos discuten ya que el ruido orgánico ha vuelto y se extenderá hasta después del congreso de Sevilla, cuando las federaciones celebren sus propios cónclaves para elegir o mantener a sus nuevos líderes. Se anticipan movimientos en casi todos los territorios, salvo en Euskadi, Navarra, Castilla-la Mancha, Asturias y Catalunya, donde el PSC es un partido distinto al PSOE y no se rige por sus calendarios. 

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