En Suerte de Saavedra

Los usuarios de los huertos urbanos de Badajoz se oponen a su subasta

Se sortearon hace tres años y medio, muchos los cultivan desde el principio y ahora podrían quedarse fuera porque el ayuntamiento ha sacado nueva convocatoria

Piden que se ofrezcan solo los vacíos

Fernando, Matías, Diego, Enrique, José María, Juan Carlos y Segundo, ayer, junto a sus huertos. / A. M. R.

Su premisa es que lo que funciona bien es mejor no tocarlo. Los usuarios que siguen cultivando los huertos urbanos que habilitó el Ayuntamiento de Badajoz en un terreno municipal en Suerte de Saavedra hace tres años y medio, se oponen a que puedan quedarse fuera del nuevo proceso de adjudicación, cuyas bases acaba de publicar el consistorio, una vez que han terminado sus contratos. Temen que los huertos que ellos han estado cuidando con tanta dedicación se cedan ahora a otros solicitantes que al poco tiempo no les presten interés, como así ha ocurrido, y den al traste con el tiempo y el dinero que han invertido en estos pequeños terrenos.

En total son 50 huertos, de los cuales la mitad están cultivados en estos momentos. 12 no se van a subastar, porque se quedan para los colectivos del barrio. Los restantes, que rondan la docena, están sin uso por la incertidumbre de que el contrato terminaba. Según los hortelanos que sí están trabajando en sus pequeñas parcelas, el ayuntamiento debería subastar solo los que están vacíos.

Es verdad que se cedieron por tres años, pero algunos llevan menos tiempo. Sus contratos han terminado en junio. Tienen hasta el 7 de noviembre para echar su solicitud. Si hay más demanda que oferta, se hará un sorteo, como ocurrió la primera vez. Pero entonces comenzaba esta experiencia y los huertos eran solo proyectos. Ahora son tierra que da frutos.

Juan Carlos Prado lleva su huerto desde el principio y querría seguir cultivándolo. Va todas las tardes, porque por las mañanas trabaja, y los sábados y domingos. Es del barrio. Algunos proceden de otras zonas (Valdepasillas, San Roque, Cerro de Reyes, María Auxiliadora). La mayoría son jubilados. Juan Carlos quería conocer la experiencia, porque nunca había sembrado. «Saco de todo». Ahora tiene coles, coliflores, brócolis, romanescus, habas, guisantes, cebollas... «Para mi casa, y lo que sobra, para los vecinos, porque es mucha cantidad y prefiero regalarlo». Es su único hobby desde que dejó la pesca. «Ahora el ayuntamiento quiere sacarlo a subasta, no estoy de acuerdo, porque por aquí han pasado muchísimas personas, hemos puesto nosotros los bancos, los árboles, limpiamos todo, nos preocupamos de que nadie se lleve lo que no es suyo, en cuanto faltemos, se lo llevarán».

"Yo querría seguir con el mío, porque lo cogí abandonado"

Juan Carlos ha echado en falta que el ayuntamiento se hubiese reunido con ellos para informarles de la nueva convocatoria, en septiembre, antes de que hubiesen sembrado. «Hay personas muy molestas con esto, ahora que lo tenemos sembrado». «Yo he echado tierra, estiércol, dicen que tarda años en ser fértil para una huerta ecológica y ahora que la tenemos preparada te dice el ayuntamiento que sale una nueva convocatoria, se lo dan a otro, a los tres días se cansa y tú se lo has dejado preparado, no es correcto». 

Matías, en su huerto, ayer. / A. M. R.

Matías Soto es de Suerte de Saaavedra, vive a pocos pasos de los huertos y cultiva uno desde hace dos años. Ahora tiene plantado brócoli, coliflores, rábanos, cebollas, habas y hasta azafrán. «Eso no lo siembra nadie en Badajoz nada más que yo, porque no hay simiente, la traje cuando tenía 14 años desde Ciudad Real», presume. Como está jubilado (va a cumplir 78 años) y vive solo, acude a su huerto «tres o cuatro veces al día». «A ratitos, ahora he venido a coger unas hojitas para los perdigones, que tengo, y también jilgueros». A este hombre le parece «mal» que haya tenido que «echar papeles» y haya un sorteo. «Hay muchos huertos abandonados, que sorteen esos, porque si no va a ser una guerra». «Yo querría seguir con el mío, porque lo cogí abandonado, estaba la fusca alta, lo he curado y preparado, está limpio y que me lo quiten ahora lo veo mal», se lamenta. Señala el exterior: «Yo limpio desde una esquina a otra y lo sulfato, me cuestan 50 euros los cinco litros» y también ha sembrado árboles. Siempre ha trabajado en el campo. «Toda la vida», 22 años en una finca en Sancha Brava. Pero no tiene otro terreno suyo para cultivar. «Yo no compro plantas, tengo mi criadero». En verano cogió tomates de 800 gramos.

Una paliza

Menos tiempo lleva Enrique Gallego, que ayer plantaba espinacas. Cogió el huerto en mayo, «lleno de hierba hasta los ojos, grama, juncias, me he gastado un dinero y me he pegado una paliza porque yo trabajo». Y ahora «cuando ya lo tengo preparado, me lo quitan y se lo dan a otro, no lo veo lógico». En mayo sabía que tenía los días contados «pero nos dijeron que ya que estábamos aquí no nos lo iban a quitar porque había huertos vacíos». Enrique y Juan Carlos siguen sembrando y dicen que no van a dejar los huertos hasta recoger la última cosecha. «Ese es el problema que va a tener el ayuntamiento, porque hay cultivos que no se terminan de recoger hasta marzo» o incluso junio, en el caso de los ajos.

Enrique plantó ayer espinacas. / A. M. R.

Fernando Gonsalbe es el presidente de la Asociación de Vecinos de Suerte de Saavedra, que se encarga de la reasignación de los huertos. «Todos los jubilados quieren seguir y si le quitas esto, encima que no hay centro de mayores, a ver qué van a hacer, se van a quedar en casa». Menciona que el nuevo procedimiento de adjudicación tendría que haber salido en septiembre para renovar los contratos y adjudicar los que quedan libres. Hace un año estaban todos plantados. La incertidumbre ha provocado que haya más abandonados. Según Gonsalbe, a los actuales adjudicatarios habría que dejarlos. Además, los jubilados colaboran «bastante» con la limpieza del recinto, de la que se ha desentendido «totalmente» el ayuntamiento desde que esta iniciativa se puso en marcha, asegura. «En tres años y medio no han aparecido por aquí, hemos tenido que alquilar desbrozadoras este año para limpiar los alrededores», cuenta. «Los huertos se van renovando solos», defiende.

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«Es una pena que se vaya gente que lleva aquí tres años y medio y se metan otros, vamos a volver al principio». En el primer proceso hubo 84 solicitudes, se hizo sorteo y a los tres meses la lista de espera se acabó «porque mucha gente echó la solicitud y ni se presentó, otros duraban diez o quince días». A los ocho meses se sacó otra convocatoria porque quedaron 14 huertos libres y entraron 8 solicitudes. Hasta que la asociación de vecinos se hizo cargo de repartirlos. La única cláusula que se ha introducido en la nuevas bases es que los adjudicatarios que repitan se queden con el mismo huerto. «Lo que no pueden hacer es sortearlos todos, a estos les quitas el huerto y qué hacen, ¿todo el día en el bar o en casa?», pregunta Enrique.

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