El horizonte de la legislatura
Sánchez allana los Presupuestos y aleja una remodelación a fondo del Gobierno
El presidente transmite tranquilidad ante las acusaciones de Aldama mientras sus socios mantienen el apoyo a pesar de la tormenta judicial
El jefe del Ejecutivo quiere un congreso del PSOE "aburrido" y se inclina por ceñir los relevos en el Ejecutivo a la sustitución de Rivera por Aagesen
Pedro Sánchez, este viernes en el Palacio de la Moncloa. / José Luis Roca
La larga jornada del pasado jueves concentró casi todos los elementos de esta endiablada legislatura. Una negociación muy difícil con los socios parlamentarios del Gobierno, que responden a ideologías diferentes y en ocasiones incompatibles. Un pacto de última hora, cuando todo se encaminaba al fracaso. Y un implicado en una trama corrupta que afecta al PSOE y al Ejecutivo declarando ante el juez que buena parte de los máximos dirigentes socialistas, incluído Pedro Sánchez, estaban implicados en el escándalo. “Ha sido una semana muy complicada. Algunos ya salivaban pensando que el Ejecutivo podría incluso caer. Pero todo ha acabado como tenía que acabar”, explica un importante líder autonómico.
Mientras el presunto cabecilla de la ‘trama Koldo’, Víctor de Aldama, aseguraba el jueves en la Audiencia Nacional que Sánchez había pedido conocerle para agradecerle su trabajo, que entregó en mano 15.000 euros al secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, que planificó una cena finalmente abortada de Sánchez y varios ministros con la vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, y que incluso había colaborado para la CIA, a poco más de un kilómetro del lugar en el que lanzaba todas estas acusaciones, en el Congreso de los Diputados, los socialistas intentaban lograr algo que parecía casi imposible: poner de acuerdo a Junts y a ERC, al PNV y a Podemos en torno a la reforma fiscal.
Si la contundente declaración del comisionista del ‘caso Koldo’, que no aportó ninguna prueba de su relato, hizo flaquear en algún momento a los socios en su apoyo al Ejecutivo, no lo evidenciaron. Pasado el mediodía, se dio a conocer un pacto con Podemos que desbloqueaba la reforma fiscal y daba oxígeno a Sánchez. Los miembros del Gobierno asistieron a esta catarata de noticias con emociones contradictorias. Indignación por las presuntas “mentiras” de Aldama. Burla por el contenido de su exposición ante el juez. “¡Menuda inventada! La estrategia de defensa de este personaje es la mentira”, dijo el jefe del Ejecutivo. “Solo le faltó decir que colaboraba con la TIA”, añadió el viernes el ministro de Política Territorial, Ángel Víctor Torres, en alusión a la disparatada agencia de inteligencia creada por el dibujante Francisco Ibáñez dentro de la serie ‘Mortadelo y Filemón’.
Pero, por encima de todo, el Gobierno sintió alegría tras haber logrado el acuerdo más difícil cuando más lo necesitaba. Todo esto, un día después de que se desbloqueara el nombramiento de Teresa Ribera como comisaria europea, frustrando la tentativa sin precedentes del PP de boicotearla como vía para endosarle a ella y no a Carlos Mazón, el presidente de la Comunitat Valenciana, la responsabilidad de la catastrófica DANA que provocó más de 200 muertos.
Las cuentas públicas, más cerca
La aprobación de la reforma fiscal, que incluye mantener el impuesto a los bancos y el compromiso de extender más adelante el gravamen a las empresas energéticas, allana la negociación de los Presupuestos, consideran en la Moncloa. “Vamos por el buen camino”, señala un miembro del núcleo duro de Sánchez. Los colaboradores del presidente evitan anticipar escenarios (“partido a partido”, dicen), pero creen que si han logrado poner de acuerdo al bloque de investidura sobre el paquete tributario, un asunto especialmente sensible e ideológico en el que los nacionalistas vascos tienen poco o nada que ver con partidos como Podemos, las cuentas públicas del año que viene deberían ser “más sencillas”.
De momento, el Ejecutivo se prepara para presentar en diciembre la nueva senda de déficit, cuya votación se retrasó a finales de septiembre debido al anunciado rechazo de Junts. Los posconvergentes han dado muestras de estar dispuestos ahora a respaldar esta iniciativa, mientras avanza la negociación para el prometido traspaso de las competencias de inmigración a Catalunya. Solo después llegará la presentación de los Presupuestos, que en ningún caso entrarán en vigor el 1 de enero del año que viene.
Antes, sin embargo, llegarán otras citas cruciales a muy corto plazo. El próximo miércoles, Sánchez comparecerá en el Congreso sobre el trágico temporal. Según fuentes de su entorno, puede que el debate sirva para cambiar su discurso hacia un tono mucho más confrontativo con la gestión de Mazón, que el 29 de octubre mandó la alerta a las ocho de la tarde, cuando la provincia de Valencia ya estaba anegada, y mantuvo una larga comida en el reservado de un restaurante sin cobertura con una periodista para ofrecerle dirigir el canal autonómico À Punt.
El modesto alcance de los relevos
El fin de semana, el PSOE celebrará su congreso en Sevilla. La dirección del partido quiere que sea un cónclave “muy aburrido”, sin choques orgánicos y centrado en una ponencia criticada por muchos delegados por su falta de profundidad ideológica. Pero también servirá para dar a luz a la nueva ejecutiva socialista. Se esperan relevos para encarar esta nueva etapa. La continuidad de Cerdán como secretario de Organización, pese a las ampollas que ha levantado en muchas federaciones socialistas, se da por casi segura. Más aún tras las acusaciones de Aldama.
También habrá cambios en el Gobierno. Al menos, uno. El salto de Ribera a la UE obliga a Sánchez a acometer una crisis en los próximos días. De momento, ya ha trascendido el nombre de su sustituta: Sara Aagesen, actual secretaria de Estado de Energía. Como siempre, el presidente mantiene sus planes en absoluto secreto, pero en los últimos días se ha instalado en el Ejecutivo y el partido la idea de que no habrá más movimientos ante la negociación de los Presupuestos. Si logra sacarlos adelante, Sánchez habrá blindado la legislatura, algo que reconoce incluso el PP, y podrá llevarla hasta 2027. Los colaboradores del líder socialista no dan nada por seguro, pero creen que están más cerca que nunca de esa meta.
“He visto muy bien al presidente, y creo que lo conozco -dijo el viernes el president de la Generalitat, Salvador Illa, tras reunirse con Sánchez en el Palacio de La Moncloa-. A pesar del ruido, hay Gobierno para rato”.
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