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Una profesional sanitaria realiza su trabajo en los pasillos del Hotel SB Plaza Europa. EFE/ Toni Albir
Un hotel de cuatro estrellas ideado para acoger a ejecutivos y congresistas internacionales que acuden a ferias y salones en Barcelona se ha reconvertido en un hogar temporal para que personas sin techo, en situación de vulnerabilidad o sin familia que son positivos por covid puedan hacer la cuarentena en condiciones.
Desde el inicio de la pandemia, técnicos y responsables sanitarios se han visto obligados a agudizar el ingenio para hacer frente a la emergencia sanitaria sobrevenida, ya fuera creando ucis de la nada, levantando hospitales de campaña o usando hoteles para incrementar la capacidad asistencial.
De entre todos los equipamientos surgidos para responder a la pandemia, los llamados Hoteles Salud siguen funcionando, ya no para acoger altas hospitalarias precoces sino como equipamientos con una vertiente más social destinados a garantizar el correcto aislamiento de personas contagiadas que no puede hacer la cuarentena adecuadamente en sus casas, si es que tienen.
En los pasillos del Hotel SB Plaza Europa, ubicado cerca del recinto de Fira de Barcelona de L'Hospitalet de Llobregat (Barcelona), el centro neurálgico de la actividad ferial de Cataluña, hace muchos meses que no se habla de negocios y los trajes y las corbatas de los ejecutivos se han sustituido por las batas blancas de los sanitarios que gestionan este lujoso hotel como un espacio seguro para hacer cuarentenas, y ahora también como un punto de vacunación.
Una paciente, Rosibel Adriano descanda en su habitación del Hotel SB Plaza Europa. EFE/ Toni Albir
"El sentido del hotel es tener a personas positivas fuera de la circulación, fuera de la comunidad. El objetivo es aislar lo más rápido posible estos casos", explica a Efe la responsable del Hotel Salud del Hotel SB Plaza Europa, Carmen Lecumberri.
Punto de vacunación
Este hotel, con capacidad para unas 230 personas, se abrió a principios del mes de agosto pasado, coincidiendo con el repunte de brotes de COVID-19 que se registró en algunas zonas de L'Hospitalet y de la comarca del Baix Llobregat, que en muchos casos estaban relacionados con problemáticas sociales, como la alta densidad de algunos barrios, las infraviviendas o la sobreocupación, que impedían realizar correctamente los aislamientos.
Una profesional sanitaria administra la vacuna contra la COVID-19 a un ciudadano en el hotel. EFE/ Toni Albir
Desde entonces, el equipamiento da servicio a toda la Región Sanitaria Metropolitana Sur, incluyendo a viajeros que llegan al aeropuerto del Prat, y recientemente también se ha habitado como punto de vacunación, que podría llegar a administrar 1.000 dosis diarias.
Tras afrontar la segunda y la tercera ola de la pandemia, en las que se llegó a un máximo de ocupación de unas 75 personas, ahora las camas del hotel están más vacías que nunca, solo tienen dos pacientes: Rosibel y Jafar Iqbal.
El primer caso en el hotel
La primera es una mujer de 54 años, originaria de Honduras, que trabaja cuidando a ancianos y vive en L'Hospitalet con su marido, su hijo y otra compañera de piso.
Administración de vacunas en el hotel. .EFE/ Toni Albir
Rosibel, que vino con su compañera de piso porque ambas se contagiaron y su marido es pluripatológico, llegó al Hotel Salud el pasado 26 de enero y aunque la estancia media es de unos 10 días, sigue allí porque dio positivo en la PCR previa a marcharse.
"Estoy bien, me cuidan bien, pero tengo ganas de salir por la ventana ya, estoy aburrida", explica desde su habitación, donde pasa las horas escuchando música, navegando por internet con el móvil y mirando poco la televisión porque está "harta" de las noticias, que siempre hablan de la pandemia.
El aburrimiento es compartido con el huésped de la otra habitación ocupada, Jafar Iqbal, un hombre de 51 años de Bangladesh que llegó al aeropuerto del Prat con una PCR positiva.
Profesionales sanitarios realizan su trabajo en el hotel. EFE/ Toni Albir
Chapurreando español, explica que había estado trabajando de cocinero en Tenerife, desde donde hizo escala a Barcelona para llegar a su país, pero que actualmente se encuentra en un ERTE y decidió regresar unos días a Bangladesh porque tiene a un familiar enfermo.
A pesar del acceso a internet, la televisión y la extensa colección de libros del hotel, que cuenta con la mayor biblioteca hotelera de España, el tedio se hace inevitable y algunos pacientes han hecho lo imposible para superar la soledad, hasta el punto que uno intentó colar a su hurón para que le hiciera compañía.
Una sanitaria registra los datos de un ciudadano antes de administrarle la vacuna. .EFE/ Toni Albir
Las casuísticas de las personas que acuden al Hotel Salud son infinitas: ancianos autónomos sin lazos familiares, menores tutelados, familias enteras que comparten pisos con otras, personas que viven en la calle o en albergues o reclusos que al salir de la cárcel dan positivo son algunos ejemplos.
A todos ellos los atiende el trabajador social del Hotel Salud, Miguel López, que explica cómo la pandemia ha hecho emerger multitud de problemáticas sociales que desde el equipamiento tratan de afrontar coordinándose con los servicios sociales del territorio.